Ya sea que se opte por repelente, mangas largas o perfume de citronela, el temido zumbido de un mosquito siempre parece encontrar el camino de regreso a cada uno de nosotros, los humanos.
Los científicos y los fabricantes de repelentes saben desde hace tiempo que el dióxido de carbono (CO₂) exhalado al respirar o el octanol, un volátil presente en el sudor, son características muy atractivas para los mosquitos. Lo que no sabían y acaba de ser descubierto es que estos insectos tienen más de un receptor de olores y sabores en cada una de sus miles de neuronas olfatorias. Y esto los hace únicos en el reino animal.
Investigadoras de Estados Unidos descubrieron que las hembras del ‘Aedes aegypti’ tienen varios receptores en sus neuronas olfatorias, cuando el resto de animales solo tienen uno, lo que les proporciona una “atracción inquebrantable” hacia los humanos. El Aedes aegypti es además un atacante especializado: tan solo se nutre de sangre cuando es humana (teniendo en cuenta que tan solo los mosquitos hembra pican cuando necesitan proteínas para sus huevos) y evita picar a otros animales, ni siquiera a otros mamíferos.
Ahora los investigadores dicen que han encontrado el mecanismo detrás de la capacidad del insecto para perseguir incansablemente a los humanos, sugiere el estudio, que se publica en la revista científica Cell . “Descubrimos que hay una diferencia real en la forma en que los mosquitos codifican los olores que encuentran en comparación con lo que hemos aprendido de otros animales”, explicó la doctora Meg Younger, profesora asistente de biología en la Universidad de Boston y una de las autoras principales del estudio.
Investigadores de la Universidad Rockefeller, en Nueva York, quedaron desconcertados cuando los mosquitos de alguna manera todavía podían encontrar personas para picar después de haber eliminado de su genoma una familia completa de proteínas humanas sensibles al olor. Luego, el equipo examinó los receptores de olor en las antenas de los mosquitos, que se unen a los químicos que flotan en el ambiente y envían señales al cerebro a través de las neuronas. “Supusimos que los mosquitos seguirían el dogma central del olfato, que es que solo se expresa un tipo de receptor en cada neurona. En cambio, lo que hemos visto es que diferentes receptores pueden responder a diferentes olores en la misma neurona”, dijo Younger.
Esto significa que perder uno o más receptores no afecta la capacidad de los mosquitos para captar los olores humanos. Este sistema de respaldo podría haber evolucionado como un mecanismo de supervivencia, dicen los investigadores. Pese a no contar con un sistema nervioso central, las neuronas de estos mosquitos han roto los esquemas de los científicos. Y ha sido por culpa de los receptores dedicados al olfato con los que cuentan las neuronas de estos animales.
“El mosquito Aedes aegypti está especializado en picar a los humanos y se cree que evolucionó para hacerlo porque los humanos siempre están cerca del agua dulce y los mosquitos ponen sus huevos en agua dulce. Somos básicamente la comida perfecta, por lo que el impulso para encontrar humanos es extremadamente fuerte”, agregó Younger. En última instancia, dicen los investigadores, comprender cómo el cerebro del mosquito procesa el olor humano podría usarse para intervenir en el comportamiento de morder y reducir la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria, el dengue y la fiebre amarilla.
“Una estrategia importante para controlar los mosquitos es atraerlos a las trampas para eliminarlos de la población que los pica. Si pudiéramos usar este conocimiento para comprender cómo se representa el olor humano en las antenas y el cerebro de los mosquitos, podríamos desarrollar mezclas que sean más atractivas para los mosquitos que nosotros. También podríamos desarrollar repelentes que se dirijan a los receptores y las neuronas que detectan el olor humano”, precisó Younger.
La doctora Olena Riabinina, del Insect Neuro Lab de la Universidad de Durham, que no participó en la investigación, dijo: “Ya sabíamos que los mosquitos están programados para picar a los humanos, pero esta investigación nos dice que su sistema olfativo es diferente y más complejo de lo que pensábamos. Las intervenciones basadas en esta nueva información podrían ser muy prometedoras”.
Marta Andrés Miguel, del University College London, quien tampoco participó, agregó: “Este es un descubrimiento notable no solo desde una perspectiva de biología fundamental, sino también desde una perspectiva de control de enfermedades, ya que abre nuevos caminos para el desarrollo de novedosas herramientas para el control de mosquitos, ya sea para atraerlos a las trampas, o para repelerlos y evitar las mordeduras humanas”.
El equipo ha admitido que todavía queda camino por recorrer. Uno de sus próximos objetivos será comparar si los sistemas olfativos de otros mosquitos, especialmente los que no incluyen la sangre en su dieta, presentan este mismo mecanismo.
El equipo también quiere saber exactamente cómo la combinación de olores genera una suerte de efecto multiplicador en el cerebro de los mosquitos, en el cual parece que el total es mayor que la suma de las partes cuando se juntan el olor del dióxido de carbono que emanamos con los compuestos químicos que surgen en nuestra piel.
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