Trampa dorada en Madre de Dios: mercurio y desolación en la minería de la Amazonía peruana

El uso del mercurio en la minería ilegal de oro en Madre de Dios pone en riesgo la salud de las comunidades indígenas, afectando la fauna local y contaminando fuentes de agua potable

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Paula Bayarte

Puerto Maldonado (Perú), 23 oct (EFE).- La minería ilegal de oro no se esconde en el sur de la Amazonía peruana: el sonido de motores, dragas y pozos de aguas turbias lucen sin disimulo a los ojos del visitante. Entre el desolador paisaje minero, se oculta el veneno invisible que daña la salud de comunidades indígenas, el mercurio.

En la comunidad de San Jacinto, en la región de Madre de Dios, Ángel, uno de los vecinos mas ancianos cuenta a EFE que, cuando era niño, esperaban la crecida de las aguas para ver el oro que dejaba la corriente y lo recogían manualmente.

Décadas más tarde, mineros empezaron a usar el mercurio para juntar el oro y separarlo de la tierra, pero, en ese momento, nadie sabía sus perversos efectos.

"Los señores hasta ponían mercurio en el agua porque creían que era bueno para el corazón", recuerda Elizabeth en la comunidad de Tres Islas sobre este metal, considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de las 10 sustancias más tóxicas para la salud y el ecosistema.

Aunque ahora sus efectos nocivos sean conocidos, el aumento del precio del oro ha incrementado la presencia de la minería ilegal en la Amazonía y, en los yacimientos informales, siempre se usa mercurio.

Este metal pesado, al depositarse en los fondos alcanza su forma más tóxica, el metilmercurio, que es consumido por peces que más tarde comen las personas de estas comunidades, cuya dieta es principalmente a base de pescado.

En las afueras de la capital de la región amazónica, Puerto Maldonado, emerge entre la vegetación un laboratorio compartido por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) y el Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia), dedicado en parte a medir los niveles de este metal en suelos, fauna y en las propias personas.

"Se ha evaluado mercurio en comunidades indígenas como en Maizal, en el (Parque Nacional del) Manu, donde hemos encontrado altos niveles de mercurio al hacer evaluaciones en cabello, y también hemos evaluado mercurio en pescado que es consumido por estas comunidades y hemos reportado niveles elevados, especialmente en los carnívoros", afirma la especialista del Programa de Mercurio de Cincia, Jessica Pisconte.

En dicho estudio, hubo comunidades en las que el 100 % de las personas estudiadas presentaron niveles por encima de los valores de referencia de la OMS.

Pisconte explica que la presencia de mercurio en el cuerpo afecta al sistema nervioso y es especialmente peligroso entre mujeres embarazadas y niños de hasta 5 años, que además son más propensos a sufrir problemas neurológicos.

Por los alarmantes niveles del metal detectados, proyectos como el de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), junto a la Iniciativa de Conservación Inclusiva (ICI), pretenden concienciar a la población de sus riesgos a través de la formación de jóvenes en esta materia.

Pablo Inuma, dirigente de la nación Yine y perteneciente a Fenamad, expone que están poniendo en marcha un programa de monitoreo del mercurio para que sean los propios miembros de las comunidades quienes lideren el cambio, aconsejen consumir determinados peces e informen sobre los peligros y sus consecuencias a los mineros.

Pese a las evidencias científicas de lo perjudicial que es el mercurio, este se puede encontrar en puestos de suministros mineros sin problema.

Frente al majestuoso río Madre de Dios, la líder indígena Clara Cagna, de la comunidad Tres Islas, mira las cinco dragas mineras que se ven en el horizonte.

"Ya tenemos tres análisis (hechos) y no hacen nada las autoridades (...) y nunca nos han dicho más que no coman pescado, eso creo que no es la solución", dice indignada.

Denuncia que desde hace años entran mineros ilegales en el territorio de la comunidad con total impunidad y contaminan sus aguas, y eso es lo que habría que controlar.

Añade que hay vecinos que ya no se quieren hacer análisis porque lo único que les dicen es que dejen de comer pescado mientras ven mineros ilegales cada día.

"Entonces, ¿qué vamos a comer?", sostiene.

Ante la pregunta de qué pueden usar los mineros para obtener el oro que no sea el mercurio, los expertos afirman que es complejo, ya que se lleva usando décadas y no hay otra alternativa viable que separe el metal precioso con la calidad que lo hace este.

"Ahora ya entendemos que es como un veneno para nosotros, pero qué hacer nosotros si se trabaja la minería y el Estado sigue concesionando al minero este territorio", se pregunta, a modo de despedida, Ángel, el anciano de San Jacinto. EFE

(foto)(video)

La Agencia EFE cuenta con la colaboración de FILAC para la elaboración de este contenido.

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