Cómo operaban “Los Menores”, la banda narco vinculada al reggaeton que aterrorizó Puerto Rico

El grupo consolidó un poderío criminal en Bayamón con Sadid Medina Rivera, controlando el tráfico local y expandiéndose a otras áreas hasta su caída en 2018

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Los Menores supervisaban la venta
Los Menores supervisaban la venta y distribución de múltiples sustancias en residenciales públicos (Imagen Ilustrativa Infobae)

¿Quiénes fueron Los Menores? Esa pregunta ronda la mente de muchos puertorriqueños que vivieron la década pasada con temor y desconfianza. Surgidos en un momento de caos y vacío de poder, Los Menores no solo llenaron las calles de Puerto Rico de sangre y violencia, sino que también se entrelazaron con la cultura del reggaeton, impulsando la carrera de algunos de los artistas más reconocidos del género. ¿Cómo una banda delictiva llegó a convertirse en un símbolo para una generación, y al mismo tiempo, en un azote implacable para las autoridades?

Tras la caída de Ángel Ayala Vázquez, conocido en el mundo del crimen como Ángelo Millones, Puerto Rico quedó en un estado de incertidumbre. Ángelo había sido el capo indiscutido de Bayamón, controlando el narcotráfico en la isla desde mediados de los años 90 hasta su arresto en 2009. Con su encarcelamiento, se abrió un vacío de poder que rápidamente comenzó a ser llenado por una nueva generación de criminales.

Fue en ese contexto que nació la banda de Los Menores, un grupo compuesto por jóvenes de entre 18 y 25 años que, en su mayoría, habían crecido bajo la sombra de Ángelo Millones, según reveló un informe difundido por el FBI en el 2017. Este grupo comenzó a organizarse para tomar el control de los puntos de drogas en varios residenciales públicos de Bayamón y en pueblos cercanos, buscando replicar lo que había hecho su predecesor.

Tras la caída de Ángelo
Tras la caída de Ángelo Millones, surgió la pandilla juvenil Los Menores en Bayamón

La estructura de Los Menores

La estructura de Los Menores fue un reflejo de la astucia y el poder que su líder, Sadid Medina Rivera, alias El Loco, supo imponer desde el inicio. No era una organización delictiva improvisada ni desorganizada; cada miembro tenía un rol específico y un propósito dentro de la jerarquía cuidadosamente construida según los datos documentados por el FBI. Este nivel de organización fue lo que permitió a Los Menores no solo sobrevivir, sino prosperar en un entorno donde la competencia era letal.

“El Loco” encabezaba la organización como líder supremo, tomando decisiones estratégicas que afectaban no solo a Bayamón, sino también a otros municipios de Puerto Rico. Bajo su mando, la banda se dividió en múltiples niveles jerárquicos:

  • Bichotes: eran los encargados de controlar los puntos de venta de drogas en los diferentes residenciales públicos y barriadas. Cada bichote era responsable de su territorio, supervisando la venta y distribución de sustancias como crack, heroína, cocaína, marihuana, percocet y xanax. Además, eran quienes debían rendir cuentas directamente a “El Loco” sobre las ganancias y las operaciones en su área.
  • Gatilleros: este grupo estaba formado por nueve miembros encargados de ejecutar a cualquiera que se interpusiera en los negocios de la banda. Los gatilleros eran temidos por su brutalidad y eficiencia. Su misión no solo era eliminar amenazas externas, sino también mantener la disciplina interna dentro de la organización. Según las autoridades federales, Los Menores enseñaban a estos jóvenes cómo disparar y matar, asegurándose de que las armas utilizadas fueran devueltas al líder para que dispusiera de ellas y así evitar rastros.
  • Suplidores y Runners: los suplidores eran los responsables de mantener un flujo constante de drogas a los diferentes puntos de venta, asegurándose de que nunca faltara mercancía. Los runners, por su parte, eran los encargados de transportar la droga desde los puntos de abastecimiento hasta los puntos de venta. Este rol requería un conocimiento profundo de las rutas y horarios para evitar ser detectados por las autoridades.
  • Vendedores y Procesadores: los 42 vendedores de la banda eran la cara visible del negocio en las calles. Ellos interactuaban directamente con los compradores, manejando grandes sumas de dinero en efectivo y estando expuestos constantemente a la violencia. Los procesadores, por otro lado, eran los encargados de preparar y empaquetar las drogas, asegurándose de que estuvieran listas para la distribución en las calles.
Sadid Medina Rivera, alias El
Sadid Medina Rivera, alias El Loco, lideraba la organización con una estructura jerárquica firme

La organización operaba como una cooperativa del crimen donde cada residencial público (barrios) era un nodo dentro de una red más amplia. Esta estructura permitió a Los Menores mantener un control férreo sobre el narcotráfico en Bayamón y expandirse a otras áreas como Cataño, Naranjito, Comerío y Corozal. Las reglas eran claras: la desobediencia se castigaba con la muerte, y cualquier ataque contra un miembro individual de la banda se consideraba un ataque contra toda la organización.

Esta estructura no solo garantizó la eficiencia de Los Menores, sino que también dificultó su desmantelamiento. Cada nivel jerárquico estaba diseñado para ser autónomo hasta cierto punto, lo que permitía a la organización seguir operando incluso si uno de sus líderes caía.

La conexión con el reggaeton

La influencia de Los Menores en el reggaeton no fue un hecho fortuito. Bayamón, la cuna de la banda, también fue el lugar de origen de varios artistas que, con el tiempo, se convertirían en íconos del género. Farruko, Ñengo Flow, y Arcángel son solo algunos de los nombres que, de una manera u otra, estuvieron conectados con la banda, ya fuera a través de amistades, colaboraciones, o simples coincidencias en su entorno social.

Bayamón, en esos años, era un lugar donde la música y la violencia convivían en una estrecha relación. Los jóvenes que aspiraban a salir adelante a través del reggaeton a menudo se encontraban con que la realidad de las calles era una parte inseparable de su narrativa musical. Los Menores, al ser los dominantes del panorama criminal, también se convirtieron en los guardianes y, en algunos casos, en los mecenas de estos jóvenes talentos.

Farruko, Ñengo Flow y Arcángel
Farruko, Ñengo Flow y Arcángel crecieron en Bayamón, donde Los Menores tenían poder

Uno de los casos más emblemáticos es el de Farruko. Nacido y criado en Bayamón, “Farru” comenzó su carrera con canciones de tono más romántico, pero el entorno en el que vivía lo empujó a explorar otras temáticas. La presión de su entorno, sus amistades, y la realidad violenta de su barrio lo llevaron a adaptar su música, reflejando las duras vivencias de la calle. “Titerito”, una de sus primeras canciones que lo catapultó a la fama, es un claro ejemplo de esta transición. En ella, se escucha la voz de un artista que ha sido tocado por la crudeza de la vida en Bayamón, un lugar donde Los Menores ejercían su poder.

El vínculo entre Los Menores y el reggaeton no era solo una cuestión de proximidad geográfica o social. Existía una especie de lealtad mutua. Los reguetoneros que crecieron en Bayamón o que tuvieron contacto con los miembros de la banda, frecuentemente demostraban su respeto y agradecimiento en sus letras, guiños que eran entendidos por quienes conocían la historia detrás de la música.

Ñengo Flow, otro de los grandes exponentes del reggaeton, es conocido por su cercanía a la calle y su afinidad con los jóvenes de los barrios. En su música, menciona frecuentemente a los líderes de Los Menores, rindiendo homenaje a aquellos que, según él, lo apoyaron y creyeron en su talento. Canciones como “Tiraera” y colaboraciones con otros artistas de Bayamón incluyen referencias directas o veladas a la banda, consolidando su estatus como una figura respetada dentro de su círculo.

 Los Menores influyeron en
Los Menores influyeron en la cultura urbana y el reguetón (EFE)

Los Menores se convirtieron en una especie de protectores para estos artistas, proporcionándoles no solo seguridad, sino también un tipo de respaldo que iba más allá de lo financiero. Esta relación simbiótica permitió a los reguetoneros sentirse seguros en sus barrios, sabiendo que tenían el apoyo de una organización poderosa. En retorno, la música que creaban contribuía a perpetuar el legado de la banda en la cultura popular, inmortalizándola en las letras de sus canciones.

La influencia de Los Menores en el reggaeton no solo se manifestó en las letras de las canciones, sino también en la estética y los códigos culturales que se derivaron de esta conexión. Uno de los gestos más emblemáticos que surgió en esta época fue “el pulgar en la cara”, un gesto que se popularizó entre los jóvenes de los barrios como un símbolo de resistencia y de conexión con el estilo de vida miembros de la banda.

Este gesto se convirtió en un ícono visual que trascendió la música y se instaló en la moda callejera. Los seguidores de los artistas que mencionaban a Los Menores comenzaron a adoptar este gesto, viéndolo como una forma de expresar su identidad y su conexión con la calle. En los videoclips de la época, no era raro ver a reguetoneros utilizando este símbolo, lo que contribuyó a su propagación y a su asociación directa con la vida en los barrios controlados por Los Menores.

El impacto de Los Menores en la música se extendió también a las colaboraciones entre artistas. En canciones como “Titerito Remix”, donde Farruko logró reunir a dos pesos pesados del reggaeton que habían estado en conflicto, Cosculluela y Ñengo Flow, se puede ver cómo la influencia de la calle fue un factor decisivo para que este tipo de colaboraciones fueran posibles. La música, en muchos casos, se convirtió en un terreno neutral donde las rencillas se dejaban de lado, y se rendía homenaje a la cultura de la calle que todos compartían.

Errores fatales y la caída de Los Menores

Uno de los momentos más críticos para la banda fue el asesinato del reconocido boxeador Héctor “Macho” Camacho en noviembre de 2012. El crimen aceleró la caída de la organización.

El objetivo original del ataque no era Camacho, sino su amigo de la infancia Adrián Mojica Marrero, quien se encontraba en el asiento del conductor del vehículo. Mojica murió al instante cuando su coche fue tiroteado afuera del bar Azuquita en Bayamón, pero Camacho, que estaba en el asiento del acompañante, fue herido gravemente y falleció cuatro días después en el hospital. Este asesinato, aunque no planeado, puso a Los Menores bajo el escrutinio intensificado de las autoridades.

En 2018, más de 100
En 2018, más de 100 miembros de Los Menores fueron acusados por tráfico y crimen violento (Foto: Showtime)

El asesinato de un icono nacional como Camacho atrajo una atención renovada hacia Los Menores. El caso provocó una ola de investigaciones que sacaron a la luz las operaciones y la estructura de la banda. El incidente con Camacho no solo fue un golpe para la reputación de Los Menores en la calle, sino que también provocó una respuesta contundente por parte de las fuerzas de seguridad.

En enero de 2018, un gran jurado federal emitió un pliego acusatorio contra 104 miembros de Los Menores, acusándolos de conspirar para distribuir sustancias controladas, uso de armas de fuego para la comisión de crímenes violentos, y otros cargos relacionados con el narcotráfico. Este pliego dio lugar al operativo “Los Menores Takedown”, que resultó en la captura de la mayoría de los líderes y miembros clave de la organización.

Durante el operativo, el FBI, en colaboración con la Policía de Puerto Rico y otras agencias federales, arrestó a miembros de la banda en Puerto Rico, Estados Unidos y República Dominicana.

Douglas Leff, jefe del FBI en Puerto Rico en ese momento, describió el caso como “uno de los más grandes en la historia de la agencia”, destacando la magnitud y el impacto de Los Menores en la isla.

Douglas Leff destacó el pliego
Douglas Leff destacó el pliego acusatorio como uno de los mayores en la historia del FBI (AP)

Sin embargo, la caída de Los Menores no fue inmediata ni sencilla. La banda resistió durante años, y aunque muchos de sus miembros fueron arrestados, algunos lograron evadir la justicia por un tiempo, continuando con sus actividades desde la clandestinidad. Aun así, la captura de Sadid Medina Rivera y otros líderes clave marcó el final de la banda como una organización estructurada y poderosa.

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