Si bien la idea tiene cuarenta años, recién en 2023 estaría listo para ser comercializado el primer anticonceptivo no hormonal para hombres.
Se llama Risug (inhibición reversible del esperma bajo control), y fue desarrollado por el Instituto de Tecnología de India hace varias décadas basado en una idea del doctor, Sajoy K. Guha, de 81 años. bioingeniero médico y profesor emérito en el Instituto de Tecnología de Kharagpur. Guha hoy busca sacar adelante el proyecto de su vida, y gracias a un laboratorio estadounidense, está cerca de concretarlo.
El invento, que ya fue probado en humanos, en Fase III de análisis clínicos con 300 voluntarios resultó ser efectivo en un 97%. Es un anticonceptivo masculino no hormonal, reversible, efectivo, duradero y barato. El primero en llegar hasta aquí desde la vasectomía, que empezó a aplicarse hace más de un siglo.
“Hace muchos años que Guha busca desarrollar un anticonceptivo masculino. Para el hombre solo está disponible el preservativo. La vasectomía es una cirugía que en un 50% no pude ser revertida. Así que la persona que va a una vasectomía no sabe si podrá volver a concebir hijos. Por eso no se lo considera un método contraconceptivo. Hay 60 millones de hombres operados en el mundo. Y se hacen medio millón de vasectomías por año solo en Estados Unidos”, explicó Patricia Cuaniscú, doctora en Ciencias Químicas e Investigadora del Conicet en el Instituto de Biología y Medicina Experimental.
“Se han tratado de llevar estudios basados en estudios hormonales, donde se inyecta testosterona para inhibir la producción de espermatozoides, pero tarda 3 meses en ser efectivo. Y necesita de varios exámenes de semen para comprobarlo. Por lo tanto es muy engorroso y complicado”, indicó la experta. Estos métodos hormonales simulan la estrategia que se utiliza en el caso de las píldoras que desde hace décadas toman las mujeres. En el caso masculino, brindan testosterona exógena, de manera que se inhibe la síntesis de la propia hormona (la endógena) y ello conduce a que se afecte la espermatogénesis y, finalmente, no se produzcan espermatozoides.
“Por eso en los últimos años se están estudiando métodos no hormonales. Se trata de inyectar dos sustancias, que al unirse forman un gel dentro del escroto, que forman un tapón e impiden el paso de los espermatozoides. Este método funcionó en animales (conejos, ratones, monos) y también en humanos en un ensayo pequeño, con un 97% de eficacia”, señaló Cuaniscú en una entrevista Ernesto Tenembaum en Radio con Vos.
Y concluyó: “Una fundación no gubernamental en Estados Unidos busca probar este método en gran escala en humanos. Es un método muy económico, que se aplicar mediante una inyección, que luego se revierte con otra inyección. El desarrollo es muy costoso, pero la venta del producto va a ser muy económica. Evitás todos los efectos del tratamiento con hormonas. Es un gran avance. Antes se ha probado con siliconas, poliuretano. Pero con este gel se lograron los mejores resultados. El gel indio obstruye la salida hacia el eyaculado y le daña la cabeza y la cola del espermatozoide”.
Muchos especulan que el método ideado por el científico indio al ser demasiado efectivo, duradero y barato, podría hacer peligrar grandes ingresos de la industria farmacéutica, en los 10.000 millones de dólares al año que supone el mercado de los anticonceptivos femeninos. Este método indio, en caso de mostrar esta capacidad de reversión, podría generar una revolución para la salud reproductiva y, en específico, un punto de inflexión en el escenario de los métodos de anticoncepción.
La innovadora técnica, consiste en inyectar una pequeña cantidad de gel en el conducto deferente, el canal por el que pasa el esperma en el escroto. El gel está compuesto por un polímero con carga eléctrica positiva, que daña las cabezas y las colas de los espermatozoides, de carga eléctrica negativa, provocando así su infertilidad. Si se desea volver al estado inicial, otra inyección disuelve la sustancia bloqueadora. El método se aplica en 15 minutos con anestesia local, no tiene efectos secundarios conocidos, logra una efectividad del 97%, similar a la del preservativo en condiciones ideales (en la práctica existe un 16% de riesgo de embarazo).
¿Por qué no ha conseguido salir adelante en todos estos años un proyecto tan revolucionario? Según Modesto Rey Novoa, ginecólogo y portavoz de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), “no es un problema tecnológico, ni científico, sino fundamentalmente relacionado con algo tan injusto como que la anticoncepción se ha entendido social e históricamente como un problema de la mujer, porque quienes sufren las consecuencias más inmediatas de un embarazo no deseado son ellas”.
“Es un momento en el que culturalmente es más probable que los hombres puedan asumir esa corresponsabilidad. Hay quien dice que la mezcla entre agujas y genitales produce en los hombres un rechazo inmediato. Y hay parte de verdad en eso. Pero los hombres llevan décadas haciéndose vasectomías y el paso definitivo puede estar más cerca. Ahí es la industria la que tiene que aprovechar este momento y lanzarse a desarrollar anticonceptivos masculinos”, completó el experto.
Ante la escasez de fondos con la que se encontró Guha en India, se decidió establecer una alianza con la Fundación Parsemus, una organización sin fines de lucro establecida en Berkeley, California, que con sus investigadores llevan varios años trabajando en su propia versión del anticonceptivo, llamado Vasalgel. Parsemus está actualmente buscando financiación para lanzar el producto en 2023.
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