Dos años se cumplirán este 31 de diciembre desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recibió la primera notificación sobre casos de una neumonía de tipo desconocido detectados en China, que resultaron producto de un nuevo coronavirus.
Catalogado como SARS-CoV-2, el nuevo patógeno se convirtió en pandemia, mucho antes de la declaración tardía de la OMS en marzo y ha provocado hasta ahora casi 5,5 millones de muertes y más de 278 millones de casos alrededor del mundo. Pero el virus que siguen provocando preocupación en los gobiernos de todo el mundo y alarma ante la posibilidad de un nuevo colapso sanitario, es distinto al que fue detectado a fines de 2019.
Desde el comienzo de la pandemia, el coronavirus que causa el COVID-19 ha estado mutando. Su código genético fue cambiando lentamente a medida que se propaga de persona a persona por todo el mundo. Durante la mayor parte de ese tiempo, las mutaciones no parecían significativas en cuanto a la peligrosidad del virus. Algunas de esas mutaciones incluso debilitaban el virus.
Sin embargo, a lo largo de estos dos años pandémicos, aparecieron variantes que sí merecieron atención. Algunas fueron clasificadas como de interés y otras de preocupación por su mayor transmisibilidad o por las posibilidades de que aumente la cantidad de casos que requieran hospitalización o reduzcan la eficacia de vacunas y tratamientos.
La mayoría de los cambios o mutaciones que atravesó el SARS-CoV-2 original tienen escaso o nulo efecto sobre las propiedades del virus. Sin embargo, algunos cambios pueden influir sobre algunas de ellas, como por ejemplo su facilidad de propagación, la gravedad de la enfermedad asociada o la eficacia de las vacunas, los medicamentos para el tratamiento, los medios de diagnóstico u otras medidas de salud pública y social.
Variantes de preocupación y de interés
La OMS, en colaboración con asociados, redes de expertos, autoridades nacionales, instituciones e investigadores, ha estado vigilando y evaluando la evolución del SARS‑CoV-2 desde enero de 2020. La aparición de variantes que suponían un mayor riesgo para la salud pública mundial, a finales de 2020, hizo que se empezaran a utilizar las categorías específicas de «variante de interés» (VOI) y «variante preocupante» (VOC), con el fin de priorizar el seguimiento y la investigación a escala mundial y, en última instancia, orientar la respuesta a la pandemia de COVID-19.
Alpha, Beta, Gamma, Delta y Lambda son las cuatro VOC. También se distinguen las VOI, variantes de interés, que son Eta, Iota, Kappa y Lambda. En el coronavirus que causa la enfermedad COVID-19, hay una cadena de 30.000 letras que representan propiedades químicas y que conforman su genoma. Para replicarse, el coronavirus se une al exterior de una célula humana y luego entra en ella: secuestra la maquinaria celular y la dirige para que haga copias del virus.
Cuando una célula infectada produce nuevos coronavirus, ocasionalmente comete pequeños errores de copia que se llaman “mutaciones”. Cuando los científicos observan que hay mutaciones distintivas que aumentan su frecuencia se habla de “variante”, como ocurre ahora con Ómicron. A medida que pasa el tiempo y con más contagios y en la medida que haya poblaciones que aún no están vacunadas, se está favoreciendo a que haya más mutaciones del virus.
¿Cuáles son las más peligrosas?
Registrada por primera vez en Europa, y llamada originalmente D614G, esta primera variante fue la que desplazó en primera instancia al linaje original de Wuhan en el Viejo Continente entre febrero y marzo de 2020 y causó la primera ola -pico- de casos en junio, tras convertirse en todo el mundo en la prevalente. Luego, en este mismo período, apareció 20A.EU1, en el noreste de España y se propagó a gran velocidad en el resto de Europa, contribuyendo a la segunda ola, de otoño en el hemisferio norte.
-Alpha
Esta variante de coronavirus de rápida propagación embota la primera línea de defensa del cuerpo, lo que podría explicar por qué es más transmisible que las variantes que circulaban anteriormente, según un estudio de la infección de células por SARS-CoV-2.
Desde que se detectó por primera vez en el Reino Unido a fines del año pasado, la variante B.1.1.7, también llamada Alfa, ha dado la vuelta al mundo para convertirse hace pocos meses en la forma dominante de SARS-CoV-2. Algunos estudios muestran que la capacidad de Alfa para superar las variantes que circulaban anteriormente podría provenir de mutaciones en su proteína de punta que le permiten ingresar a las células de manera más eficiente.
Pero un estudio publicado en bioRxiv sugiere que la variante también tiene trucos relacionados con mutaciones fuera de la proteína de pico. Estas mutaciones probablemente significan que pocas horas después de infectar a una persona, Alfa suprime la defensa de respuesta rápida que el cuerpo monta contra todos los invasores. Al bloquear esta “respuesta inmune innata”, el virus se compra más oportunidades para infectar a otras personas, advierte una investigación publicada en la revista científica Nature. Esto ayuda a Alfa a “lidiar con la inmunidad innata o esconderse de ella, y creemos que es importante para la transmisión”, dice Clare Jolly, viróloga del University College London, quien codirigió el trabajo.
-Beta
La variante B.1.351 o variante sudafricana es una de las que más riesgo supone en estos momentos debido a su capacidad para evadir la inmunidad de ciertas vacunas. Se cree que genera una reducción de hasta 12 veces en la eficacia de la vacuna desarrollada por Moderna. En un estudio publicado en la revista científica Science Mag, se hace referencia a los resultados de un estudio in vitro que demostró cómo varios anticuerpos monoclonales no eran capaces de neutralizar esta variante.
Los resultados también reflejaron una disminución en la capacidad de neutralización de sueros de pacientes convalecientes de hasta 9 veces. En el caso de los pacientes vacunados con el suero de la farmacéutica, la respuesta inmune contra el virus fue entre 10 y 12 veces menor. Los niveles de anticuerpos mejoraron, eso sí, al aplicar una dosis de refuerzo de esta misma vacuna modificada. Los primeros resultados de los ensayos en fase II con una dosis de refuerzo de la vacuna diseñada específicamente contra esta variante consiguieron niveles altos de anticuerpos neutralizantes tanto frente la variante B.1.351 como a la brasileña (P.1). Es tal su virulencia, que Sudáfrica, donde fue detectada por primera vez, técnicamente entró en la tercera ola del coronavirus.
-Gamma
El estado de Amazonas, en el norte de Brasil, es una de las regiones más afectadas por la epidemia de COVID-19 y experimentó dos oleadas de crecimiento exponencial a principios y finales de 2020. Mediante un estudio de epidemiología genómica basado en 250 genomas de SARS-CoV-2 de diferentes municipios de la región muestreados entre marzo de 2020 y enero de 2021 un equipo de trabajo de la Fundación Oswaldo Cruz de Manaos determinó que la primera fase de crecimiento exponencial fue impulsada principalmente por la difusión de la variante B.1.195 que fue reemplazada gradualmente por la B.1.1.28, cuando todavía no se vinculaba a las variantes o linajes con la ciudad de origen sino con el nombre científico del laboratorio.
La segunda ola coincide con la aparición de la variante P.1 o llamada de Manaos o Gamma, que evolucionó a fines de noviembre y reemplazó rápidamente al linaje parental en menos de dos meses.
-Delta
La variante Delta de COVID-19, una de las variantes de preocupación según la OMS, por su alta contagiosidad (más del 60% del virus original) y no por su letalidad, presente actualmente en más de 180 países, es hoy uno de los ítems de esta pandemia por el virus SARS-COV-2 que más preocupa a la comunidad científica porque para impedir su transmisión se necesitan sociedades completamente vacunadas con el portfolio de inmunizaciones vigentes contra el COVID-19.
El mundo está viviendo una nueva ola de rebrotes por COVID-19 debido a la expansión de la variante Delta, surgida en la India en diciembre del 2020. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que la mutación, que ya representa más de tres cuartas partes de los nuevos casos de COVID-19 en muchos países, será la predominante en todo el planeta en los próximos meses. Y los propios Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los EEUU admitieron semanas atrás que sus últimos estudios determinaron que las personas vacunadas pueden contagiarse y contagiar a otras, aunque ratificaron que las vacunas son altamente efectivas.
Así como se aprendió a esta altura que el virus no sabe de fronteras, es probable que al igual que ocurrió con la cepa original y las otras variantes, una vez que Delta entra a los países, comienza a circular e impacta más desfavorablemente -con mayor riesgo de hospitalización- en la población más vulnerable. Si bien las vacunas COVID-19 han hecho un trabajo extraordinario para acabar con las enfermedades y la muerte, los no vacunados están asumiendo las mayores dificultades, especialmente en Estados Unidos, que tiene una población que incluye a unos 50 millones de niños menores de 12 años y son aquellos a quienes todavía no se les ha aceptado aplicar la inyección.
-Ómicron
Desde hace tres semanas que el coronavirus tiene una nueva cara más amenazante llamada Ómicron, la variante del SARS-CoV-2 detectada por primera vez en Sudáfrica el 24 de noviembre.
Apenas 48 horas después, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la caracterizó como variante de preocupación directamente, sin perder tiempo en posicionarla como variante de interés, debido a la gran cantidad de mutaciones que tenía respecto al virus original surgido en Wuhan, China, hace exactamente dos años.
“Esta variante tiene una gran cantidad de mutaciones, algunas de las cuales son preocupantes. La evidencia preliminar sugiere un mayor riesgo de reinfección con esta variante, en comparación con otros COV (variante de preocupación). Se ha detectado a tasas más rápidas que los aumentos repentinos de infección anteriores, lo que sugiere que puede tener una ventaja de contagios y por ello, de crecimiento”, afirmó la OMS en un comunicado esta semana.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió que hay “evidencia robusta” de que las personas que han sido vacunadas contra el COVID-19 o aquellas que se infectaron, “pueden contraer la variante Ómicron”, cuya propagación se acelera día a día alrededor del mundo, por lo que llegó a pedir que se cancelen las Fiestas de Fin de Año.
Desde Ginebra, dijo que la información sobre Ómicron indica que esta variante circula “de forma más rápida que las anteriores” y que “es probable que los vacunados y los que se han curado de COVID-19 se infecten o reinfecten”.
El responsable llamó a todos a “una toma de conciencia” frente a esta situación a escasos días de las festividades de fin de año, señalando que “es mejor cancelar las celebraciones ahora y celebrar la vida mañana”, a “celebrar hoy y estar de luto mañana”. “Esto es muy serio y estamos muy preocupados (por Ómicron)”, recalcó Tedros, quien agregó que los reportes que indicarían que esta variante causa una enfermedad más moderada que Delta (la variante predominante en todo el mundo) podrían no ser representativos.
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) dijo que espera que Ómicron se convierta en la variante dominante en la UE con más del 50% de los casos entre enero y marzo de 2022. La variante se extendió en un mes en más de 89 países.
La secuenciación genética efectuada a la nueva variante mostró que portaba una gran cantidad de mutaciones preocupantes. B.1.1.529 tiene más de 50 mutaciones en su genoma respecto a la secuencia original de Wuhan, 32 de ellas en la región de la proteína S.
Nueve mutaciones aparecen en otras variantes Alfa, Beta, Delta, Gamma. Once son nuevas. Quince mutaciones están en la zona de unión al receptor (RBD) y algunas (N440K, S477N, Q498R) podrían influir en su capacidad de infectar células. Otras pueden afectar a la transmisibilidad (H655Y, N679K, P681H), y las hay que pueden causar cambios en la proteína y afectar a su reactividad con los anticuerpos.
Para los especialistas, más que el número de mutaciones, lo que conviene analizar es el efecto que pueden tener todas juntas. Una cosa es la mutación en el genoma y otra muy distinta el efecto que pueda tener en la biología del virus. El efecto no tiene por qué ser acumulativo, pueden darse fenómenos de compensación: el efecto de una mutación puede compensarse con el de otra. Pero esta variante acumula mutaciones que se han relacionado con un posible escape inmunológico y un posible aumento de la transmisibilidad.
Otras variantes, en observación
La OMS alerta a su vez sobre cuatro variantes de “interés”. Kappa es la cepa que proviene de Delta, ciertamente menos contagiosa y menos preocupante. Eta fue detectada en Nigeria en diciembre de 2020: tiene la mutación E484K, que llegó a 69 países sin prevalecer (algunos casos también hubo en Italia). Iota se extendió rápidamente a la ciudad de Nueva York a partir de noviembre de 2020. Se ha mantenido principalmente en Estados Unidos. Tiene la mutación E484K.
Lambda se identificó por primera vez en Perú en agosto de 2020. Detectada en 29 países, tiene altos niveles de difusión en América: 33% en Chile, 23% en Perú, 20% en Estados Unidos. Lambda tiene tres mutaciones “peligrosas”: T76I y L452Q aumentarían el poder de contagio, de hecho L452R es común a la variante que se ha extendido en California (Epsilon), conocida por ser más transmisible. La tercera mutación está indicada con RSYLTPGD246-253N: se encuentra en la parte terminal de la proteína espiga y gracias a ella Lambda podría tener el poder de escapar de los anticuerpos creados por las vacunas, pero según los primeros estudios sería una resistencia “modesta”, lo que sugiere que las vacunas pueden funcionar igual.
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