Isaac J. Martín
Ksara (Líbano), 26 oct (EFE).- El enólogo francés James Palgé camina en la cueva de dos kilómetros de la bodega Château Ksara del Líbano, uno de los países productores de vino más antiguos del mundo. Pese a que recolectó la gran mayoría de la uva antes del inicio de la escalada israelí, ahora tiene que acumular existencias por si atacan el puerto.
En el valle de la Bekaa, en el este del Líbano, se erige un complejo que se asemeja a un pueblo de Suiza, con casas bajas de madera y rodeado de naturaleza. Al abrir las puertas, se accede a otro mundo, que fue fundado en 1857 cuando unos padres jesuitas heredaron y empezaron a cultivar una parcela de 25 hectáreas para producir el primer vino tinto no dulce del país.
"Desde el primer bombardeo en la Bekaa, nos hemos visto afectados. En cuanto a la cosecha, no demasiado, ya que se ha cosechado toda la uva del norte de la Bekaa hasta Baalbek, ya que es más precoz y se terminó antes (de la escalada) y el resto ha sido de la Bekaa meridional, donde no ha afectado tanto en la cosecha", asegura el experto francés, también director técnico de Ksara.
A Palgé, que lleva tres décadas trabajando en la bodega, la más antigua del país, y que le ha llevado a conseguir la nacionalidad libanesa -un proceso muy complicado- le preocupan varias cuestiones en esta guerra de Israel contra el Líbano.
Una de las principales es que ataquen el puerto, por donde entran todas las mercancías.
"Nos ha afectado un poco a nivel de aprovisionamiento. Se han tenido que anticipar nuestras entregas. Todo lo que se pide de botellas, de corchos y todo eso ya ha sido efectuado con el fin de que entre el máximo de extractos secos por el puerto de Beirut en el caso de que pueda cerrar", asevera.
"Hoy en día no sabemos lo que puede ocurrir", afirma desde la bodega rodeada de toneles y donde se guardan alrededor de un millón de botellas de vino, algunas de las cuales datan de 1918.
También llama a todos los agentes en el extranjero, ya que exportan a unos 35 países, incluido España, que hagan los encargos a Ksara para guardar 'stock' antes de que ocurra ese posible cierre y que tengan la suficiente mercancía.
La llegada de los extractos secos a su bodega les permite para al menos el año que viene realizar el embotellado, que se lleva a cabo desde enero hasta mitad de junio, aduce.
Este lugar bucólico es uno de los preferidos de turismo en el país, incluso se sitúa a nivel de visitantes por encima de las ruinas romanas de Baalbek, dado que recibe 100.000 visitas anuales.
Catas de degustación y guías por la antigua bodega -que se mantiene a una temperatura de 11 y 13 grados- rodeada de toneles son los puntos fuertes de esta centenaria empresa.
Pero ahora no hay apenas nadie.
"Otra cosa que ha afectado son las visitas dado que han parado por completo. No hay aviones, sólo los del Middle East Airlines (aerolínea nacional libanesa). Y hay menos turistas", indica.
Y ya no sólo turistas, sino que este sitio es un punto de reunión de libaneses para disfrutar del vino: "La gente también tiene miedo de desplazarse", señala.
Aunque Ksara se encuentra muy cerca de Zahlé, ciudad cristiana en el valle de la Bekaa, esta región ha sido duramente golpeada, sobre todo en Baalbek y Hermel.
El este y el sur del Líbano han sido los principales de objetivo de Israel desde que comenzó sus incesantes bombardeos contra el país de los cedros el pasado 23 de septiembre, que han provocado gran parte de las 2.600 muertes registradas en un año de violencia.
Palgé, que tiene su residencia junto a algunos viñedos de Ksara, afirma que gracias a las ventas del año pasado, que fueron "muy positivas", se podría aguantar en 2025 en caso de que la guerra continúe y siga afectando al negocio.
"Hay una gran reserva de vino. Tenemos existencias, pero lo que se necesita es embotellar. He ahí el problema", dice, pero si "las ventas son peores el año que viene, podemos salir del paso" produciendo menos, por ejemplo, aunque "hay que ver qué ocurre en los próximos tres meses. Tenemos tiempo de actuar".
Ante todo esto, Palgé tiene claro que este negocio "no puede detenerse".EFE
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