Dos años han pasado desde aquel 11 de marzo de 2020 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el mundo ingresaba en una pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 originado en China.
Argentina conoció ocho días antes el coronavirus, cuando se registró que un viajero proveniente de Europa había contraído el virus y estaba internado con síntomas leves. “El entonces ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, anunció el primer caso de coronavirus en el país. Se trataba de un empresario del rubro marroquinería porteño, de 43 años, que había regresado de una recorrida de varios países de Europa. El 7 de marzo de 2020, un hombre de 64 años se convirtió en la primera víctima fatal de la enfermedad en la Argentina y en Latinoamérica.
Nuestro país suspende las clases el 13 de marzo y cierra sus fronteras. Y el 19 de marzo: el presidente Alberto Fernández anunció el decreto 297/2020 de necesidad y urgencia (DNU) para que el país ingrese en “Aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) a partir del día siguiente, con fuertes restricciones a la circulación de personas y multas a quienes violen esas condiciones. El país contaba con 128 casos positivos. Los muertos en Italia (3405) superan a los de China (3245), lugar del origen de la pandemia.
Desde entonces han pasado muchas cosas positivas y negativas respecto a cómo el coronavirus golpeó en Argentina y las distintas respuestas sanitarias para combatir la enfermedad COVID-19, que al día de hoy suman casi 9 millones de infectados y más de 127.000 fallecidos.
El mundo tampoco la pasó bien. Desde la aparición del patógeno se contabilizan más de 454 millones de contagios y ya se superaron los 6 millones de muertos.
Según datos proporcionados por cada país y analizados y ordenados por expertos de la Universidad Johns Hopkins, de EEUU, Argentina se ocupa el lugar 11 º en el ranking de países con más infectados y 13º en cantidad total de fallecidos de una lista de 200 países. También, analiza que se ubica en el puesto 22º en cantidad de muertos por millón de habitantes.
Respecto a la vacunación contra la enfermedad COVID-19, Argentina se destaca en ser uno de los países que más ha vacunado a su población en el mundo. Según el Monitor Público de Vacunación, el país ya aplicó 94.773.522 millones de vacunas, en donde se contabilizan 40.466.592 personas con una dosis y 36.628.170 con dos dosis.
Eso totaliza el 80% de la población vacunada con esquema completo. Y llega casi al 90% con una sola aplicación. Además, hay 14.640.053 personas con una dosis de refuerzo y 3.038707 con una dosis adicional.
“En estos dos años de pandemia fueron tiempos muy difíciles de mucha angustia para todo el personal de salud y esenciales, principalmente al comienzo de la epidemia. Sabíamos poco del virus, como se transmitía, como tratar a los pacientes, quienes tenían más riesgo de hacer formas graves. Teníamos que salir de casa, exponernos al virus y vivir con el temor de contagiar a nuestra familia. Un virus de una familia conocida, pero con un comportamiento distinto con muy rápida expansión al mundo entero y que mataba aún a gente joven y sin enfermedades previas”, precisó a Infobae la doctora Liliana Vázquez, médica infectóloga (MN 67434), especialista en infectología perinatal y pediátrica en Funcei.
Sobre las estrategias llevadas adelante por Argentina, la experta afirmó: “Hubo distintas estrategias en el mundo, creo que la gran mayoría de los países, hoy hubiera hecho las cosas distintas. No hay una sola estrategia válida. Antes de la vacunación teníamos que evitar la aglomeración de gente, ya que la vía respiratoria es la principal vía de transmisión. Eso marca distintas estrategias, según las características de cada lugar. Lo que definitivamente no sirve es tener un solo plan para todo el país como tuvimos”.
Su visión coincide con la del doctor Ricardo Teijeiro, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), que indicó a Infobae que se aprendió muchísimo en estos dos años, que expuso que “Argentina no tienen una salud pública adecuada como para enfrentar este tipo de pandemia”.
“Empezamos a hacer diagnóstico en hospitales 6 meses después de la llegada del virus. Tuvimos que adaptar nuestro sistema de salud y derivar o cancelar otras patologías para atender solamente a gente con COVID. Eso no es una política de salud adecuada. Podrán decir que no se dejó de atender a nadie con coronavirus, pero la diferencia de atender, no atender o atender bien lo da el tiempo. Si para uno atender bien es atender a alguien después de 6 horas o bien reprogramar una operación de vesícula a 6 meses, me parece que no está bien. Por eso, tenemos que revisar la política de salud en nuestro país”, afirmó el especialista.
Y completó: “Podríamos haber actuado mejor. Hay tiempo para evaluar eso. Prefiero mirar para adelante lo que está por venir. La política influyó mucho en algunas determinaciones. Pero no creo que sea el momento de juzgarlo ahora. Todavía no salimos de la pandemia. Tenemos todavía 70 muertos y 6000 infecciones diarias”.
Luis Cámera, especialista clínico y uno de los médicos asesores del Gobierno al comienzo de la pandemia se diferenció de esta mirada y resaltó a Infobae: “La Argentina respondió muy bien de entrada, en la primera etapa de la pandemia, con la implementación de la cuarentena y se hicieron muchos esfuerzos para instrumentar un sistema de salud que diera cabida a las olas del virus que han venido. En el medio hubo dificultades internas en interpretar cuáles eran las restricciones que había que hacer y cuáles no, generando a veces contradicciones en las mismas. La interpretación de la política sanitaria para combatir el virus se transformó en una especie de postura política como si fuese a nivel nacional, con distintas posturas para combatir el virus. Para mí fue importante el combate inicial al virus para que haya menos fallecidos, más allá de los resultados finales. La intención fue muy valiosa”.
“En el mundo también se registraron cuarentenas muy estrictas. Pero la virulencia del patógeno hizo no alcanzar la eficiencia esperada. Eso fue juzgado en forma negativa por parte de la población en cuanto al manejo de la pandemia. Muchos países, incluida la Argentina, se confundió al enemigo y se culpaba al gobierno de turno por implementar medidas restrictivas. En ese sentido, el virus nos sacó ventaja. Esto sucedió sobre todo en occidente. La coherencia social y conducta de la sociedad ha sido la herramienta clave para combatir la pandemia. Allí nosotros hemos tenido divergencias políticas que pudieron alterar este resultado”, agregó el experto.
Y concluyó: “En Argentina hubo resultados aceptables respecto a la pandemia, aunque a priori hubiese querido tener mejores. Hemos tenido algunas cosas en contra. La primera fue el agotamiento de la población de las medidas restrictivas, por lo que se perdieron muchos de los controles. Un grupo grande no tuvo el control de alguna manera, entonces la población no se cuidó lo suficiente y tuvimos un rebrote en la primera mitad de 2021 muy fuerte, con la mala suerte de que aparecieron dos variantes muy agresivas como la Gamma (de Manaos) y Lambda (la Andina). La tasa de mortalidad en la segunda ola fue más alta de lo que hubiésemos querido. Simultáneamente, ya teníamos la posibilidad de contar con mucha cantidad vacunas, pero hubo problemas en la difusión de las mismas, básicamente la de AstraZeneca, que estaban prometidas en una cantidad muy grande para el primer tercio del año, probablemente porque hubo que mandar mucha cantidad a India por el surgimiento de Delta, u otros factores que desconozco. Las vacunas tardaron en venir. Lo mismo hubo dificultad para conseguir la vacuna de Sputnik. Eso provocó que la segunda ola la tuvimos que atravesar con poca gente vacunada. Si hubiésemos tenido esas vacunas más precozmente, no hubiésemos tenido la cantidad de muertos registrada”.
Situación epidemiológica actual
El país registra por séptima semana consecutiva un descenso pronunciado en la cantidad de casos de COVID-19. Con respecto al pico máximo de la pandemia, que tuvo lugar en la segunda semana de enero con más de 800.000 infectados, la baja en la última semana (semana epidemiológica 9) alcanzó el 97,76%. Esta tendencia se traduce también en la cantidad de personas internadas en terapia intensiva y fallecidas a causa de la enfermedad, que experimentan una disminución de seis semanas consecutivas. Mientras la cifra de personas internadas en UTI se mantuvo en un 11,71%, la mortalidad bajó un 54% en relación a la semana anterior.
Al 10 de marzo se registra un total de 76.477 casos activos, representando un 0,83% del total de casos registrados hasta la fecha (8.961.595). En lo relativo a camas de terapia (UTI) se ubica en el 39,5% a nivel nacional y un 39,9% en la región metropolitana del AMBA.
En cuanto a los casos fallecidos según condición de vacunación, en la semana epidemiológica 7 se registraron 6,3 muertes cada cien mil habitantes en personas sin vacunación. Este porcentaje desciende a 1,6 muertes en aquellas personas que cuentan con esquema incompleto de vacunación. En tanto, la cifra baja a 0,7 muertes por cada cien mil habitantes en aquellas personas completamente vacunadas. Respecto a la variante Ómicron, es importante destacar que ha desplazado a las demás variantes del virus y fue hallada con exclusividad en las muestras que fueron analizadas por genómica.
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