Como medio de transporte, como deporte o simplemente como paseo… Caminar forma parte central de nuestras vidas. ¿Pero lo hacemos correctamente?¿Lo aprovechamos lo suficiente? The Guardian entrevistó a Annabel Streets, autora de “52 Ways to Walk: The Surprising Science of Walking for Wellness and Joy, One Week at a Time” (52 maneras de caminar: La sorprendente ciencia de caminar para el bienestar y la alegría, una semana a la vez).
Según explicó la experta, la mejor hora para caminar dependerá de las rutinas de cada persona. “Si no duermes bien, tienes que caminar al menos 10 minutos en la primera hora después de despertarte y necesita estar al aire libre para decirle a tu cuerpo que vuelva a dormir dentro de 15 horas”.
Agrega que otra buena opción para este tipo de gente es un paseo a última hora de la tarde también, idealmente en un bosque. “Uno de los estudios que consulté descubrió que para las personas que caminaban por un bosque de pinos, el efecto era similar al de tomar un somnífero”.
Claro que si el paseo es para mejorar el estado de ánimo, apunta, “la ciencia dice que también salgas temprano”.
Para quienes odian las mañanas, los paseos nocturnos pueden ser buenos. Sobre todo si hay luna llena. “La persona media duerme 20 minutos menos en luna llena. Nuestros antepasados habrían utilizado la luz de la luna como una prolongación del día: estamos diseñados para estar fuera en ella”.
Qué pasa con quienes no tienen un bosque cerca o un parque donde se pueda ver el Sol o la Luna. Lo que Streets recomienda es prestar atención a la arquitectura. “Cuando identificamos patrón que se repite, como formas geométricas, nos relajamos instintivamente: nuestro cerebro produce ondas alfa que nos hacen sentir bien”, detalla.
Además, la experta desaconseja caminar mirando el móvil: “Podrías ser atropellado por un coche. Y no puedes oír el canto de los pájaros. Un estudio reveló que el canto de los pájaros levanta el ánimo de las personas que viven en ciudades”.
Es más, agregó que cuando se observa el horizonte el nivel de estrés baja, el cortisol desciende. “Por eso nos gustan las vistas”, explica.
Otra recomendación de Streets es buscar algún sitio donde haya agua porque el mejor aire para respirar al caminar debe estar lleno de iones negativos, lo que ocurre donde el agua se estrella, por ejemplo en una cascada. “Un estudio comparó diferentes grupos de cuidadores. Un grupo caminó cerca de cascadas, otro se quedó en el interior y otro caminó por las montañas. El grupo de las cascadas tenía mucha menos angustia psicológica, una mayor capacidad pulmonar y niveles mucho más altos de un anticuerpo llamado inmunoglobulina secretora, que se encuentra en el revestimiento de la mucosa de nuestra boca y nariz, y en nuestro intestino”, ilustra.
Para hacer este libro, Streets paseó a gran altura, por bosques, descalza, de espaldas y bajo la luna llena. Con la curiosidad como única guía, siguió ríos y rutas de peregrinación. Probó caminar con energía, con atención plena y a enumerar los olores mientras caminaba.
Los resultados se recogen en 52 breves capítulos, cada uno de los cuales se centra en una forma diferente de disfrutar de una caminata diaria o, como a Streets le gusta llamarla, de un paseo.
La experta ofrece docenas de formas innovadoras de hacer caminar a cualquier persona de cualquier edad o nivel de forma física. Los estudios demuestran que son muchos los beneficios que se obtienen incluso de un paseo muy corto o muy lento. Caminar en el frío, el viento y la lluvia también tiene sus propias recompensas, y se ha demostrado que los paseos por el barro mejoran el estado de ánimo, ayudan a la concentración y alivian el asma.
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