En los últimos días, Sudáfrica, el país donde se registró por primera vez el 22 de noviembre a la nueva variante del coronavirus llamada Ómicron, ha experimentado una notable baja en los contagios de la enfermedad COVID-19.
Sudáfrica ha sido el primer país en detectar la variante Ómicron y el mundo está atento a cualquier señal de cómo se puede desarrollar para tratar de comprender lo que puede haber detrás de su aparición. El país alcanzó un máximo de 37.000 casos nuevos en todo el país el 12 de diciembre, pero las cifras comenzaron a caer a alrededor de 15.424 contagios ayer. En la provincia de Gauteng, la más poblada de Sudáfrica con 16 millones de habitantes, incluida la ciudad más grande, Johannesburgo, y la capital, Pretoria, la disminución comenzó antes y se mantiene a la baja.
El ministro de Salud de Sudáfrica, Joe Phaahla, marcó un notable descenso de las hospitalizaciones por coronavirus en el país africano durante esta cuarta ola de contagios, la mayoría por la variante Ómicron, frente a repuntes anteriores de la enfermedad.
Concretamente menos de un 2 por ciento de hospitalizados en la segunda semana de la cuarta ola, en comparación con el 19 por ciento de hospitalizados durante la segunda semana de la tercera ola (donde la mayoría de los casos pertenecían a la llamada variante delta, mucho más contagiosa que la versión “original” del virus). Ahora mismo hay 7.600 personas hospitalizadas en Sudáfrica, menos de la mitad del apogeo de la segunda y tercera olas, según ha añadido por su parte la directora de la agencia de respuesta del Gobierno sudafricano frente a las enfermedades contagiosas, Michelle Groome.
Comparando estos datos, los responsables sanitarios han indicado que la nueva variante podría ser, tal y como apuntan ciertos estudios en el país, menos grave. Sin embargo, Sudáfrica ha registrado en los últimos siete días más de 20.000 contagios diarios, muy por encima de los 4.400 de la ola previa, lo que evidencia la altísima velocidad de contagio. Los expertos también han avisado a otros países de que la situación en Sudáfrica es difícil de comparar al resto del mundo: ocho de cada diez sudafricanos han padecido la COVID-19, por lo que tienen cierto nivel de protección frente a nuevos episodios de la enfermedad.
Si bien los recuentos diarios de casos de virus son notoriamente poco fiables, ya que pueden verse afectados por pruebas desiguales, retrasos en los informes y otras fluctuaciones, los números están ofreciendo una sugerencia alentadora, lejos de ser concluyente todavía, de que las infecciones por Ómicron pueden retroceder rápidamente después de un pico feroz como el que vivió el país africano.
“La notable caída de Sudáfrica en los nuevos casos de COVID-19 en los últimos días puede ser una señal de que el dramático aumento impulsado por los Ómicron en el país ha superado su punto máximo”, dicen los expertos médicos sudafricanos.
“La caída de nuevos casos a nivel nacional combinada con la caída sostenida de nuevos casos que se observa aquí en la provincia de Gauteng, que durante semanas ha sido el centro de esta ola, indica que hemos superado el pico”, Marta Nunes, investigadora senior de Vacunas y El departamento de análisis de enfermedades infecciosas de la Universidad de Witwatersrand, dijo a The Associated Press.
“Fue una onda corta y la buena noticia es que no fue muy grave en términos de hospitalizaciones y muertes. “No es inesperado en epidemiología que un aumento muy pronunciado, como el que vimos en noviembre, sea seguido por una disminución pronunciada”, agregó la experta.
A la hora de cuantificar este descenso es necesario tener en cuenta que la positividad de los test realizados en este país es superior al 30%. Según la OMS, ese número debería rondar el 5% para garantizar que la capacidad de detección de casos sigue el ritmo de la transmisión del virus.
Cada día se realizan algo más de 50.000 test en Sudáfrica, una cifra que tiene ciertas subidas y bajadas, pero que no tiene la misma flexibilidad que los contagios para multiplicarse. También es posible que en la medida en que haya casos que estén siendo leves, ni siquiera se estén reportando.
Sin embargo, las señales de ralentización o estabilización de Ómicron en Sudáfrica sí parecen tener base si se miran además otros indicadores. El virólogo Tevor Bedford ha explicado en el New York Magazine Intelligencer que con la tasa de reproducción que tenía Ómicron al inicio en Sudáfrica, se debería infectar el 90% de la población. “Por lo que estamos viendo, la ola está rompiendo antes de llegar a eso”, señala.
Además, los ingresos hospitalarios parecen mostrarse estabilizados y no han alcanzado la severidad de otras olas. El profesor de Yale Howard Forman ha realizado un cálculo aproximado. Las hospitalizaciones en el pico de ómicron han sido la mitad que las de delta a pesar de que ha habido más contagios. Los casos de UCI han sido la cuarta parte.
La provincia sudafricana de Gauteng vio cómo sus números comenzaron a aumentar drásticamente a mediados de noviembre. Los científicos que realizaron secuenciación genética identificaron rápidamente la nueva variante Ómicron altamente mutada que se anunció al mundo el 25 de noviembre.
Significativamente más transmisible, Ómicron alcanzó rápidamente el dominio en Sudáfrica. Se estima que el 90% de los casos de COVID-19 en la provincia de Gauteng desde mediados de noviembre han sido Ómicron, según las pruebas.
Y el mundo parece estar siguiendo rápidamente, con Ómicron ya superando la variante delta como la cepa de coronavirus dominante en algunos países. En los EEUU., Ómicron representó el 73% de las nuevas infecciones la semana pasada, dijeron los funcionarios de salud, y la variante es responsable de aproximadamente el 90% o más de las nuevas infecciones en el área de Nueva York, el sureste, el medio oeste industrial y el noroeste del Pacífico.
Los casos confirmados de coronavirus en el Reino Unido han aumentado en un 60% en una semana, ya que Ómicron superó a delta como la variante dominante allí. A nivel mundial, la variante se ha detectado en al menos 89 países, según la Organización Mundial de la Salud. En Sudáfrica, a los expertos les preocupaba que el gran volumen de nuevas infecciones abrumara a los hospitales del país, a pesar de que Ómicron parece causar una enfermedad más leve, con significativamente menos hospitalizaciones, pacientes que necesitan oxígeno y muertes.
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