Fracaso, fallos masivos y millones de muertes evitables: el análisis de expertos sobre la pandemia COVID-19

Especialistas argentinos analizaron un reciente trabajo publicado en The Lancet que critica la respuesta internacional sanitaria frente a la irrupción del coronavirus, mientras la OMS vislumbra el fin de la pandemia

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La pandemia por COVID-19 está
La pandemia por COVID-19 está pronta a cumplir tres años entre nosotros (REUTERS/Amanda Perobelli/File Photo)

“Falta de cooperación internacional y epidemia de desinformación”. Estas dos razones pueden ser la simplificación de cómo una comisión de expertos en salud de la revista especializada The Lancet evalúo el desarrollo de los dos primeros años de la actual pandemia por COVID-19 que dejó hasta ahora oficialmente 6,5 millones de muertos, pero que en realidad suman 17,2 millones, según se afirma en el trabajo.

Mientras suenan los ecos de este “devastador” informe, tildado como “fracaso global”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que estamos cada vez más cerca de ver el fin de la pandemia de coronavirus.

“Demasiados gobiernos no se han adherido a las normas básicas de racionalidad institucional y transparencia. La gran mayoría de éstos no estaban preparados para una pandemia. Fueron lentos en la actuación y prestaron poca atención a los grupos más vulnerables. Demasiadas personas, a menudo influenciadas por la desinformación, han faltado al respeto y protestado contra las precauciones básicas de salud pública y las principales potencias del mundo no han colaborado para controlar la pandemia. Hubo fallos de prevención, transparencia, salud pública y cooperación. También falta de datos oportunos, precisos y sistemáticos y déficit de financiamiento global para que los países de bajos y medianos ingresos puedan hacerle frente al coronavirus SARS-CoV-2″, resume el crítico trabajo.

El coronavirus observado bajo un
El coronavirus observado bajo un microscopio electrónico ( NIAID-RML/Handout via REUTERS)

Jeffrey Sachs, presidente de la Comisión de The Lancet y profesor en la Universidad de Columbia (Nueva York), alega que “el asombroso coste humano de los primeros dos años de la pandemia de COVID-19 es una profunda tragedia y un fracaso social masivo en múltiples niveles”. La Comisión hace una llamada para la creación de un Fondo de Salud Global Integrado y flexible con tres principales ventanas de financiamiento: productos básicos para el control de enfermedades, preparación y respuesta ante futuras pandemias, y ampliación del sistema de salud primaria en los países de bajos y medianos ingresos.

“La crisis de la pandemia de COVID-19 ha sacado a la luz importantes debilidades en el sistema multilateral basado en la ONU, como resultado de un nacionalismo excesivo, tensiones entre las principales potencias, financiación insuficiente de los bienes públicos y erosión del apoyo político a las soluciones multilaterales”, destaca el informe de la Comisión.

“Uno de los grupos de estudio publicado en The Lancet con especialistas de las más diversas áreas y liderado por Jeffrey Sachs, a quien conozco bien ya que he trabajado con él, ha concluido que el manejo de la pandemia en el planeta fue malo. Esto lo atribuyeron a una falta de colaboración entre los países y a la diseminación de información incorrecta y en una muy alta escala por todo tipo de medios y por todo tipo de fuentes, que incluso abarcó a científicos y hasta por lo menos un premio Nobel”, explicó a Infobae el doctor Conrado Estol, neurólogo y experto en el análisis de la actual pandemia.

Los servicios sanitarios debieron aprender
Los servicios sanitarios debieron aprender a lidiar con el patógeno (REUTERS/Juan Medina )

“Las áreas que se notaron más afectadas o lo que pudieron haber influido más en este mal manejo, fue la notificación tardía de lo que pasaba. La lenta determinación de que esto era una pandemia de contagio por vía aérea por aerosol. Todos recordamos que fue tardío realmente el anuncio de los CDC de los Estados Unidos, de la Organización Mundial de la Salud y del Ministerio de Salud de la Nación. Todos tardaron en comunicar que se debían utilizar barbijos o tapabocas como instrumento efectivo para evitar el contagio. Eso parecía obvio leyendo trabajos de Asia particularmente de Hong Kong”, analizó Estol.

Y continuó: “El temor quizás era que no había tapabocas o barbijos para el personal médico. Pero fue tardía la indicación de usarlas y también la falta de coordinación general de su aplicación. Pero crítica más severa fueron los encierros de países o regiones. Creo que los ejemplos que hay que pensar para ver cómo eso puede funcionar o no son los de Nueva Zelanda que cerró todo durante solo 7 semanas. En ese tiempo se logró el corte de la diseminación y transmisión del virus. Por otro lado está el caso de Perú, que supuestamente había anunciado un cierre estricto y prolongado pero la informalidad de su economía hacía que la gente saliera igual a la calle. Y esto hizo que no se frenará la diseminación del virus y que Perú obtuviera probablemente la más alta mortalidad en el mundo por millón de personas. La Argentina estuvo más cerca de Perú, que de Nueva Zelanda. Inició el cierre total el jueves 19 de marzo de 2020, pero realmente en muy poco tiempo mucha gente ya salía por necesidad económica para trabajar. Además se registraron muchos permisos de circulación truchos”.

Según estima el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME), de la Universidad de Washington, al 31 de mayo de 2022, hubo 6,9 millones de muertes reportadas. El doctor Luis Cámera, quien fue asesor del Gobierno al comienzo de la pandemia, integra como investigador este Instituto de métricas que hace el principal trabajo llamado Global Burden Disease. Cámera destacó la falta de notificación oportuna del brote inicial de COVID-19 al afirmar a Infobae: “Es un punto de capital importancia ya que por relato de una paciente mía en España ya en diciembre y enero se presume la existencia de COVID por la manera en que la gente padecía infecciones respiratorias”.

A dos días de declarada
A dos días de declarada la ASPO, Buenos Aires lucía desierta(21 de marzo de 2020). REUTERS/Matias Baglietto

Y señaló que los retrasos en el reconocimiento de la vía crucial de exposición en el aire del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, y en la implementación de medidas apropiadas a nivel nacional y mundial para frenar la propagación del virus “fue el principal error de la Organización Mundial de la Salud y de todos sus expertos, que también estaban en otros organismos como el CDC de Estados Unidos. Ya con la epidemia del Sars V1 y del MERS se presumía que la transmisión era aérea y esto fue negado en forma sistemática. Es un error/horror que a mí juicio es del tamaño de Júpiter”. También indicó que la falta de coordinación entre los países con respecto a las estrategias de supresión importa mucho, ya que todas las naciones se comportaron cuidando sus fronteras y no pensando en la difusión del virus, que terminó siendo muy marcada. “Esto es a causa de no saber cómo se transmitía el virus y desde ahí nace el error el trabajo coordinado que debería existir y que estuvo ausente”, sostuvo el especialista.

Respecto a la incapacidad de los gobiernos señalada por The Lancet, para examinar la evidencia y adoptar las mejores prácticas para controlar la pandemia y gestionar los efectos económicos y sociales de otros países, Cámera precisó: “Es muy difícil poder examinar la evidencia cuando se cometió el error de no saber y comunicar cómo era la transmisión del virus por lo tanto todo lo que se decía estaba enmarcado en un margen de error muy grande. Por otro lado creo que los países cuando implementaron las cuarentenas hicieron un esfuerzo mayor para controlar la economía, la salud mental y los aspectos sociales. Y respecto del déficit de financiamiento global para los países de bajos y medianos ingresos (LMIC), según la clasificación del Banco Mundial, no estoy capacitado para saber si esto ocurrió o tuvo algún impacto. Suena lógico desde lo intelectual pero recordemos que los principales problemas de la pandemia sucedieron en países con capacidad económica y sanitaria buena”.

"Bill" William Shakespeare, de 81,
"Bill" William Shakespeare, de 81, fue la primera persona en recibir la vacuna Pfizer/BioNTech en Gran Bretaña (Jacob King/Pool via REUTERS)

Para Estol, “la pandemia como todo problema de gran escala, exacerbó y multiplicó las inequidades usuales entre países de altos y bajos ingresos. Incluso dentro de países de altos ingresos como ha publicado en muchísimos trabajos Estados Unidos, se afirma que la pandemia afectó mucho más a personas de raza negra e hispanos que a caucásicos”.

Y agregó: “Teniendo en cuenta todo esto, uno debe cuestionarse hasta qué punto se podrían coordinar grandes esfuerzos con regiones tan diferentes en el planeta, no sólo en lo económico sino en lo cultural. Si bien los comentarios de la comisión de Lancet son absolutamente ciertos, pareciera que pueden ser muy difíciles de resolver. Sí sería razonable desarrollar un protocolo general aplicable a regiones diferentes para un futuro en que se sepa la forma de la utilización de los cierres o confinamientos para que efectivamente corten una transmisión viral. También el desarrollo de los tratamientos y el acceso a los mismos, como hoy ocurre con el medicamento antiviral Paxlovir por ejemplo, que tiene eficacia para evitar en casos graves pero tiene un acceso muy restringido debido a su alto costo”.

Los testeos se han casi
Los testeos se han casi frenado en todo el mundo, mientras aprendemos a convivir con el virus (REUTERS/Hannah McKay)

Respecto a la falta de garantía de un suministro mundial adecuado y una distribución equitativa de productos clave, incluido el equipo de protección, diagnósticos, medicamentos, dispositivos médicos y vacunas, especialmente para los países de bajos o menores ingresos (LMIC, por sus siglas en inglés), apuntada por The Lancet, Cámera afirmó que la mayoría los países lograron tener la provisión necesaria de los equipos de protección pero muchos de los atrasos fue a causa del error en la conceptualización de la transmisión del virus que provocó los atrasos en la fabricación de los elementos necesarios de protección.

También opinó sobre la falta de datos oportunos, precisos y sistemáticos sobre infecciones, muertes, variantes virales, respuestas de los sistemas de salud. “Creo que fue un punto deficiente que han tenido casi todos los países. Se ha puesto en evidencia que el registro de enfermedad en tiempo real era deficiente y particularmente el registro de mortalidad de los poblaciones también, a tal punto que dado el informe anterior estamos hablando de 7.000.000 de fallecidos por el Cov2 pero se presume que hay el doble. Pero los registros demográficos son muy deficientes al respecto”, sostuvo Cámera.

Millones de personas todavía no
Millones de personas todavía no han recibido ni una vacuna y están en riesgo (AP Photo/Brian Inganga)

Por su parte, Estol remarcó que es clave para afrontar una pandemia el hecho de saber también las características de la diseminación de acuerdo a la muralla de inmunidad de cada lugar. “Hoy hay 2500 millones de personas que todavía no se han vacunado en el mundo. Esto se tiene que evaluar al formular protocolos generalizables a partir de ahora. Hay que destacar que este análisis de estudio en realidad revela los problemas de salud pública que ya conocemos. Se sabe que con la suficiente inversión económica, hoy la malaria y la tuberculosis podrían ser eliminadas, especialmente de África en donde causan cantidad de muertes anuales muy significativas. Hay ocho millones de muertes por infecciones, muchas de las cuales podrían ser prevenidas”, sostuvo el experimentado médico.

Y concluyó: “Debemos recordar que en el mundo existe otra pandemia que es la que tiene como protagonista a la enfermedad cardiovascular que mata a 20 millones de personas por año. Y se la puede evitar cambiando los hábitos en nutrición, ejercicio, sueño, consumo de alcohol y cigarrillos. Sólo eso disminuiría muy significativamente la cantidad de muertes y discapacidad en el mundo. Creo que la pandemia por COVID fue demasiado compleja y el mundo demasiado heterogéneo como para hacer una crítica tan dura. La inequidad es un mal que debería poder mejorarse con las herramientas y el dinero de este siglo.

Para finalizar, Cámera hizo foco en la falta de lucha contra la desinformación sistemática. “Debo ser la única persona que no ve como problemático las fake news, ya que hoy si alguien dice algo falso, en menos de 12 horas queda totalmente desacreditada por la información correcta. Cuando yo era pequeño una información falsa podía llegar a durar eventualmente años. Así que la desinformación no fue algo dependiente y relacionado con boicoteadores, sino con expertos decían frases equivocadas, erróneas conceptualizaciones mal hechas. Y no me he preocupado por la gente malintencionada al respecto sino por los que teóricamente se suponía que sabían y decían cosas muy erróneas”.

Las vacunas han sido la
Las vacunas han sido la herramienta más eficaz para enfrentar la pandemia COVID-19 (REUTERS/Kevin Lamarque/File Photo)

“Sobre la falta de redes de seguridad globales y nacionales para proteger a las poblaciones en situación de vulnerabilidad, creo que han faltado redes globales, sin embargo hemos visto muchos ejemplos de cooperación internacional por lo tanto no estoy de acuerdo con este punto. Porque se ha fallado en varios puntos y ha habido otros puntos exitosos, como por ejemplo conseguir algunos antivirales de cierta utilidad terapéutica aprobados en la segunda mitad del 2020 y sobre todo el gran logro de las vacunas en un tiempo récord. Estos han sido puntos de capital importancia y en eso creo que los países han colaborado todos de alguna u otra manera para que ocurran estos éxitos parciales”, remarcó Cámera.

Y concluyó: “Para mí el error más importante cometido por Occidente fue su propia filosofía y patrón cultural. Cosa distinta al Lejano Oriente. A un hombre occidental le cuesta creer que un ser tan insignificante como un virus lo haya puesto de rodillas. Él solamente puede interpretar que ante esa situación lo puede poner otra persona, otro hombre o mujer. Por lo tanto la lucha de Occidente no ha sido contra el virus, sino la lucha del hombre combatiendo las políticas que querían implementar, generándose, una especie de grieta y de lucha interna y no una lucha centrada en el enemigo en común: el SARS-CoV-2″.

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