En el cuerpo humano, se pueden almacenar depósitos de grasa por el excedente de energía ingerida. El principal reservorio de grasa es el tejido adiposo blanco. Pero también existe un tejido adiposo marrón, que permite “quemar” la grasa almacenada, y se ha convertido en un potencial blanco de la investigación para reducir los niveles en aumento de la obesidad en el mundo. Científicos en China han descubierto ahora un mecanismo molecular que interviene en la producción de la grasa marrón. Podría llegar a ser útil para generar terapias contra la obesidad, un problema que se agravó con la pandemia del COVID-19.
Se trata de una señal en el sistema inmune que fomenta la producción de “grasa marrón”, según un nuevo estudio publicado en la revista de acceso abierto PLOS Biology por Zhonghan Yang, de la Universidad Sun Yat-Sen de Guangzhou, en China, y colegas. El hallazgo podría conducir a nuevas formas de reducir la obesidad y tratar los trastornos metabólicos.
El color marrón de ese tejido adiposo se debe a su alta concentración de mitocondrias, que son como usinas eléctricas de la célula. Las mitocondrias queman moléculas de alta energía como las grasas y los azúcares con oxígeno, liberando energía. Normalmente, esa energía se almacena como ATP, la moneda energética que la célula utiliza para casi todas sus actividades. Pero en la grasa marrón, las mitocondrias acumulan una proteína llamada “proteína de desacoplamiento-1” que limita la producción de ATP, generando calor en su lugar.
Durante mucho tiempo, se pensó que el tejido adiposo marrón era importante en recién nacidos para regular la temperatura corporal, pero que desaparecía en adultos. Pero recientemente se describió que los seres humanos mantienen el tejido adiposo marrón en edad adulta. Se activa para generar calor, utilizando ácidos grasos y glucosa.
Ese hallazgo potenció la aparición de proyectos para encontrar diferentes formas de activar la termogénesis en el tejido adiposo marrón para perder peso, mejorar la salud cardiovascular y controlar la diabetes. En Europa, se llevó a cabo el proyecto DIABAT entre el 2011 y el 2015. Participaron centros de investigación de 12 países europeos.
Las investigaciones continúan avanzando. Se ha encontrado que la presencia de tejido adiposo marrón está relacionada con un menor riesgo cardiovascular. Y que podría reducir el riesgo de las complicaciones asociadas a la obesidad, como la diabetes, hipertensión o niveles de lípidos elevados en sangre. Los expertos igualmente advierten que lo ideal es no acumular grasa en exceso. Pero la esperanza es que los depósitos de grasa blanca puedan convertirse en grasa marrón como una posibilidad para desacelerar la epidemia de obesidad.
Según la Organización Mundial de la Salud, en 2016 alrededor del 13% de la población adulta mundial (un 11% de los hombres y un 15% de las mujeres) eran obesos. Entre 1975 y 2016, la prevalencia mundial de la obesidad se ha casi triplicado.
Trabajos recientes, entre ellos los de los autores del nuevo estudio, han revelado que las citoquinas -que son moléculas de señalización del sistema inmune- intervienen en la regulación de la grasa marrón. Para profundizar en esa regulación, los autores manipularon los niveles de la citoquina interleucina-25. Demostraron que un aumento de la citoquina podía imitar los efectos tanto del frío como de la estimulación de un receptor hormonal en el aumento de la producción de grasa marrón en ratones.
Rastrearon la cadena de señalización y demostraron que la molécula investigada ejercía sus efectos a través de otras dos citocinas, que a su vez regulaban las células inmunitarias llamadas macrófagos. Esas células actuaban sobre las neuronas que terminan en el tejido adiposo marrón, promoviendo un aumento de la producción del neurotransmisor norepinefrina, que ya se sabía que promovía la producción de grasa marrón. Así, el trabajo de los autores reveló la secuencia de señales reguladoras que comienza con la IL-25 y termina con la liberación de norepinefrina y el aumento de la grasa marrón.
Los autores demostraron que la administración de interleuquina-25 a ratones que seguían una dieta rica en grasas evitaba que se volvieran obesos y mejoraba su capacidad de mantener la respuesta a la insulina, que está deteriorada en la obesidad crónica.
“Nuestros resultados demuestran que la interleucina-25 desempeña un papel clave en la producción de grasa marrón”, dijo Yang, “y apuntan hacia el aumento de la señalización de la interleucina-25 como un tratamiento potencial para la obesidad”.
El trabajo estuvo financiado por la Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China, la Fundación de Ciencias Naturales de la Provincia de Guangdong, entre otras instituciones. Aclararon que los financiadores no tuvieron ningún papel en el diseño del estudio, la recopilación y el análisis de datos, la decisión de publicar o la preparación del manuscrito.
SEGUIR LEYENDO: