En 2010 Doug Olson pasó a ser el segundo paciente en recibir una terapia experimental contra el cáncer que convierte a las células inmunitarias en cazadoras de tumores, la llamada terapia CAR-T. Semanas después, el médico le dijo: “No podemos encontrar ni una sola célula cancerosa en tu cuerpo”. Olson estaba bastante convencido de que había terminado con su enfermedad, una leucemia linfocítica crónica.
Más de 10 años después, ahora se sabe que el tratamiento funcionó. Las células inmunitarias siguen patrullando la sangre de Olson, quien ya no tiene la leucemia. “Ahora podemos concluir que las células CAR-T pueden curar realmente a los pacientes con leucemia”, dijo Carl June, uno de los científicos que hizo la investigación que fue publicada en la revista Nature ayer.
El primer paciente tratado con CAR-T fue Bill Ludwig, quien también se mantuvo libre de cáncer hasta su muerte por Covid-19 en enero de 2021. Pero tanto el caso de Ludwig como el de Olson son parte de que la prueba de concepto de la terapia podría funcionar.
Las terapias con células CAR-T consisten en extraer las células del sistema inmune, que se llaman células T- de una persona con cáncer. Luego se las altera genéticamente para que produzcan proteínas conocidas como receptores de antígenos quiméricos (CARs en inglés) que reconozcan a las células cancerígenas. Las células alteradas se vuelven a infundir en la persona, con la esperanza de que busquen y destruyan los tumores.
Durante los últimos años, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ya aprobó cinco terapias con células CAR-T para tratar leucemias, linfomas y mielomas. Se calcula que decenas de miles de personas han recibido tratamiento con células CAR-T. Aunque se trata de una terapia es cara, arriesgada y técnicamente exigente. Sigue siendo un último recurso que se utiliza cuando todos los demás tratamientos han fracasado.
A pesar del éxito del tratamiento para Olson, no todos los pacientes experimentan la disminución o desaparición duradera de los signos y síntomas del cáncer. Al principio, sólo un 25-35% de los receptores de células CAR-T con leucemia linfocítica crónica experimentaban una remisión completa de su cáncer.
Con el perfeccionamiento, ese porcentaje ha aumentado a lo largo de los años, pero algunos de estos éxitos iniciales siguen dando lugar a recaídas. El seguimiento del tratamiento a largo plazo podría revelar pistas sobre qué factores son importantes para el éxito duradero de las células CAR-T. Durante más de diez años, David Porter y sus colegas en la Universidad de Pensilvania analizaron las células CAR-T de Olson y de otra persona tratada en 2010, rastreando la evolución de las células y buscando cualquier signo de problemas de seguridad.
Descubrieron que las células T CAR persistían, pero las características de la población cambiaban con el tiempo. Poco después de la infusión, surgió una población prominente de células T llamadas CD8+. Esas células se denominan a veces células T asesinas, y pueden identificar y destruir células que presentan proteínas inusuales, como las células cancerosas o las infectadas por un virus.
Pero con el paso de los años, un tipo diferente de célula T CAR se convirtió en dominante. Los linfocitos T CD4+ pueden asumir diversas funciones en el sistema inmunitario. Los investigadores demostraron que los dos participantes en el estudio tenían linfocitos CD4+ con características que sugerían que serían capaces de eliminar las células de la leucemia.
Los dos pacientes que han recibido un seguimiento no presentaron ningún signo de leucemia, según informaron los científicos en Nature. No está claro si las células T CAR mataron todas las células de leucemia poco después de ser introducidas, o si las células que siguen patrullando son capaces de destruir cualquier célula de leucemia antes de que alcancen niveles detectables.
En 2017, la terapia experimental que recibieron Ludwig y Olson, ahora conocida como “Tisagenlecleucel”, se convirtió en la primera célula CAR-T aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), para el tratamiento de pacientes pediátricos y adultos jóvenes con leucemia linfoblástica aguda. La terapia también fue aprobada para ciertos tipos de linfoma en 2018.
“Históricamente, si estos cánceres no reaparecen en un plazo de dos a cinco años, la probabilidad de recaída es baja”, dijo el doctor Hagop M. Kantarjian, presidente del departamento de leucemia del Centro Oncológico M.D. Anderson de la Universidad de Texas.
“El impacto potencial de las CAR-T es tremendo”, consideró Nirali Shah, hematóloga pediátrica del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos en Bethesda, Maryland. Este estudio “ofrece una prueba de concepto sobre la seguridad de la persistencia e integración a largo plazo de las células T en el organismo”. Sin embargo, la experta señaló que aún falta saber si los buenos resultados que se lograron con los dos pacientes con leucemia linfocítica crónica se pueden trasladar a otras enfermedades.
En este momento, se están realizando esfuerzos para utilizar las células CAR-T en el tratamiento de tumores sólidos, como los de próstata y para glioblastoma. En enero, los investigadores informaron del éxito de la utilización de las células para destruir el tejido cicatricial del corazón, un enfoque que podría utilizarse algún día para tratar la fibrosis cardíaca.
“Es un gran hito. Hace pensar en todo lo que ha pasado en los últimos 10 años”, dijo Marcela Maus, inmunóloga del Centro Oncológico del Hospital General de Massachusetts que no participó en el trabajo.
“Estos dos primeros pacientes fueron bastante notables en términos de remisión a largo plazo, y los sujetos de una publicación que realmente catalizó todo el campo. Esto dio lugar a una gran actividad en el ámbito de la biotecnología y el desarrollo clínico de la terapia CAR-T”, destacó la especialista.
Además Maus comentó: “El nuevo trabajo describe realmente con gran detalle lo que ocurrió con los dos primeros pacientes. Como inmunóloga, es realmente interesante ver la evolución de una respuesta muy específica de las células T, cuando se sabe exactamente el día en que entraron y tuvieron una exposición, y luego se siguió cuidadosamente durante 10 años”.
La investigación sigue en la Universidad de Pensilvania. “Se ha comenzado a probar las células T de nueva generación en más cánceres sanguíneos, incluidos los linfomas, y contra los desafiantes cánceres de tumores sólidos”, dijo el autor principal del estudio Carl H. June, profesor y director del Centro de Inmunoterapias Celulares y el Instituto Parker para la Inmunoterapia del Cáncer en la Universidad. “Esperamos con interés la siguiente fase de investigación y mejoras, incluyendo la mejor manera de utilizar este enfoque para dirigirse a otros tipos de cáncer y enfermedades”, agregó.
Olson ahora tiene 75 años y vive en Pleasanton, California. Se considera un hombre “afortunado”. Aún se sorprende por la increíble coincidencia de que su oncólogo fuera investigador en ese ensayo clínico sobre CAR-T hace una década. Él aceptó la propuesta de participar en el estudio.
Durante los años posteriores a su tratamiento, Olson retomó su carrera en el ámbito del diagnóstico médico. Se comprometió a mantenerse sano y su hijo le convenció para que corriera media maratón. Ya completó 6 carreras. Intenta darles esperanza a otras personas con cáncer: “Si no hay una cura para su cáncer hoy, hay una posibilidad razonable de que a la vuelta de la esquina la haya”.
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