Cada vez que nos hacemos un chequeo médico, uno de los índices al que más se le presta atención es al colesterol. Y es común que nuestro médico de cabecera nos llame la atención cuando se detectan altos niveles de colesterol malo (LDL) y hasta nos felicite si observa que nuestro colesterol bueno (HDL) está en niveles correctos.
Inclusive, es usual en cualquier conversación familiar sobre salud que aparezca la pregunta: ¿Cómo te dieron los valores del colesterol? ¿Tenés del bueno o del malo?
Bueno, todo eso debería cambiar. “La división entre colesterol bueno y malo es incorrecta. Se ha utilizado durante muchos años, pero el colesterol no es ni bueno ni malo. Es un concepto antiguo erróneo que la ciencia y la evidencia científica ha demostrado en los últimos años”, afirmó a Infobae el doctor Pablo Corral, médico especialista en medicina interna, lipidólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL).
Según el experto, el colesterol es una sustancia grasa que está presente en todos los tejidos del cuerpo humano y es necesario para el normal funcionamiento del organismo. Sirve como materia prima para las membranas (paredes) de las células y para la síntesis (fabricación) de hormonas como por ejemplo los estrógenos y andrógenos.
“Pero no por tener HDL alto (el colesterol bueno) uno está protegido de las enfermedades cardíacas. No son un factor protector cardiovascular. Los médicos deberían dejar de perseguir el objetivo del colesterol HDL. No es bueno tenerlo muy alto ni tampoco muy bajo”, completó el experto. Y remarcó: “Hoy la ciencia no tiene forma de saber con precisión y midiendo, cómo funciona la lipoproteína HDL, ya que es muy compleja y tiene múltiples funcionalidades que la medicina todavía no ha desentrañado. Por lo tanto es un error seguir viejos preceptos”.
La afirmación de Corral se sostiene con un estudio científico publicado el año pasado por la revista ‘Metabolism Clinical and Experimental’, que afirma que no todo el colesterol bueno es saludable y la presencia de partículas grandes se podrían asociar a un mayor riesgo de infarto de miocardio. La investigación ha sido llevada a cabo por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), del Hospital Clínic-IDIBAPS, del IDIBELL, del Institut de Recerca de l’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza.
En este trabajo, los investigadores han analizado características genéticas que determinan el tamaño de las partículas de colesterol bueno, y, posteriormente, han estudiado su relación con el riesgo de presentar un infarto de miocardio. La conclusión es que aquellas características genéticas asociadas a la generación de partículas de colesterol bueno grandes tenían una relación directa con un riesgo más grande de infarto, mientras que las características genéticas asociadas a partículas de colesterol bueno pequeñas se relacionaban con un menor riesgo de infarto.
“Hay una relación causal positiva entre el tamaño de las partículas del HDL colesterol y el riesgo de infarto, por lo tanto, tenemos que conseguir incrementar los niveles de colesterol bueno en sangre, pero siempre en partículas pequeñas”, indica Roberto Elosua, investigador del IMIM y de la Universitat de Vic-Universitat Central de Catalunya (UVic-UCC).
“Las partículas de colesterol bueno son más efectivas a la hora de trasladar el colesterol al hígado para su eliminación. “Si tenemos que hacer alguna cosa con el HDL, es incrementar el número de partículas pequeñas, que son las que realizan de forma adecuada la función de eliminar el colesterol, las que realmente lo trasladan al hígado para su eliminación y no permiten que se acumule en las arterias y provoque enfermedades cardiovasculares”, agregó su colega Álvaro Hernáez.
Tipos de colesterol
Para llegar a los lugares del organismo donde es necesario, el colesterol es transportado por la sangre unido a proteínas denominadas lipoproteínas. Algunas lipoproteínas se encargan del transporte del colesterol sobrante desde los órganos hacia el hígado donde es reciclado. Estas lipoproteínas que retiran el colesterol se denominan HDL (sigla correspondiente en inglés a la expresión Lipoproteínas de Alta Densidad). Otras lipoproteínas transportan el colesterol desde el hígado hacia el resto de los órganos. Estas se llaman LDL (sigla en inglés para Lipoproteínas de Baja Densidad). El colesterol-LDL circulante se deposita en las paredes de las arterias y las daña causando obstrucciones (proceso llamado aterosclerosis). Por este motivo el colesterol-LDL debe ser bajo. Niveles altos de colesterol total implican más grasa en los tejidos y su acumulación en las arterias está asociada a mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
“El colesterol elevado se diagnostica con un análisis de sangre de laboratorio. En general, los expertos recomiendan hacerse la primera medición a los 20 años y luego cada 5 años si el resultado es normal, es decir, si el valor obtenido se encuentra por debajo de 200 mg/dl. Si el colesterol se encuentra elevado, el médico definirá el tipo de tratamiento y la frecuencia con que deben hacerse los controles”, recomienda la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).
El médico cardiólogo Carlos Reguera, jefe de las áreas de Cardiología y de Medicina Preventiva del Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (Ineba) explicó a Infobae que “hay que entender que muchas veces los factores de riesgo no anticipan la enfermedad, sino que son la enfermedad”. “Por ello debemos intensificar el cuidado y el control, focalizándonos en la prevención de cada uno en particular (hipertensión, diabetes, tabaquismo, sobrepeso, entre otros). Recordemos que actualmente las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la primera causa de muerte a nivel mundial”, agregó.
¿El aumento de colesterol provoca síntomas? La elevación de colesterol en sangre no provoca síntomas. No se relaciona con dolores de cabeza, cansancio ni otros síntomas. “Las manifestaciones de la dislipemia son sus consecuencias tardías cuando no se controló por largo tiempo y entre ellas cabe destacar la enfermedad coronaria (obstrucción de las arterias del corazón por depósito de grasas y otras sustancias) el accidente cerebrovascular, los aneurismas de aorta y la enfermedad vascular periférica (obstrucción de arterias de las piernas, riñones, cerebro).
Ante la ausencia de síntomas, es importante controlarse el colesterol periódicamente y realizar el tratamiento en caso de que fuera necesario. Las enfermedades cardiovasculares (ECV) se deben a trastornos del corazón y los vasos sanguíneos. En Argentina el sobrepeso y la diabetes son los factores de riesgo que más preocupan a los profesionales de la Salud. Asimismo, el colesterol elevado, la hipertensión arterial, el tabaquismo, el sedentarismo, el estrés y los factores hereditarios, también pueden ser causantes de éste tipo de patologías.
Se sugiere realizar un chequeo preventivo anual, el mismo debe contar con una consulta cardiológica inicial y estudios complementarios posteriores (análisis de laboratorio (con perfil de colesterol discriminado), electrocardiograma, ergometría, ecocardiograma y doppler de vasos de cuello.
A su vez, la Fundación Barceló brinda algunos consejos para fomentar un estilo de vida saludable, disminuyendo las probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares, conocidos como “Los 9 mandamientos”:
1- No fumar
2- Mantener niveles bajo de colesterol
3- Mejorar la alimentación (consumir más vegetales y frutas)
4- Controlar el peso
5- Abandonar la vida sedentaria
6- No abusar del consumo de alcohol
7- Evitar la hipertensión
8- Reducir el estrés
9- Vigilar de cerca la diabetes
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