Investigadores del el Instituto Global de Salud Cerebral (GBHI) en Trinity College de Dublín en Irlanda han realizado un estudio, publicado en 'Nature Aging', que demuestra que la desigualdad social está vinculada a una menor salud cerebral durante el envejecimiento y la demencia.
En esta investigación también han participado el equipo internacional de investigadores del Consorcio Multipartner para expandir la investigación sobre la demencia en América Latina (ReDLat), el Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral (BrainLat), y otros centros en todo el mundo.
Los investigadores han descubierto que los niveles más altos de desigualdad están vinculados con un volumen cerebral reducido y una conectividad alterada, especialmente en las regiones temporoposterior y cerebelosa esenciales para la memoria y la función cognitiva. Además, han observado que estos efectos fueron más pronunciados en América Latina, lo que pone de relieve la vulnerabilidad única de las poblaciones latinoamericanas a los factores de estrés socioeconómicos a nivel macro.
Asimismo, el proyecto muestra que los latinos que padecen Alzheimer experimentan impactos más severos, lo que sugiere que las demandas ambientales vinculadas a la desigualdad estructural pueden exacerbar la neurodegeneración en las poblaciones que envejecen.
Mientras tanto, los efectos más leves observados en la degeneración lobar frontotemporal respaldan la hipótesis de una influencia genética más significativa en esta condición. La reducción del volumen y la conectividad cerebral se observan con frecuencia en pacientes con demencia y están asociados con la progresión y la gravedad de la enfermedad.
Por otro lado, estas asociaciones continuaban incluso después de tener en cuenta factores individuales como la educación, la edad, el sexo y la capacidad cognitiva, lo que subraya el papel independiente de los factores de nivel macro en la configuración de la salud cerebral. Vivir en un contexto de desigualdad agregada afecta la salud cerebral independientemente del nivel socioeconómico específico, lo que demuestra las consecuencias de largo alcance de las disparidades sociales en el cerebro.
En este sentido, la primera autora, PhD del consorcio ReDLat, Agustina Legaz, señala que estos resultados "enfatizan la urgencia de integrar no sólo los determinantes sociales individuales de la salud en la investigación global sobre la salud cerebral, sino también los factores de exposición a nivel macro, como las variables sociales y físicas. Estos hallazgos abren el camino para futuros estudios que exploren los mecanismos biológicos que vinculan la desigualdad agregada con el envejecimiento y la neurodegeneración".
Por su parte, PhD y profesor de salud cerebral global en Trinity College, el doctor Agustín Ibañez, añade que "esta investigación destaca el papel fundamental de la desigualdad estructural en la configuración de la salud cerebral. Teniendo en cuenta que las tasas de demencia aumentan especialmente en los países de ingresos bajos y medios".
"Nuestros hallazgos enfatizan la necesidad de intervenciones específicas para abordar las causas fundamentales de las disparidades en la salud cerebral, que parecen ser específicas de cada región", continúa el doctor.
Por último, el estudio exige un enfoque multinivel para la equidad en la salud cerebral , que examine la integración biológica de otros factores de exposición a nivel macro, más allá de la desigualdad socioeconómica, como la gobernanza democrática, la contaminación del aire, la migración, el cambio climático y el acceso a espacios verdes.