Simposio INECO: el papel de las neurociencias en la construcción del bienestar de la pospandemia

La Fundación INECO realizó la segunda edición del Simposio Virtual Internacional de Neurociencias y Bienestar con reconocidos profesionales argentinos e internacionales. Herramientas para lograr un mejor estado de la comunidad

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El 2° Simposio Virtual Internacional
El 2° Simposio Virtual Internacional sobre Neurociencias y Bienestar organizado por INECO, que se desarrolló con la participación de destacados especialistas de distintas áreas, tanto del país como del exterior (Getty Images)

A las 14 hs de esta tarde se dio inicio al 2° Simposio Virtual Internacional sobre Neurociencias y Bienestar organizado por INECO, que se desarrolló con la participación de destacados especialistas de distintas áreas, tanto del país como del exterior. La temática abordada mediante el título “Habilidades del futuro, conocimiento y bienestar para la comunidad. Perspectivas de las neurociencias”, se centró en el papel de las neurociencias en la construcción y el desarrollo del bienestar.

Este campo de la ciencia que investiga el funcionamiento de los distintos aspectos del comportamiento humano, ha encontrado evidencias de que “el bienestar tiene repercusiones a nivel biológico, emocional y conductual que son positivos. Cuando uno está en un estado de bienestar, tiene una mejor función cognitiva, mejor aprovechamiento del tiempo y esto contribuye a mejorar el bienestar general de la sociedad”. Así describió a una de las misiones de las neurociencias Julián Bustín, jefe de la Clínica de Gerontopsiquiatría y Memoria de la Fundación INECO y uno de los coordinadores científicos del encuentro.

En el transcurso de una amplia jornada, 12 expertos brindaron a toda la comunidad en forma virtual las herramientas prácticas, los ejemplos claros y consejos “para que la gente pueda conocer distintos aspectos del bienestar y de esa manera lograr una mejor estado de la comunidad en general”, subrayó Bustín, que junto a Fernanda Giralt Font, coordinadora del Área de Bienestar de INECO y también coordinadora científica del Simposio, fueron los coordinadores científicos del simposio.

Más de 5.000 personas de Argentina como del exterior formaron parte del simposio. Las exposiciones comenzaron con las palabras introductorias de la presidenta y directora Ejecutiva de la Fundación INECO, Teresa Torralva, quien aseguró que “en estos tiempos tan complejos alcanzar el bienestar ocupa sin duda alguna un lugar central en el campo de la salud”. Y explicó: “Algunas habilidades que creemos serán clave para alcanzar el bienestar de la comunidad son: el pensamiento crítico, la inteligencia social, la resiliencia, la diversidad, la interacción digital, la creatividad, el pensamiento innovador y adaptativo, y el manejo de las emociones. Este simposio se enfocará en el papel que tienen las neurociencias en la construcción y el desarrollo del bienestar, y en cómo las neurociencias del bienestar puede contribuir a la reestructuración de las políticas públicas en diversos ámbitos”.

En el transcurso de una
En el transcurso de una amplia jornada, 12 expertos brindaron a toda la comunidad en forma virtual las herramientas prácticas, los ejemplos claros y consejos “para que la gente pueda conocer distintos aspectos del bienestar para de esa manera lograr una mejor estado de la comunidad en general”

Enseguida, le dio la palabra a Barry Schwartz, profesor emérito de psicología en el Swarthmore College y profesor visitante en la Haas School of Business de Berkeley, que aseguró: “Las personas están descubriendo que las cosas ya no son como antes. La mayoría de los seres humanos saldremos de este trauma resignando parte de nuestra libertad en aras de nuestra seguridad. Por eso, es fundamental encontrar un equilibrio entre la seguridad y libertad”.

Para el especialista, “subestimamos la importancia de la seguridad cuando las cosas marchan bien. La seguridad es más importante que la riqueza. Algunas culturas imponen a las personas de manera opresiva, otras culturas intentan liberarse de estas expresiones. Cuando todo marcha bien, las personas se liberan pero subestimamos lo que ocurre en un mundo con tanta incertidumbre. Luego ocurren eventos drásticos adquiere importancia la seguridad”.

“La ineficiencia es algo que no sirve. Si queremos progresar hay que transformarse en algo más eficiente. Aumentar la eficiencia es algo bueno. Pero, si bien la eficiencia es buena cuando es excesiva no lo es tanto. Una motivación excesiva hace que las personas se vuelvan nerviosas. Hay un cambio en el concepto de eficiencia y de libertad. Se puso en evidencia nuestra falta de preparación y fue difícil de manejar. Esto nos prepara para la próxima pandemia”, concluyó.

Barry Schwartz es profesor emérito
Barry Schwartz es profesor emérito de psicología en el Swarthmore College y profesor visitante en la Haas School of Business de Berkeley

Este simposio de la fundación buscó dar respuesta a algunas de las mismas cuestiones que el primero realizado el año pasado en medio de la pandemia por COVID-19, aunque ya en una etapa de menores restricciones y en momentos en que se comienza a vislumbrar una salida a la crisis sanitaria.

Los temas tratados por los 12 expositores invitados, tanto en charlas individuales como en mesas redondas, fueron los siguientes: bienestar y sociedad, habilidades del futuro, educación resiliencia urbana, envejecimiento activo, crecimiento postraumático, recursos humanos y organizaciones, neuroplasticidad, emoción y prácticas contemplativas y nuevas tecnologías.

Algunas de las mesas estuvieron focalizadas en el impacto y en la salida de la pandemia. Una de ellas, por ejemplo, fue la que presentó Leticia Daguerre, psicóloga y profesora de la Universidad Católica de Uruguay, bajo el título “Crecer en el trauma. Un desafío para estos tiempos complejos”, a fin de abordar tópicos como la resiliencia.

“Todos estamos rodeados de forma directa o indirecta a eventos traumáticos como violencia comunitaria, violencia de género, desastres naturales, diagnósticos de enfermedades, entre otros. La persona que sufre un hecho traumático siente la incapacidad de afrontarlo y genera sentimientos de indefensión. Lo que define el impacto de ese evento es un interjuego entre la intención objetiva del hecho y la capacidad de la persona para afrontarlo”, sostuvo la experta.

Y añadió: “Las investigaciones muestran que en la población general hay un 10 a 20% de posibilidades de desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEP) y un 30 a 40% son víctimas que desarrollan dicho estrés de manera directa, luego de haber atravesado determinados sucesos. No hay forma correcta o incorrecta de reaccionar ante estos eventos porque cada uno lo hace como puede y tiene diferentes formas de resolver cada vivencia traumática. A veces se estigmatiza a las personas que sufren un evento traumático y no reaccionan de forma sintomática o patológica”.

Lo que Daguerre buscó responder fue si existía la posibilidad de salir mejor de un evento impactante en nuestras vidas. “Hay personas que desarrollan una reconfiguración positiva posterior a un evento traumático. Aprenden y generan un cambio en los esquemas cognitivos previos que hacen que se vuelque en un crecimiento positivo. Esto es lo que se denomina crecimiento postraumático (CPT)”, aseveró.

"En la población general hay
"En la población general hay un 10 a 20% de posibilidades de desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEP) y un 30 a 40% son víctimas que desarrollan dicho estrés de manera directa" (Getty Images)

Los expertos aportaron herramientas para lograr el bienestar aún durante estos tiempos anormales de crisis sanitaria y profundizaron acerca de “cómo una situación que fue absolutamente traumática para todos uno la puede tomar como un punto de partida para un crecimiento personal”, remarcó Bustín.

En el marco de la exposición, Craig Ritchie, profesor de Psiquiatría del envejecimiento en la Universidad de Edimburgo, disertó sobre enfermedades cerebrales. Ritchie ha sido autoridad en ensayos clínicos sobre demencia y Alzheimer. “En la antigüedad, para poder identificar estas patologías había que esperar a que la persona estuviera muerta, y así se podría estudiar su cerebro. Hoy en día tenemos la capacidad de identificarlo mucho antes en el proceso. Y cuanto antes las enfermedades sean diagnosticadas, más efectivo será el tratamiento”, dijo.

Además, de las disertaciones individuales se llevaron a cabo tres mesas redondas sobre educación, políticas públicas y organizaciones. El aporte del simposio en torno de los tiempos del COVID-19 abarcó, además, “la mesa de organizaciones que se centró en el mundo del trabajo, en toda la transformación que ha tenido el área laboral durante la pandemia, con la digitalización que se llevó a cabo, el home office y los cambios que significó la pandemia a nivel laboral”, aportó Giralt Font.

“El futuro ya no es lo que era: después de esta pandemia nos encontramos con situaciones laborales diferentes a las anteriores. Por ejemplo, aumentó el porcentaje de puestos relacionados con la tecnología, en donde ha aumentado en un 25% la demanda de este tipo de profesionales. Un cambio muy importante que ha ocurrido también es el de la proximidad física. En consecuencia, ha aumentado el teletrabajo lo que nos obliga a reducir considerablemente nuestras interacciones sociales”, remarcó la disertante Pilar Jericó, empresaria, consultora y profesora de escuelas de negocio española.

"La educación es un aparato
"La educación es un aparato sumamente complejo que cuesta mucho cambiar” (REUTERS)

Sobre el panorama que vislumbra en términos de la educación del futuro, Rafael Bisquerra, presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB) y catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, destacó: “¿Cómo hacemos para atravesar todo esto que venimos conversando, todos estos temas entre el aprendizaje basado en trabajar con la creatividad, con las emociones, con el bienestar en el aula, la tecnología? Con educación emocional, porque los grandes problemas de la humanidad en el siglo 21, probablemente tengan que ver principalmente con unas necesidades personales y sociales que no están suficientemente atendidas en las áreas académicas ordinarias”.

“Ninguna de las áreas académicas contiene de forma eficiente a la prevención de ansiedad, estrés, depresión, consumo de sustancias, suicidio, violencia, lo cual son manifestaciones del analfabetismo emocional. Las investigaciones en el campo de la inteligencia emocional, competencias emocionales, educación emocional, neurociencia, psicología positiva y la psiconeuroinmunología han aportado evidencias y orientaciones sobre qué podríamos hacer. Sin embargo en la educación hay una inercia que cuesta mucho cambiar. La educación es un aparato sumamente complejo que cuesta mucho cambiar”, finalizó Bisquerra.

A la mesa “Políticas Públicas para el mundo que viene” la integraron Andrés Malamud, investigador principal en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa y Rosa Suriñach, coordinadora de Alianzas, Divulgación e Incidencia Política de las Naciones Unidas. “El bienestar ha pasado a estar en el ámbito privado al ámbito público. Más del 90% de lo que ha sido el impacto de la pandemia ha pasado en zonas urbanas. Cuando hay crisis o grandes impactos, se empieza a hablar de resiliencia y se empieza a trabajar en cómo conseguir el bienestar y la capacidad de mantener la ciudad en su ritmo habitual. Concibe el hecho de poder mantener la poder mantener la capacidad de la ciudad de funcionamiento bajo cualquier tipo de impacto o de crisis”, indicó Suriñach.

Por último, como ejemplo de algunas de las herramientas para la construcción y el desarrollo del bienestar, el profesor Richard Davidson, investigador y fundador del Center for Healthy Minds de la Universidad de Wisconsin-Madison, disertó sobre la meditación y el mindfulness. “Podríamos comenzar a nutrir nuestra mente con estas simples prácticas”, sostuvo.

 “A través del bienestar
“A través del bienestar uno puede lograr disminuir el riesgo de tener enfermedades y disminuir el riesgo de tener problemas de atención” (EFE)

Para redondear el concepto impulsor del simposio, Bustín advirtió sobre la necesidad de enfocarse en la búsqueda del bienestar y ya no tanto en la enfermedad, como viene ocurriendo al menos desde hace un año y medio, cuando dio inicio la actual epidemia mundial. “Estos tiempos nos han demostrado que el paradigma está cambiando y tratamos de centrarnos en lograr un estado de bienestar y no estar todo el tiempo centrándonos en las enfermedades”, dijo.

Y explicó: “A través del bienestar uno puede lograr disminuir el riesgo de tener enfermedades y disminuir el riesgo de tener problemas de atención”. Porque “así como originalmente la definición de salud tenía que ver con no padecer enfermedades, ya desde hace unos cuantos años la salud se define no sólo como la ausencia de enfermedad sino como el completo estado de bienestar físico, psicológico y social”, redondeó Giralt Font.

“Apuntamos a la salud desde ese lugar, desde la posibilidad de construir salud y bienestar en forma primaria”, remarcó. Por eso, dijo Bustín, “todas las personas van a poder sacar algo de estas charlas para su propio bienestar personal y de esa forma también transformarlo para el bienestar de la comunidad”.

Porque “los estados positivos como el bienestar también funcionan como un antídoto para el estrés porque cuanto más desarrollado tenemos el bienestar mayor amortiguación hay para resistir al estrés”, manifestó Giralt Font, lo que “también produce un impacto a nivel neurofisiológico en ese sentido el bienestar”.

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