Para muchas personas, el desayuno, a menudo calificado como la comida más importante del día, es también el menos emocionante. Las opciones de la primera comida de la jornada frecuentemente reflejan necesidades utilitarias. Los alimentos suelen ser simples, rápidos y fáciles de preparar y comer, y se valoran por el aumento de calorías que revive el cuerpo y el cerebro después de una noche de descanso. Es por eso que cuando las personas encuentran una opción de desayuno que les gusta, según un reciente estudio científico, lo mantienen día tras día.
Cuando los investigadores evaluaron recientemente los hábitos alimenticios diarios de miles de sujetos de estudio de los Estados Unidos y Francia, vieron que las personas comían repetidamente lo mismo en el desayuno, y estaban felices de hacerlo. En comparación, cuando esas personas se sentaban a almorzar o cenar, esperaban una mayor variedad y querían una experiencia más placentera de sus comidas.
¿Por qué esas personas estaban satisfechas con tomar el mismo desayuno todas las mañanas? Los científicos sugirieron que los impulsores psicológicos, biológicos y culturales dan forma a nuestras expectativas para las comidas, y esos factores y nuestro entusiasmo por comer difieren según la hora del día.
A lo largo del día y de la noche, nuestros cuerpos siguen ritmos circadianos. Casi todas las formas de vida se adhieren a estos ciclos de 24 horas, que rigen los cambios físicos, mentales y de comportamiento. Por ejemplo, un horario de sueño típico en humanos sigue los ritmos circadianos relacionados con la luz. Decenas de miles de neuronas en el cerebro regulan este llamado reloj biológico para que nos sintamos somnolientos durante la noche cuando está oscuro y estemos más alerta cuando sale el sol durante el día, según los Institutos Nacionales de Ciencias Médicas Generales.
Los ritmos circadianos también afectan nuestros horarios de alimentación, y otros científicos han investigado previamente los vínculos entre los ritmos circadianos y las modificaciones en el tamaño y la variedad de las comidas que las personas ingieren a lo largo del día, según un estudio publicado en la edición de enero de 2022 de la revista Appetite.
Para esta investigación, los científicos cuestionaron si los factores psicológicos relacionados con los ritmos circadianos también podrían influir en lo que las personas comían en el desayuno, el almuerzo y la cena. Esas preguntas también interesaron a los investigadores debido a sus propios hábitos de desayuno, dijo el autor principal del estudio, Romain Cadario, quien además se desempeña como profesor asistente en la Escuela de Administración de Rotterdam en la Universidad Erasmus en los Países Bajos.
“Soy una persona francesa, por lo general busco mucha variedad en las cosas que como; esto es algo que la sociedad gastronómica francesa valora”, advirtió Cadario. “Al mismo tiempo, comía el mismo desayuno todos los días. Entonces, mi coautor y yo comenzamos a hablar sobre ese patrón de comportamiento”. Según admitió el científico en diálogo con WordsSideKick.com, su desayuno típico es una taza de café y una tostada.
El coautor del estudio, Carey Morewedge, profesor de la Escuela de Negocios Questrom de la Universidad de Boston, ha comido el mismo desayuno durante los últimos dos años: café, tostadas con mantequilla de almendras, “y un batido de aguacate, espinacas, proteína en polvo y plátano“, escribió en la revista Time en diciembre de 2021).
Practicidad vs. placer
Cadario y Morewedge examinaron estudios previos e identificaron dos objetivos que rigen la elección de comidas: utilitario, donde la practicidad es primordial; y hedónico, en el que el placer es más importante. Luego, los investigadores analizaron datos en los que un grupo de 1275 voluntarios estadounidenses y 2624 franceses informaron lo que comieron en diferentes comidas. El objetivo era encontrar patrones.
Descubrieron que en ambos grupos, el 68% de los participantes desayunaban los mismos alimentos al menos dos veces en una semana. Los franceses lo hacían incluso con más frecuencia que los estadounidenses (73% y 52%, respectivamente). En comparación, solo el 9% de las personas repitió una cena que ya había comido, y esta reiteración fue mayor para los norteamericanos (16%) frente a los galos (6%).
Los factores culturales en los EEUU y Francia pueden explicar por qué las personas buscarían menos variedad en sus desayunos, ya que “las prácticas laborales capitalistas les dan a muchas personas menos tiempo para seleccionar, preparar y consumir sus desayunos, en comparación con sus almuerzos o cenas”, escribieron los investigadores.
La biología y los ritmos circadianos, probablemente, también jueguen un papel; las personas tienden a estar más alerta al comienzo del día y, por lo tanto, estarían satisfechas con una elección de comida en la que no tienen que pensar demasiado. Pero más tarde en el día, cuando su energía decae, podrían desear una comida más estimulante para el almuerzo o la cena, sugirieron los científicos.
Luego, los investigadores propusieron que los factores psicológicos también podrían asignarse a los ritmos circadianos para empujar aún más a las personas hacia ciertas opciones de comidas. Temprano en el día, cuando los niveles de energía son más altos, las personas son más propensas a perseguir objetivos utilitarios y tomar decisiones prácticas. Esto hace que sea más probable que se guíen por la practicidad sobre el placer al desayunar y estén más inclinados a encontrar un desayuno que les guste y luego comer lo mismo una y otra vez, según el estudio.
Pero a medida que avanza el día, y la energía de una persona disminuye, al igual que la importancia de las metas utilitarias. La búsqueda del placer se vuelve más importante, y entonces una persona sería más propensa a buscar variedad en sabores y texturas.
Sin embargo, aunque la cultura, la biología y la psicología hacen que parezca natural buscar metas utilitarias para el desayuno, “podemos perseguir el placer y buscar la variedad si nos lo proponemos”, escribió Morewedge en la revista Time. De hecho, el análisis de los diarios de alimentos de los participantes del estudio mostró que los fines de semana, cuando las personas esperaban que el desayuno fuera más placentero, generalmente introducían más variedad en el menú del desayuno.
Al introducir conscientemente variaciones en los desayunos entre semana, incluso si eso significa un poco de trabajo adicional, el desayuno puede volverse mucho más agradable, lo que puede ayudar a establecer un tono más positivo para el resto del día, según Cadario. “Un poco de placer por la mañana te ayuda a empezar el día con el pie derecho”, concluyó.
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