Filetes de lomo tierno fritos y hongos con espinacas risotto. Ensalada con frijoles, queso feta, arándanos y manzanas cortadas al sol”. Parece el menú degustación de un restaurante lujoso. Sin embargo, es una de las cenas calientes que reparte la organización danesa “Comida con el Corazón” entre los más necesitados.
Esta red de voluntarios, que opera en la ciudad danesa de Hørsholm, se sostiene gracias a las donaciones de empresas, supermercados y restaurantes. Con esos alimentos preparan comidas saludables para personas sin ingresos, enfermos o quienes atraviesan situaciones delicadas, como la muerte de un familiar.
Desde que abrió sus puertas en 2019, la organización no ha dejado de crecer, respaldada por el movimiento danés “Stop Wasting Food” (“Paren de desperdiciar comida”), que nació en 2008, y desde entonces lucha contra el desperdicio de alimentos a través de distintas acciones, a veces incluso en colaboración con el gobierno danés, la Unión Europea (UE) y la ONU.
En la misma línea, la cadena de tiendas “Wefood” vende a bajos precios alimentos que de otra forma acabarían en los contenedores de basura. Son productos que los supermercados no pueden comercializar debido a errores de etiquetado, fechas de caducidad, o envases dañados. “Los productos que se encuentran en Wefood siguen siendo comestibles y seguros de consumir de acuerdo con la legislación alimentaria danesa, pero simplemente han perdido su valor para el socio que los dona”, explican en su sitio web.
El objetivo es reducir el despilfarro de alimentos, y donar el dinero a proyectos sociales y ambientales de, por ejemplo, promoción de la agroecología. La oferta de productos varía día tras día, pero normalmente la comida se vende con entre un 30% y un 50% de descuento.
Un problema global
No es casualidad que estas iniciativas se hayan multiplicado en Dinamarca, el país que más basura genera de toda la Unión Europea, según Eurostat. Anualmente los escandinavos descartan 700.000 toneladas de alimentos, según números del propio Ministerio de Agricultura danés. Las frutas y las verduras son los productos que más se desaprovechan, representando alrededor del 41% del total.
La articulación institucional con movimientos sociales y redes de voluntarios colaboraron con la reducción de estos indicadores. Según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el país consiguió achicar el desperdicio de alimentos en un 25% en los últimos seis años. Sin embargo, para los activistas esta cifra no es suficiente y aspiran a llegar hasta el 50% en 10 años. Un modelo que puede inspirar a otros países del mundo.
En 2019, aproximadamente 931 millones de toneladas de alimento se desperdiciaron en todo el mundo, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). La mayor parte se pierde en los hogares (más de la mitad), y el resto entre los comercios minoristas y la industria de servicios de alimentos.
Además, el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), “El cambio climático y la tierra”, estima que el 10% de los gases de efecto invernadero (GEI) producidos por el sistema alimentario a nivel mundial se vinculan directamente a las pérdidas y desperdicios de alimentos. Llevado a términos de naciones, el desperdicio global de alimentos sería el tercer emisor de GEI más importante del mundo, solo superado por China y Estados Unidos.
Desperdicio de alimentos en América Latina
En los países en desarrollo el desperdicio y la pérdida de alimentos se produce generalmente en las primeras fases de la cadena de valor —entre el campo y la mesa—, posiblemente debido a las limitaciones financieras, de gestión, y técnicas de recolección.
También como consecuencia de instalaciones y sistemas de refrigeración inadecuados o carreteras deficitarias que provocan que muchos alimentos lleguen a destino en mal estado. Además, las pérdidas se traducen en una reducción de ingresos para la pequeña y mediana producción agrícola, y en un aumento de los precios para los consumidores, que impacta más en los más empobrecidos.
Así como las organizaciones sociales generaron un cambio de fondo en Dinamarca, en Argentina existen varias iniciativas similares que buscan aprovechar parte de las 16 millones de toneladas que se desperdician anualmente —según FAO—, que representan aproximadamente 362 kilos per cápita, equivalentes al 12.5% de todos los alimentos que se producen en el país.
Una de ellas es la Red Banco de Alimentos (BDA), que nuclea a 18 organizaciones repartidas por el país. “Evitamos el desperdicio dándole valor social a alimentos que perdieron valor comercial. Bajo el lema ‘Menos hambre, más futuro’ buscamos ser un puente entre los que sufren hambre y el derroche de comida”, explica a Carbono News Virginia Ronco, responsable de comunicación del BDA de Buenos Aires.
Los alimentos que llegan al Banco provienen de rescates y donaciones de supermercados y productores de frutas y verduras. Allí se almacena y se reparte entre organizaciones sociales de la zona. El Banco, que nació en el 2000 a raíz de la crisis económica argentina, cada vez llega a más personas. En 2020 entregó casi 23 millones de platos de comida, que alimentaron a medio millón de personas, solo en la provincia de Buenos Aires.
México, por su parte, es de los países de la región que más despilfarra, con 20,4 millones de toneladas de alimentos desperdiciados cada año, casi 158 kilos por persona, según datos del Banco Mundial.
Le sigue Colombia, con pérdidas de unos 10 millones de toneladas por año, en torno al 34% del total de la producción del país, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Después se encuentra Perú, donde se registran pérdidas de entre 5 y 9 millones de toneladas al año, el 33% del total de los alimentos producidos.
Para evitar esta situación, los consejos de los expertos van desde reforzar la responsabilidad del consumidor individual, hasta mejorar la distribución a gran escala, como reforzar la cadena de suministro mediante el apoyo directo a agricultores o aumentar la inversión en infraestructuras.
Pero incluso desde casa, hay acciones que pueden tomarse para reducir lo más posible la cantidad de alimento que se descarta.
Éstos son los consejos de la FAO:
-Adoptar una dieta más saludable y sostenible: lo saludable no tiene por qué ser complicado, ni muy elaborado. En internet hay muchísimas recetas rápidas, fáciles y buenas para la salud.
-Comprar solo lo necesario: armar una lista y respetarla, sin dejarse tentar por compras impulsivas. Además de ahorrar alimentos, también ahorrará dinero.
-Elegir frutas y hortalizas feas: no juzgarlas por la imagen, tienen buen sabor aunque estéticamente sean dudosas. La fruta madura es ideal para preparar batidos, zumos y postres.
-Almacenar los alimentos con sensatez: colocar los productos más antiguos a mano en la heladera y armarios, y lo nuevo en el fondo.
-Aprender a comprender el etiquetado: hay diferencia entre las fechas de “consumo preferente” y “vencimiento”. Además, prestar atención a los ingredientes no saludables como grasas trans y conservantes, y evitar los alimentos con azúcar o sal añadidos.
-Empezar por lo pequeño: en casa servir porciones pequeñas, y en restaurantes compartir platos grandes.
-Valorar las sobras: lo que no se consuma, congelarlo para más adelante, o elaborar nuevas comidas en base a las sobras.
-Usar los alimentos desperdiciados: en lugar de tirarlos a la basura, hacer compost con ellos. Así se devuelven nutrientes al suelo y se reduce la huella de carbono.
-Respetar los alimentos: establecer una relación con ellos conociendo su proceso de producción y charlando con los agricultores cercanos.
-Apoyar a los productores de alimentos locales: así se contribuye a la economía circular y a la lucha contra la contaminación al reducir las distancias que recorren los vehículos de reparto.
-Cuidar las poblaciones de peces: consumir especies de peces que abunden, como la caballa, antes que otras que corren peligro de sobreexplotación, como el atún.
-Comer más legumbres y verduras: tratar de consumirlas al menos una vez por semana.
-Compartir es cuidar: donar los alimentos que de otro modo se desperdiciarían. Puede ser a vecinos o empresas locales que la distribuyan.
SEGUIR LEYENDO: