Marcel Gascón
Kiev, 2 oct (EFE).- “Olena, de Bajmut, una ciudad que ya no existe”, dice a modo de presentación una mujer en un acto celebrado en Kiev, una de las muchas reuniones de apoyo psicológico a desplazados y otras personas afectadas por la guerra que organizan voluntarios y oenegés en pueblos y ciudades de toda Ucrania.
Después de Olena toman la palabra para dar su nombre y lugar de procedencia mujeres y hombres de Lugansk, Mariúpol, Melitópol y otras localidades conquistadas por el Ejército ruso y a menudo arrasadas durante meses de asedio que han dejado cicatrices imborrables en la mente de cientos de miles de refugiados.
Junto a los desplazados se sientan en el círculo que forman para escuchar al terapeuta estadounidense Scott Fox, que ha venido a Ucrania como voluntario para enseñar las llamadas Técnicas de Liberación Emocional que practica a soldados, niños y civiles adultos afectados por la guerra, psicólogos y terapeutas de distintas disciplinas.
Vienen a conocer nuevos métodos, como la técnica fundamentada en la acupuntura y la psicología moderna que practica Fox, conocida como ‘tapping’ y consistente en percutir repetidamente con los dedos distintas partes del cuerpo mientras se formulan los motivos de ansiedad, para utilizarlas con sus pacientes o conseguir ellos mismos serenidad en momentos de tormento por los bombardeos o las preocupaciones asociadas a la guerra.
“Esta técnica ayuda a resetear el sistema nervioso para que la gente pueda salir del estado constante de lucha o huida”, explica a EFE Fox, que tiene una larga experiencia empleando este método para reducir la presión en atletas de élite, y ha ofrecido talleres en persona y a través de internet también a veteranos de guerra y a niños ucranianos.
Descendiente de ucranianos que emigraron a EEUU hace un siglo, Fox empezó a trabajar con Ucrania al comienzo de la invasión.
“No hay ni puede haber en ningún país suficientes profesionales para hacer frente a lo que está pasando, y tenemos que dar oportunidades a la gente para que los problemas puedan tratarse también en cada barrio, en cada comunidad”, dice sobre la idea que impulsa esta y otras de las muchas reuniones de este tipo que tienen lugar a diario en toda Ucrania.
La meta de este tipo de charlas es dotar al mayor número de particulares y profesionales, explica Fox, con los conocimientos básicos de esta técnica para que puedan expandir su uso al mayor número posible de personas, propiciando, en palabras del terapeuta, un “efecto de bola de nieve” que dé respuesta a una parte de las urgencias psicológicas de más gente.
Una de las asistentes -entre los que hay también familiares de soldados que combaten en el frente o de prisioneros de guerra- es Tetiana Okrushná, una desplazada de la ciudad ocupada de Melitópol que fue en su juventud practicante de éxito de taekwondo, que ejerce de coach y es profesora de historia.
Okrushná da ayuda psicológica a otros desplazados y trata de calmar las ansiedades y mejorar la salud emocional de gente que se ha quedado en zonas ocupadas en sesiones que ofrece de forma remota desde Kiev.
Esta mujer de actitud activa y discurso optimista espera poder transmitir las técnicas que enseña el profesor Fox a las personas a las que ayuda que muestren interés.
“Es muy importante que nos demos fuerza unos a otros y que apoyemos al mayor número de gente”, señala Okrushná.
La presentación de Fox está organizada por la Asociación de Coaching de Ucrania con el apoyo del ayuntamiento de Kiev y de la oenegé VCentri, en cuya sede del centro de Kiev tiene lugar el acto.
“Al principio de la guerra, el Ministerio de Salud calculó en 15 millones el número de ucranianos que necesitarían apoyo psicológico durante la guerra”, dice a EFE Nadia Kopanitsia, directora de la Asociación de Coaching que organiza periódicamente charlas como la de hoy.
Además de enseñar a los asistentes nuevas formas de tratar la ansiedad, estos actos permiten a personas particularmente afectadas por la guerra que en muchas ocasiones no tienen trabajo y han visto destruido el entramado social que tenían al haber tenido que emigrar a nuevas ciudades cultivar relaciones y encontrar apoyo en otra gente en su misma situación.
“Muchas veces es una manera de compartir lo que sentimos con personas que están pasando por lo mismo y de recordar que no estamos solos”, declara a EFE Maria Soldatova, una refugiada de Mariúpol que acude regularmente a talleres de apoyo psicológico organizados por distintas oenegés en Kiev.
Además del ‘tapping’ que enseña Fox, otras iniciativas ofrecen terapia psicológica convencional, clases prácticas basadas en los intercambios de roles entre los participantes, de métodos de estimulación de la conciencia del propio cuerpo como el Feldenkrais o de expresión de los traumas y angustias por medio del teatro o la danza.
“No todas las técnicas funcionan para todos, pero siempre es mejor no afrontarlos en soledad y buscar formas de ocuparse de los problemas psicológicos que ignorarlos hasta que nos resulta imposible vivir con ellos”, dice Soldatova sobre su experiencia en este tipo de eventos. EFE
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