Ante el surgimiento de la nueva variante del coronavirus, Ómicron, al principio se consideró que la mayoría de las personas que habían completado el ciclo (generalmente de dos dosis) de vacunas COVID-19 durante 2021, estaban protegidas contra la enfermedad. También se pensaba que las personas que ya habían sido infectadas estaban bastante seguras.
Sin embargo, los indicios cada vez más certeros del modo en que esta nueva variante logra evadir la inmunidad anterior, los expertos deben recalcular sus predicciones y reevaluar cuán vulnerables pueden ser sus países frente a esta amenaza con más mutaciones que tienen a infectar más que la anterior variante Delta.
Aunque está probado que ocurre una gran disminución en la protección proporcionada por las vacunas frente a Ómicron, los primeros estudios en Sudáfrica muestran que una infección previa reduce el riesgo de contraer Ómicron en alrededor de dos tercios. Además, la eficacia de la vacuna contra la infección sintomática se restablece al 75% mediante una dosis de refuerzo. También hay indicios de una buena protección para las personas que han recibido doble pinchazo y han tenido una infección previa, aunque la inmunidad disminuye con el tiempo.
Estos cambios en la definición de buena protección requieren nuevas formas de evaluar qué países están mejor defendidos contra la próxima ola de infecciones.
Los países que están bien protegidos contra Delta son aquellos con un gran número de personas que recibieron doble pinchazo o que se infectaron previamente.
Los países que probablemente tengan la mejor protección contra Ómicron son aquellos que han administrado muchos refuerzos, o que tienen muchas personas que han sido sometidas a doble pinchazo y previamente infectadas.
El Imperial College de Londres estimó el porcentaje de la población que podría tener estos diferentes niveles de protección en 102 países. Utilizando datos sobre el número probable de infecciones en el país y el número de personas que han recibido vacunas, calcularon la probabilidad de que un ciudadano determinado haya sido infectado, vacunado o ambos.
Los países de América del Sur con altos niveles de infección previa y buenas tasas de vacunación parecen estar mejor preparados para la nueva variante, como Argentina, Chile y Uruguay, que también tienen uno de los programas de refuerzo más avanzados.
En la mayoría de los países, es probable que menos de la mitad de las personas tengan la protección adecuada contra Ómicron. En Gran Bretaña y Estados Unidos, estimaron que, a finales de noviembre, alrededor del 49% y el 43% de los ciudadanos, respectivamente, habían recibido un refuerzo o habían recibido doble pinchazo e infectado. Países como Australia, China, Nueva Zelanda y Noruega, con sólidos programas de vacunación pero pocas infecciones previas y un lento despliegue de refuerzos, son particularmente vulnerables a la nueva variante.
Una menor protección
Ómicron tiene una constelación de mutaciones (50) que cambian tanto la forma en que se propaga como sus síntomas. La evidencia preliminar sugiere que las infecciones de esta variante pueden estar causando menos casos lo suficientemente graves como para requerir ingreso hospitalario y que la persona atraviese COVID-19 de manera grave.
Pero las mutaciones que contiene también lo hacen más transmisible. Y muchos más casos de una enfermedad, aunque sea menos grave, también pueden abrumar a los hospitales. Según los primeros datos científicos obtenidos, Ómicron es mejor que otras variantes para evadir los anticuerpos producidos por una infección previa por COVID -19 o por vacunación contra el coronavirus. Los estudios de Gran Bretaña y Sudáfrica han demostrado que esto se traduce en un riesgo de reinfección entre tres y ocho veces mayor que la variante Delta anterior.
“Con las pruebas limitadas con las que contamos, parece que la Ómicron tiene una ventaja cualitativa sobre la delta. Se propaga más rápidamente que la variante delta en Sudáfrica, donde la circulación de la delta era baja, pero también parece propagarse más rápido que la variante delta en otros países en los que la incidencia de la delta es alta, como en Reino Unido”, informó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en una actualización técnica.
Pero por el momento, la falta de mayor información impide afirmar si la tasa de transmisión de Ómicron se debe a que logra sortear la inmunidad, a que sus características la hacen más contagiosa o una combinación de ambos factores.
Y los datos de Gran Bretaña muestran que el nivel de protección contra la infección sintomática después de dos dosis de las vacunas AstraZeneca-Oxford o Pfizer-BioNTech, entre las mejores contra Delta, cae sustancialmente cuando se enfrenta a Ómicron. Investigaciones de Sudáfrica, Suecia y Alemania muestran que Ómicron, como se temía, causa una pérdida de protección inmunológica, pero no por completo.
En un estudio sudafricano de plasma sanguíneo de personas que recibieron dos dosis de la inyección Pfizer-BioNTech, hubo una caída de 41 veces en los niveles de anticuerpos bloqueadores de virus en comparación con la cepa que circulaba al comienzo de la pandemia. Investigadores alemanes respaldaron los resultados de Sudáfrica, encontrando una caída de hasta 37 veces en los anticuerpos contra el Ómicron frente a la variante Delta, dijo la viróloga Sandra Ciesek del Instituto de Virología Médica de la Clínica Universitaria de Frankfurt a cargo del estudio.
La OMS advirtió que Ómicron podría provocar aumentos repentinos de “consecuencias severas” debido a que hace que el virus sea más transmisible. Aún así, el aumento en los casos en Sudáfrica después de la aparición de Ómicron no ha abrumado a los hospitales hasta ahora, lo que ha provocado cierto optimismo cauteloso de que la nueva cepa puede causar una enfermedad mayoritariamente leve.
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