Los médicos internistas han advertido este jueves de un aumento de los casos de gonococia, clamidiasis, incluido el LGV, y sífilis, favorecidos por el chemsex y el slam, mientras que se percibe una bajada de los casos de VIH gracias a las terapias preventivas.
Esto es lo que se ha puesto de manifiesto en la mesa redonda 'Infecciones de transmisión sexual e infección por VIH', moderada por la Dra. Eva Orviz García, del Centro Sanitario Sandoval perteneciente al Hospital Clínico de Madrid, en el 45º Congreso Nacional de Medicina Interna y 19º Congreso de la Sociedad Canaria de Medicina Interna (SOCAMI), de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que se desarrolla en el sur de Gran Canaria del 24 al 26 de octubre. Los expertos han explicado que ambas prácticas consistentes en el uso de drogas para mantener relaciones sexuales de forma prolongada y con distintas parejas sexuales producen una intensa desinhibición y disminuyen la percepción cognitiva y emocional del riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS).
Actualmente han apuntado que las infecciones de transmisión sexual (ITS) "más frecuentes" en España son la gonococia, la clamidiasis (incluyendo el LGV) y la sífilis, según el Registro Nacional de las Enfermedades de Declaración Obligatoria (EDO). Añaden que en la última década se detecta en España un incremento de la incidencia de todas ellas en hombres y en mujeres, especialmente tras la pandemia de COVID-19.
Al respecto, el Dr. Jorge Del Romero Guerrero, director médico del Centro Sanitario Sandoval perteneciente al Hospital Clínico de Madrid, ha pronunciado la ponencia 'Infecciones de Transmisión Sexual. Chemsex' donde ha señalado que "no todo" consumo de drogas para mantener relaciones sexuales se considera chemsex, según ha informado la organización del congreso en nota de prensa.
El chemsex, aunque no existe un claro consenso científico sobre su definición, se define como "el consumo intencionado de drogas, principalmente mefedrona (u otras catinonas sintéticas), metanfetamina y GHB/GBL, y otras sustancias (con frecuencia en policonsumo) para mantener relaciones sexuales, generalmente en grupo (sesiones, chills) durante un periodo prolongado de tiempo (entre varias horas y días) en el contexto sociocultural del colectivo LGTBI".
Si bien el consumo en chemsex varía en función de la región donde se practica, las sustancias más utilizadas incluyen la mefedrona ("mefe"), que pertenece a la familia farmacológica de las catinonas sintéticas. Estas sustancias se modifican químicamente para eludir la fiscalización internacional, lo que resulta en más de 220 variantes, algunas de ellas son la 'Alfa' (Alpha-PVP) o el Monkey dust (Alpha-PiHP), que "son 10 veces más potentes" que la cocaína.
También prevalece el consumo de metanfetamina ("tina") y de GHB/GBL ("chorri"). Además está el uso asociado de otras sustancias como la ketamina, la cocaína, el tusi (o cocaína rosa) o popper, entre otras. Añaden que además, "con frecuencia", el uso de drogas se asocia con el uso de potenciadores de la erección, sobre todo el sildenafilo.
Sobre ello, el Dr. Romero indicó que la experiencia que tienen en el Centro Sandoval, en Madrid, es que actualmente "la mefedrona (catinonas sintéticas) es la sustancia más prevalente", seguida del GHB y el popper. También detecta un aumento del consumo intravenoso de drogas (especialmente mefedrona y metanfetamina), fenómeno conocido como 'slam' o 'slamming'. En Sandoval, añade, la prevalencia del slam "ha aumentado significativamente" en los últimos años.
En cuanto a las personas que practican chemsex, en su "inmensa mayoría" son hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y mujeres trans (la mayoría de ellas trabajadoras del sexo), por lo que apuntó que "es un fenómeno muy parcelado al colectivo LGTBI".
DISMINUYE LA PERCEPCIÓN DEL RIESGO
Por otro lado, matizó que con el consumo de drogas, que implica por su propia naturaleza, "desinhibición" y también "disminución de la percepción del riesgo de contraer ITS".
"En los últimos años, la alta eficacia preventiva de la transmisión del VIH mostrada por el TARs y la PrEP ha reducido la percepción del riesgo de contraer o transmitir el VIH y, consiguientemente, se ha reducido significativamente el uso del preservativo entre los HSH. Ello ha producido en el Centro Sandoval una reducción del número de diagnósticos de infección por el VIH y un persistente incremento de los casos de gonorrea, clamidiasis/LGV y sífilis", apuntilló.
En cuanto al 'slamming' o 'slam' y el 'fisting' (introducción de la mano en el recto), prácticas estrechamente asociadas al chemsex, señaló que "facilitan" la transmisión del virus de la hepatitis C (VHC), ya que en Sandoval la "gran mayoría" de los diagnósticos de hepatitis aguda por el VHC se realizan en HSH, usuarios de chemsex, algunos de ellos asociados a dichas prácticas.
Por contra, los diagnósticos de hepatitis B "son infrecuentes" y se realizan principalmente en personas migrantes no vacunadas. El 'slam' se asocia a "múltiples complicaciones" como celulitis, flebitis o abscesos.
De todos modos, matizó que "no todas" las sustancias usadas en chemsex son igualmente lesivas para la salud aunque los episodios de intoxicación aguda "pueden poner en riesgo la vida de las personas, especialmente con GHB, cuyo margen de seguridad es muy estrecho y, ante sobredosis o policonsumo con otros depresores (alcohol, Ketamina), puede producir una intoxicación aguda, que puede ser letal".
Asimismo se expuso que el chemsex también tiene riesgos para la salud mental, ya sea por la aparición de un trastorno mental sobrevenido o por el agravamiento de una patología previa subyacente, se observan complicaciones asociadas a la ansiedad, depresión, incluyendo ideación y conducta suicida. "El slam precipita y agrava la sintomatología psicótica y produce mayor frecuencia de complicaciones psiquiátricas graves", dijo.
Además apuntan a repercusiones sociales y legales asociadas al chemsex porque afecta también al entorno familiar, laboral y social de cada individuo. Los principales delitos asociados a la práctica de chemsex son contra la salud pública (por tenencia y tráfico de drogas) y contra la libertad sexual, ya que "no hay que olvidar que la sumisión química está presente en la práctica del chemsex" y puede crear adicción, sobre todo en jóvenes consumidores habituales.
Finalmente apunta a que el "complejo abordaje" terapéutico del paciente con consumo problemático de drogas "debe ser multidisciplinar", indicando que los retos de futuro son "aumentar la accesibilidad "al sistema sanitario y reducir las barreras administrativas, detección precoz del VIH, VHC y otras ITS (cribado oportunista), la disponibilidad generalizada de la PrEP y del TAR, universal e inmediata.