Las secuelas del COVID-19 se han descripto, mayoritariamente, en adultos. Sin embargo, con las nuevas olas de contagio, los niños y los adolescentes empezaron a mostrar que las consecuencias de la enfermedad también los afectan. Recientemente, en las aulas europeas han comenzado a detectar que los chicos también padecen “niebla mental”, con lo cual su aprendizaje se posiciona como un desafío para los docentes.
Según los expertos consultados por Infobae, aún no existen datos certeros sobre cuál es su incidencia en los más jóvenes, aunque advirtieron que esta patología se suma a las consecuencias del aislamiento decretado por la pandemia en varias naciones. Incluso, destacaron que esta situación podría convertirse en un punto de inflexión para que las escuelas evalúen cómo captar la atención de los chicos en medio de un mundo cambiante.
Cómo detectar la niebla mental en los niños y los adolescentes
Cada día un nuevo síntoma o secuela se suma a la larga lista con la que cuenta el COVID-19. Algunas se había centrado casi exclusivamente en los adultos, una de ellas era la denominada “niebla mental”. Esta patología está descripta, principalmente, en los casos de long COVID o COVID prolongado. Es decir cuando los síntomas de la enfermedad persisten, entre uno y tres meses, de haber transitado la infección.
“La incidencia del long COVID varía bastante, pero se calcula que está entre el 10 y el 15% del total de los pacientes y no está necesariamente asociado con la severidad del cuadro, aunque es más frecuente en aquellos que han acusado el COVID-19 de una forma más grave”, explicó a Infobae Omar Tabacco (MP 8942), expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Tabacco señaló que esta patología generalmente se detecta en pacientes de mediana edad, aunque también se registran casos en niños y adolescentes. “No está muy clara la causa. A veces se especula con la persistencia del virus, aunque si ocurre después del síndrome inflamatorio multisistémico, esta tormenta inflamatoria que se presenta en algunos adolescentes, se estima que puede ser responsable de la persistencia de los síntomas”, afirmó.
“La niebla mental, que es esa sensación de confusión mental, está descrita sobre todo en adolescentes y se puede expresar como una falta de concentración, una afectación de la memoria a corto plazo, que también puede presentarse junto a la fatiga, el cansancio, la ausencia de ganas, los cambios del humor, falta de apetito o inclusive insomnio, con lo cual pueden estar asociados a esta sintomatología; ya que todos estos síntomas repercuten también en la capacidad de concentración”, señaló el expresidente de la SAP.
Por su parte, el médico pediatra Adrian Gianotti (MN 90998) explicó a Infobae que “la niebla mental es un término que se usa para describir un conjunto de síntomas relacionados con secuelas producidas por el COVID-19 y que, fundamentalmente, están vinculadas a la parte cognitiva, la dificultad para concentrarse y los trastornos en la memoria, los cuales se combinan con secuelas orgánicas y físicas”.
“Es un término que también se asocia algunas otras patologías, no solo al post COVID-19. No hay un porcentaje o una incidencia en pacientes pediátricos, pero sabemos que viene afectado a una gran parte de la población”, agregó el médico pediatra.
Según explicó Tabacco, “el diagnóstico es clínico y para detectarlo el médico clínico o el pediatra de cabecera deben revisar a los chicos y, mediante pruebas de laboratorio, descartar, por ejemplo, anemia porque muchos de estos síntomas también pueden asociarse con esa enfermedad”.
“Cuando se trabaja con chicos con problemas de atención o de memoria, el pediatra está muy atento a su etapa de aprendizaje y rápidamente busca aliarse con una psicopedagoga o un psicólogo para poder actuar sobre esa alteración. Generalmente, el comienzo de la consulta es por un dato familiar, alguna alteración en el comportamiento o algún comentario desde el colegio, en ese momento se hace una evaluación neuropsicológica o neurocognitiva para conocer el tipo de alteración y ayudarlo”, afirmó Giannotti.
La atención, la memoria y la concentración como construcciones del desarrollo
Más allá de la patología, los expertos advierten que la atención, la memoria y la concentración son factores cognitivos que se desarrollan desde el nacimiento. Se construyen en el crecimiento y las relaciones sociales.
“En el desarrollo cognitivo, fundamentalmente la formación de neuronas y las conexiones neuronales, tienen mucha incidencia los primeros tres años de vida, los famosos primeros 1000 días. Por la gran cantidad de patologías que pueden aparecer en los chicos pequeños, se puede confundir un deterioro en la concentración, la atención o la memoria con eventos fisiológico propios y secundarios al COVID-19”, dijo Giannotti.
En ese sentido, Liliana Volando, licenciada en Psicopedagogía y ex asesora pedagógica de la Dirección de Educación Especial de la Ciudad de Buenos Aires, afirmó que “las funciones de la atención y la memoria se construyen desde el nacimiento y se van desplegando a lo largo de la vida. Son sistemas funcionales que se van armando en función de estímulos, del trabajo, el contexto y las relaciones”. “Por ejemplo, cuando la mamá le da pecho a un bebé y sostienen la mirada, en ese momento se empieza a construir la atención”, aseguró.
En palabras de la especialista, la niebla mental post COVID también puede estar influenciada por “muchas circunstancias, como son, por ejemplo, los temores que se vivieron mientras se transitaba la enfermedad. Entonces no es tan fácil decir si es una consecuencia directa o si es la única causa”.
“Hablar disfunción implica hablar de un mal funcionamiento, pero con la pandemia hubo un cambio en la sistematicidad escolar. En 2020 hubo una escuela online o virtual y luego progresivamente se fue a la presencialidad, pero se han modificado tanto la forma como las propuestas. Se hizo una selección de contenidos, se priorizaron formas y maneras de abordarlos y esto influyó, también, en la atención o la memoria”, destacó.
En ese tono, Volando resaltó que la pandemia, como “evento inesperado e inexplicable”, también se posicionó como una alteración para estas funciones cognitivas. “Estar ‘encerrados’ durante meses era impensado y esto generó temor al entorno y a volver al armado de una vida hacia el exterior. Con lo cual se afecta la atención y la concentración porque ese niño o adolescente piensa en cómo defenderse y no en aquello que el docente le está ofreciendo. Para poder aprender tienen que estar tranquilos”, explicó.
Tratamiento o acompañamiento: un nuevo desafío frente a la niebla mental post COVID-19
Más allá del diagnóstico, los especialistas advirtieron que esta patología no cuenta con un tratamiento farmacológico, sino que es necesario desplegar un fuerte acompañamiento por parte de los expertos, las familias y la escuela. “Una vez hecho un diagnóstico por pruebas formales, uno puede buscar especialista idóneos. Hoy hay una gran cantidad de personas capacitadas y en condiciones de ayudar a estos chicos en lo cotidiano”, dijo Giannotti.
“Sabemos que la niebla mental puede afectar el aprendizaje, porque para aprender hay que estar atento, con ganas y motivado. Por eso los pediatras deben estar atentos para detectar este comportamiento, además de los padres y los docentes, para trabajar multidisciplinariamente”, Tabacco.
En ese tono, el expresidente de la SAP advirtió que “no hay un tratamiento específico efectivo” por lo cual afirmó que se pueden registrar mejoras cuando se fomenta una “vida sana; un descanso de, al menos, 8 horas diarias; una alimentación saludable; hacer actividad física y limitar las pantallas”. “Con esto seguramente se mejorará la sensación de nube mental”, agregó.
Volando, en tanto, señaló que las alteraciones en la memoria y la atención no se centran solamente en una patología, sino que también están relacionadas con el sistema de educación que se brinda en las escuelas, más aún luego de que las aulas se mudaron a las pantallas hogareñas.
“La pandemia generó un antes y un después. Pareciera que hay que volver a lo anterior, pero antes también había situaciones que no eran acordes a la niñez y la adolescencia. La escuela tiene que reflexionar sobre la calidad educativa y la cantidad de conocimiento que se brinda a los chicos”, puntualizó la psicopedagoga. “La escuela, muchas veces, está muy apurada en dar contenido y pierde de vista que un contenido puede revisarse en distintos años porque es un proceso que se extiende en el tiempo”, agregó.
La especialista afirmó, además, que no se debe evaluar a “la niebla mental o la disfunción de atención como un eje central sin ubicarlo en un contexto porque quedarían soluciones parciales. Padres y docentes tenemos que estar atentos no solo para ver esta situación, sino también para acompañarlos y conectar con ellos. No desde un lugar patológico, que tiene que ver con medicación, sino desde la escucha y el acompañamiento, porque sino a esta situación se les suma la angustia”.
“Hoy los niños no son similares a los de hace 30 o 40 años y no todos los niños pueden tener esta patología, por eso debemos hablar de un problema que abre preguntas y nos involucra como sociedad porque se han modificado las rutas cognitivas y cuando uno presta atención necesita que el otro le devuelva esa atención. No solo en las escuelas, sino también en la vida familiar y social”, concluyó Volando.
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