Recientemente, la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y los de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, aprobaron el uso de vacunas bivalentes contra COVID-19 para personas mayores de 12 años en el caso de la vacuna de Pfizer/Biontech y para mayores de 18 en el caso de Moderna. En la Argentina todavía no están disponibles, pero llegarían las primeras al país hacia fin de este año.
Pero ¿qué se sabe de estas vacunas llamadas también de segunda generación?
Las vacunas bivalentes son desarrolladas para que el cuerpo aprenda a combatir dos tipos de antígenos. Existe un gran número de inmunizaciones que aplican en la actualidad con esta metodología. Un ejemplo: las antigripales. En el caso del COVID, se denominan de este modo cuando preparan al organismo para enfrentar no solo al virus original, sino también alguna variante; como es Ómicron y sus sublinajes.
Por otro lado, vale recordar que las vacunas también pueden ser polivalentes. Es decir que son diseñadas para combatir varias cepas o incluso varias enfermedades. La cantidad de patologías que enfrenta cada inmunización dependen de su diseño y formulación.
Las primeras de vacunas contra COVID-19 comenzaron a desarrollarse en enero de 2020 cuando científicos chicos pusieron a disposición de la comunidad científica mundial el genoma del virus SARS-CoV-2. Así, comenzaron a producirse diferentes vacunas, como las chinas, con virus inactivados, o como también las de vectores virales de AstraZeneca, la de Johnson & Johnson o la del Instituto Gamaleya. Utilizando el genoma, Pfizer/Biontech y Moderna comenzaron a utilizar la tecnología basada en ARN mensajero, usando el código genético de la espiga del virus como su elemento principal.
Todas estas vacunas de primera generación estuvieron basadas en el SARS-CoV-2 original. La expectativa de la comunidad científica estaban puestas en que dichas vacunas protegerían contra la infección del virus, como así también de las formas más graves de la enfermedad COVID-19 que genera y la muerte. Lamentablemente, la inmunidad que proporcionaban las vacunas, disminuían con los meses. Por lo que los laboratorios empezaron a hablar de la necesidad de inyecciones de refuerzo.
Un estudio israelí demostró que la efectividad de la vacuna para proteger contra la enfermedad sintomática variante Delta del coronavirus había disminuido de más del 90% al 64%. Y que una tercera dosis produjo niveles anticuerpos neutralizantes de 5 a 10 veces más alto que las producidas por dos dosis.
El 29 de noviembre de 2021 apareció la variante Ómicron, situación que le dio un vuelco completo a la pandemia. Debido a que los miembros de la familia Ómicron tienen la enorme capacidad de burlarse de los anticuerpos producidos en respuesta a la vacuna y a la enfermedad natural, y miles de personas vacunadas comenzaban a ser internadas por coronavirus, las autoridades de salud pública comenzaron a brindar una cuarta dosis.
Luego de 18 meses de uso, las vacunas demostraron un corto período de protección contra la enfermedad sintomática, tiempo que es de alrededor de 6 meses. Los laboratorios comenzaron a hablar de la necesidad de tener una vacuna que, además de proteger contra el virus original, pueda proteger contra las nuevas variantes Ómicron que son dominantes en el mundo. Y esa es hoy la vacuna autorizada por la FDA el 31 de agosto. Una vacuna bivalente que protege contra ambos tipos de virus, el original y Ómicron.
Cuál es la fórmula de las vacunas bivalentes actualizadas
Hasta el momento, existen dos vacunas bivalentes contra el COVID avaladas por entes reguladores nacionales e internacionales. Incluso, en algunos países ya se comenzaron a aplicar. Se trata de los desarrollos de Moderna y Pfizer/BioNTech, los cuales utilizan la plataforma de ARN mensajero.
En el caso de la inmunización realizada por Pfizer, la formulación se divide en 15 microgramos diseñados para la cepa de Wuhan y los otros 15 para Ómicron. Mientras que para Moderna la composición es de 25 microgramos para cada variante. Ambas vacunas apuntan a los linajes BA.1 (Ómicron) y a las subvariantes BA.4 y BA.5.
La autorización de esa vacuna originó controversias, ya que algunos científicos criticaron que esa vacuna haya sido aprobada sin contar con los estudios clínicos de Fase III, tal como sucedió con las vacunas de primera generación. La FDA contestó que dado que ya se aplicaron millones de vacunas en todo el mundo, y tal como se hace con las vacunas anuales contra la gripe, no es necesario hacer grandes estudios de Fase III. Las segunda controversia está dada por estimar cuánto tiempo durará la protección de estas vacunas bivalentes, ya que estas vacunas deberían proteger contra la enfermedad sintomática, un tiempo no mayor a 6 meses, teniendo en cuenta las ya desarrolladas. Obviamente, ese dato se conocerá una vez ya en uso la vacuna.
El coordinador del equipo de respuesta a la COVID-19 de la Casa Blanca, el doctor Ashish Jha afirmó en septiembre que estas nuevas vacunas serían anuales. Y el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de EEUU agregó que aquellos que tienen sistemas inmunitarios debilitados que podrían necesitar vacunación más frecuente.
Esa decisión abre las puertas a que la sociedad empiece a salir de la pandemia con un régimen de vacunación anual no descartándose que en el futuro se tengan vacunas que se adapten anualmente a las variantes circulantes. Como dijo Fauci, nos movemos a una vacunación similar a la de la influenza, que coinciden con las cepas que están en circulación.
Material del podcast coronavirus: realidad vs. ficción, con el Dr. Elmer Huerta, por CNN.
SEGUIR LEYENDO: