El consejo del consumo de ocho vasos de agua potable (o dos litros) por día se ha difundido como una regla de oro de la salud pública para mantenerse bien por más de seis décadas. Sin embargo, ahora hay expertos que han empezado a advertir que esa regla puede no aplicarse en todas las personas por igual. Tomar ocho vasos de agua por día cuando no hay sed no sería tan beneficioso para la salud en personas sanas. Si bien el consumo de agua a diario es clave, la cantidad debería adaptarse más a las necesidades de cada individuo.
En diálogo con Infobae, Guillermo Rosa Diez, presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología, explicó que la hidratación con agua potable debería ser adecuada para cada persona. “La sed varía según las edades, el sexo, el peso y las actividades físicas que se realizan”, señaló.
Según Rosa Diez, la regla de los ocho vasos es una recomendación general: solo quiere enfatizar en que hay que decir hidratarse. “Hay que estar atento a la sed”, subrayó, pero eso no implica tomar agua en exceso. “Una vida sana debe incluir un plan de alimentación con verduras y frutas que también son fuentes de agua”, dijo. En casos de personas que practican deportes de alto rendimiento, tienen que consumir aguas con sales.
Además, hay situaciones específicas en las que sí se recomienda tomar más agua potable cada día. “En los casos de las personas con cálculos renales, tienen que tomar más de ocho vasos de agua para prevenir la formación de más cálculos”, afirmó Rosa Diez. Otro caso es el de quienes padecen poliquistosis renal del adulto: se les aconseja tomar más líquido.
En cambio, en el caso de una persona con enfermedad cardiovascular severa, un consumo de agua en exceso debería ser evitado. “Si una persona tiene dudas sobre la cantidad de agua que debe tomar por día, debería consultar al médico”, aconsejó el presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología.
“El organismo pierde agua a través de la transpiración, la orina y la materia fecal. Por eso, necesitamos tomar agua. Pero no tenemos que tomar agua en exceso. Solo en tiempos de verano, se requiere más consumo porque se transpira más”, aclaró Judith Zilberman, médica cardióloga y cargo del servicio de hipertensión del Hospital Argerich de la Ciudad de Buenos Aires, expresidenta de la Sociedad Argentina de Hipertensión y miembro del grupo de investigación de la Sociedad Internacional de Hipertensión.
La doctora Zilberman aclaró que cuando se habla de “líquido” debe ser saludable porque algunas personas creen que al consumir gaseosas con azúcar están cubriendo su necesidad de ingesta de agua. “Las gaseosas con azúcar no son una buena hidratación. Se necesita tomar agua potable diariamente. Tomar agua potable es un buen hábito”, expresó la doctora.
En tanto, la doctora Tamara Hew-Butler, profesora asociada de ciencias del deportes y ejercicio de la Universidad Estatal Wayne, en el Estado de Michigan, Estados Unidos, alertó en un artículo en The Conversation que en ese país se hacen retos de hidratación que son impulsados como estrategia de marketing en las escuelas, los deportes y los lugares de trabajo. Esos desafíos se apoyan en la creencia de que el consumo de agua más allá de la necesidad fisiológica -o la sed- es saludable. Sin embargo, las necesidades de ingesta de agua se basan principalmente en la cantidad de agua que pierden las personas.
Las necesidades del consumo de agua de cada persona dependen principalmente de tres factores. Un factor es el peso corporal: las personas más grandes necesitan más agua. Otro factor es la temperatura ambiental. Por eso, cuando hace más calor, las personas sudan y pierden agua. Por lo cual, necesitan consumir más. El tercer factor es el nivel de actividad física: si aumenta la intensidad del ejercicio aumenta la pérdida de agua por el sudor.
La regla de oro de los 8 vasos de agua por día se habría derivado de una interpretación errónea de las recomendaciones originales ofrecidas por el Consejo de Alimentación y Nutrición de Estados Unidos en 1945, así como de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria de 2017, que establece que la cantidad diaria recomendada de agua incluye todas las bebidas más el agua contenida en los alimentos.
Como el equilibrio total del agua corporal es complicado, los mamíferos sobreviven haciendo ajustes en tiempo real en el riñón. Dentro de cada riñón, hay una red encubierta de canales de agua que responden a una hormona llamada arginina vasopresina. Se trata de la principal hormona antidiurética (de retención de agua) del organismo. Es segregada por la hipófisis posterior en respuesta a las señales nerviosas enviadas por sensores cerebrales especializados que detectan cambios sutiles en el equilibrio hídrico.
Los riñones realizan ajustes moleculares tanto para cuando hay escasez de agua como para la sobrehidratación en 40 segundos en respuesta a cualquier alteración del equilibrio hídrico. Por eso, cuando se bebe más agua de la que el cuerpo necesita -por encima de la sed-, la persona necesita orinar inmediatamente el exceso de agua. Esta rápida acción coordinada entre el cerebro, los nervios craneales y los riñones es mucho más eficiente y precisa que cualquier aplicación telefónica, gadget o recomendación personalizada disponible.
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