A medida que transcurre el paso de la vida de una persona, puede tener más riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles, como cáncer, diabetes, infartos, hipertensión y ataques cerebrovasculares. Desde esa perspectiva se considera que los más jóvenes están “inmunes” a ese tipo de trastornos. Sin embargo, por diferentes factores relacionados con los cambios en los estilos de vida en la alimentación, la urbanización, la publicidad sin advertencias claras, el sedentarismo, entre otros, los jóvenes están ahora en mayor riesgo de padecer esas enfermedades.
Más allá del impacto actual de la pandemia por el coronavirus, las cardiopatías, el cáncer y la diabetes se encuentran entre las principales causas de muerte y discapacidad, pero son en gran medida prevenibles.
Para reducir el riesgo de que se desarrollen, los expertos señalaron que hay comportamientos saludables que se pueden adoptar para mejorar las probabilidades de estar bien y vivir más tiempo. “No hay duda de que la forma en que vives la primera mitad de tu vida no sólo influye en tu estado actual, sino que también afecta a la salud que tendrás en la segunda mitad de tu vida”, dijo Erin Michos, directora Asociada de Cardiología Preventiva de la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos.
Aquí van 5 trastornos que pueden afectar a los menores de 45 años y qué se recomienda hacer:
1- Diabetes
La diabetes de tipo 2 (es la diabetes más frecuente) se produce cuando el cuerpo no usa bien la insulina y no puede mantener el nivel de azúcar en sangre en un nivel normal. En tanto, la “prediabetes” es cuando los niveles de azúcar en sangre son más altos que lo normal pero aún no lo suficientemente elevados como para ser diagnosticados como diabetes de tipo 2.
Por una dieta poco saludable, el sedentarismo y la predisposición genética, hay jóvenes que pueden desarrollar diabetes tipo 2 o la “prediabetes”. Por eso, el Equipo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos recomienda que las personas con sobrepeso o con obesidad deben hacerse un análisis de sangre común para detectar a tiempo la llamada “prediabetes” o la diabetes a partir de los 35 años.
“Los médicos pueden prevenir graves complicaciones de salud sometiendo a los adultos con sobrepeso u obesidad a un cribado de prediabetes y diabetes”, afirmó la doctora Chien-Wen Tseng, integrante del panel de expertos en los Estados Unidos y directora de investigación del Departamento de Medicina Familia y Salud Comunitaria de la Universidad de Hawaii. Con un tamizaje adecuado, la diabetes puede detectarse y tratarse antes para mejorar la salud general. Si el resultado del análisis da normal, debe repetirse cada 3 años.
En cambio, si el chequeo muestra que una persona tiene prediabetes, la persona deberá adherir para acceder a intervenciones preventivas eficaces que pueden evitar o retrasar el desarrollo de la diabetes. Los cambios en el estilo de vida, como los ajustes en la alimentación y la actividad física, son eficaces para ayudar a prevenir la diabetes y también para mejorar el peso, la presión arterial y los niveles de colesterol. La metformina, un medicamento para la diabetes, también es una intervención eficaz que puede prevenir o retrasar la diabetes, pero tiene menos beneficios generales para la salud que los cambios en el estilo de vida que debe hacer la persona con los niveles alterados de glucemia.
2- Presión alta o hipertensión
Los jóvenes también pueden desarrollar una presión arterial alta y es por esa razón que deberían tomar en serio las señales de advertencia, según aconsejó la Sociedad Alemana de Medicina Interna. Los trastornos del sueño, los dolores de cabeza y los mareos son algunos de los indicios que apuntan a que se puede padecer esta dolencia. Si la presión arterial es muy alta, las personas pueden experimentar un dolor repentino en la parte superior del cuerpo, palpitaciones fuertes o la falta de aire en situaciones de estrés.
El problema es que la hipertensión suele pasar desapercibida y como no se trata durante mucho tiempo, en muchos casos va provocando daños en los órganos. Es por eso que se considera importante que los jóvenes no desestimen los posibles síntomas. Además, es recomendable que se puedan aclarar las posibles causas de la hipertensión.
El 7% de las mujeres de entre 20 y 34 años padecen hipertensión arterial en los Estados Unidos. Aunque la tasa puede parecer baja, el gran problema es que los adultos jóvenes tienen muchas menos probabilidades de ser diagnosticados y tratados por esta afección, según advirtieron las expertas Nilofer Saba Azad y Erin Donnelly Michos, de la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos.
Si no se trata, la hipertensión puede provocar enfermedades cardíacas en el futuro y es la principal causa de ataques cerebrovasculares (ACV). De hecho, el simple hecho de mantener la presión arterial bajo control reduce el riesgo de sufrir un ictus en un 48%.
Un profesional de la salud puede indicar el tratamiento para los jóvenes con presión alta. “Además de los cambios en los hábitos de vida, el control de la hipertensión requiere, como principal pilar del tratamiento, la administración periódica y sostenida de 1, 2 y -muchas veces- hasta 3 medicamentos, preferentemente combinados en un solo comprimido, para alcanzar los objetivos terapéuticos. Con frecuencia, como la presión elevada no da síntomas, la gente deja de tomar la medicación o considera que con reducir un poco la sal será suficiente: nada más desacertado”, señaló Pablo Rodríguez, médico especialista en Cardiología, Medicina Interna e Hipertensión Arterial y miembro de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial.
3- Cáncer
El consumo de alcohol desde temprana edad y una alimentación poco saludable son dos de los principales factores que predisponen al desarrollo de cáncer de colon en los adultos jóvenes. En todo el mundo, aumentan las tasas de cáncer colorrectal entre las personas menores de 50 años. El doctor Jeremy Jones, oncólogo de la Clínica Mayo en Jacksonville, Estados Unidos, describió los factores de riesgo que deben evitarse y las señales de advertencia que hay que tomar con seriedad.
Varias decisiones personales aumentan el riesgo de padecer cáncer de colon o del recto, como es beber mucho alcohol, consumir una alimentación alta en grasa y baja en fibra o no hacer ejercicio. “Tomar medidas para evitar el cáncer colorrectal no significa dejar completamente de comer carne, cuando es algo que uno disfruta. Mucho de todo esto depende de la moderación, pues es muy importante moderarse para prevenir un cáncer de colon”, afirmó el doctor Jones. Existen también otros factores de riesgo que están más allá del control de una persona, puesto que hay afecciones genéticas (enfermedades heredadas), como el síndrome de Lynch y la poliposis adenomatosa familiar, que pueden llevar a que los miembros de una familia tengan cáncer colorrectal en la juventud.
“Han cambiado los hábitos de alimentación en los últimos 20 o 30 años y hoy se está estudiando el impacto de los alimentos industrializados en el organismo y en el desarrollo del cáncer de colon y recto. Es muy difícil entablar una relación causal, de forma directa, ya que son muchos los factores que intervienen. Es evidente que hay un aumento de casos en pacientes jóvenes, incluso en aquellos que no tienen antecedentes genéticos”, afirmó el doctor Oscar Laudanno, Jefe del Departamento de Gastroenterología del Instituto de Investigaciones Médicas “Dr. Alfredo Lanari” y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE).
Estos datos se condicen con recientes estudios que se realizaron en animales, los cuales detectaron que consumir bebidas con jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), como algunas gaseosas, refrescos colas o jugos, predispone al organismo al desarrollo de lesiones oncológicas más grandes y más agresivas. “La ingesta de productos que no son saludables modifica la microbiota intestinal (MI) y hay cierto tipo de bacterias que le dan una impronta más agresiva al cáncer de colon”, señaló Laudanno. Al tiempo que indicó que la ingesta de alcohol se suma como un factor de impacto para el desarrollo de esta patología.
“Los jóvenes consumen cada vez más alcohol que, al metabolizarlo, produce acetaldehído, un producto químico tóxico que sería un carcinógeno humano sobre todo el tubo digestivo, particularmente sobre el intestino”, describió Laudanno. En ese sentido, la doctora Andrea González (M.N.1080), Jefa del Departamento de Alimentación del Hospital de Gastroenterología “Dr. Carlos B. Udaondo” y responsable del comité de nutrición de SAGE, señaló la importancia de la alimentación en la prevención de esta enfermedad. “Tenemos que hablar de un perfil de alimentación saludable, tener una mirada amplia y comprender que, además, tiene que estar enmarcada en un estilo de vida saludable, donde el ejercicio físico y la ausencia de estrés son claves”, agregó.
4- Infarto
Un infarto se produce cuando se bloquea el flujo de sangre que va al corazón. Por lo general, el bloqueo es una acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias que forman una placa en las arterias que alimentan el corazón. Generalmente, hay más riesgo de desarrollar la enfermedad cardiovascular después de los 50 años. Pero ahora estudios están señalando que hay más jóvenes menores de 45 años sufren infartos.
En España, los casos de infartos en personas jóvenes también son una preocupación. La causa puede ser la vida con menos actividad física de los últimos años, cada vez es más “sedentaria y con peores hábitos cardiosaludables”, según Diego Félix Arroyo, cardiólogo del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. El especialista presentó recientemente los resultados de un estudio en el congreso de la Sociedad Española de Cardiología, y advirtió que el infarto está aumentando en los jóvenes.
En México, cada vez más pacientes jóvenes menores de cuarenta años llegan al Instituto Nacional de Cardiología con un infarto. En este país, las enfermedades del corazón son desde hace dos décadas la principal causa de muerte que mata al día a 219 hombres y 190 mujeres. Sin embargo, en 2018 se posicionaron ya como la cuarta causa de defunciones entre jóvenes de 25 a 44 años de edad. En tanto, en la Argentina, un estudio descubrió que 1 de cada 10 infartos que se registra en el país ocurre en personas de menos de 45 años. Dentro de ese grupo etario, 4 de cada 10 se dan en mujeres. Estos casos se vieron particularmente relacionados con el tabaquismo y el componente heredofamiliar.
“Algo que se evidenció en el trabajo es que el tabaquismo tiene el doble de incidencia en pacientes jóvenes, comparado con aquellos que se infartan luego de los 45 años”, refirió el doctor Adrián Charask, médico cardiólogo, Asesor Científico del Área de Investigación de la Sociedad Argentina de Cardiología y coautor de la investigación. El estudio fue presentado en el marco del último Congreso Argentino de Cardiología. El componente hereditario también demostró ser relevante en los pacientes jóvenes. Si bien se trata de un factor de riesgo no modificable, sí sería importante que se invite a las personas con antecedentes familiares a cuidar aún más su salud en general y la salud cardiovascular en particular, ya que presentan un riesgo aumentado de desarrollar alguna de este grupo de enfermedades.
5- Ataque cerebrovascular (ACV)
El ataque cerebrovascular (ACV) es una de las enfermedades más graves que afectan a la persona por su alta mortalidad y también por la gran cantidad de secuelas que genera en muchos casos, si se sobrevive a ella. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que 15 millones de personas sufren un evento vascular cerebral al año en todo el mundo. De este grupo, 5 millones mueren y otros 5 millones sufren una discapacidad de por vida.
La enfermedad es un verdadero problema mundial, que se ha incrementado en los últimos años en todos los países a causa del actual ritmo de vida, el aumento del estrés y la diabetes y también el creciente consumo de droga, según destaca el prestigioso neurocirujano Pedro Lylyk, que participó del congreso organizado por la Asociación Estadounidense del Ataque cerebrovascular.
“Estuve en un congreso internacional de ACV en Nueva Orleans hace pocos días, un evento importante que reúne a 6.000 profesionales de 57 países. Y uno de los datos más importantes que se compartió, que se puede extrapolar a la Argentina y muchos otros países es el aumento de esta enfermedad en gente joven y una pequeña disminución en los últimos años en personas mayores de 75 años”, explicó Lylyk a Infobae.
Entre los síntomas del ACV, se encuentran la dificultad para hablar y entender lo que otros están diciendo, la parálisis o entumecimiento de la cara, el brazo o la pierna, los problemas para ver en uno o ambos ojos, el dolor de cabeza súbito y grave, que puede estar acompañado de vómitos, mareos o alteración del conocimiento, y problemas para caminar.
SEGUIR LEYENDO: