La muerte de una mujer de 34 años este miércoles a la mañana, después de inyectarse silicona industrial en los glúteos, conmueve a la opinión pública de Río de Janeiro. Patricia Rodrigues dos Santos había ido el martes a la tarde a un salón de belleza en el municipio de São Gonçalo, donde un masajista le realizó la intervención. Ni el establecimiento ni el hombre tenían autorización para efectuar un tratamiento como ese y se enfrentan a un proceso judicial por ejercicio ilegal de la medicina.
Rodrigues, nutricionista de profesión, salió de la clínica alrededor de las 9 pm sintiéndose mal. El cuadro empeoró en el transcurso de la noche y a la madrugada la internaron en una clínica de São Gonçalo en estado crítico. Murió por la mañana. Sus familiares, que están incrédulo e indignados, la enterraron el jueves en el cementerio del Maruí, en Niterói.
Leonardo Lima de Souza, el masajista, estuvo demorado durante algunas horas. La Policía lo interrogó y luego lo liberó. Confirmó que fue él quien le inyectó la silicona industrial, pero dijo que el insumo había sido traído por la víctima.
“La sospecha es que murió por una microembolia, que es compatible con el uso de este producto. Estamos esperando un examen adicional para confirmarlo”, dijo el oficial Allan Duarte al sitio G1.
Los primeros estudios confirmaron que la sustancia encontrada en los glúteos de Rodrigues es silicona industrial. Como hay muchos antecedentes embolias pulmonares desatadas por la inyección de esta sustancia, los peritos creen que esa fue la causa de la muerte. Pero aún restan algunos resultados más para corroborarlo.
La mujer pagó por la intervención exactamente 2.151 reales (USD 382). Aún no se reveló el lugar en el que compró el material. Lo que está claro es que la clínica no tenía autorización para realizar un procedimiento de esa envergadura. Por otro lado, el masajista no tenía la licencia, la formación ni los conocimientos básicos necesarios.
Walter Palis, presidente del Consejo Médico Regional del Estado de Río de Janeiro, pidió a la población que tome recaudos antes de someterse a un tratamiento estético como este, que puede parecer sencillo, pero está claro que no lo es. Es crucial que los interesados se aseguren de verificar que quienes ofrecen estos servicios tengan la autorización necesaria.
“Todo procedimiento médico tiene un pequeño riesgo implícito, que cada médico debe evaluar con su paciente. El procedimiento debe realizarse con cierto cuidado, siguiendo ciertas reglas y en ambientes calificados”, contó Palis, consultado por G1.
El especialista reconoció que la demanda por este tipo de prácticas estéticas está en aumento. El problema es que muchas personas no están dispuestas a pagar lo que salen bajo condiciones seguras y prefieren correr riesgos acudiendo a impostores.
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