Estudio revela severo impacto de la privación del sueño en el funcionamiento emocional

Guardar

Washington, 21 dic (EFE).- Las interrupciones del sueño, incluso menores, hacen que las personas se sientan menos felices, más ansiosas y menos vivaces en su respuesta a los estímulos emocionales, dijo a EFE la investigadora Joanne Bower, de la Universidad de East Anglia, Reino Unido.

Bower es autora junto con Cara Palmer, de la Universidad Estatal de Montana, y otros investigadores de un estudio que publica este jueves la revista 'Pyschological Bulletin' de la Asociación Psicológica de Estados Unidos.

"Nuestra investigación examinó estudios que habían alterado de forma experimental el sueño, ya sea manteniendo a las personas despiertas por periodos más prolongados, abreviando el tiempo en que estaban dormidas, o interrumpiendo su sueño durante la noche", explicó Bower.

Aunque esta investigación no consideró los estudios acerca del insomnio, "hay evidencias que indican que un trastorno más prolongado del sueño también tiene consecuencias sobre nuestro estado de ánimo, incluidos los sentimientos más fuertes de depresión y ansiedad", añadió.

De la misma forma en que dormir es una necesidad humana universal, las experiencias emocionales son ubicuas y regulan virtualmente cada aspecto de la vida cotidiana, incluida la salud, la motivación, la toma de decisiones, las interacciones sociales y la memoria, señala el estudio.

"Existen evidencias abrumadoras de que la falta de sueño opera como un catalizador directo para el desarrollo de dificultades emocionales y trastornos afectivos en toda la vida", agrega.

Bower explicó que es probable que "en problemas tales como la dificultad para dormirse ocurra una interacción en los dos sentidos".

"Por ejemplo, si alguien está preocupado o estresado, eso dificulta el dormirse. Y luego que se ha dormido poco es difícil lidiar con nuestras emociones, lo cual nos estresa más lo cual a su vez hace difícil el dormirse", explicó.

La investigadora indicó que el uso de ayudas como los ejercicios respiratorios, tisanas o la música relajante probablemente "nos ayuden a dormir y pueden mejorar nuestra calidad percibida del sueño, pero hay pocas evidencias que indiquen que cambien el sueño en sí".

“Este estudio sintetiza más de 50 años de investigación experimental para revelar las múltiples formas en que la pérdida de sueño socava el funcionamiento emocional humano e incrementa el riesgo de desórdenes psiquiátricos”, dice el artículo.

Destaca que, teniendo en cuenta la proporción de personas en todo el mundo que rutinariamente no duermen de forma adecuada, las conclusiones de la investigación tienen relevancia al mostrar los efectos de la pérdida de sueño en las experiencias emocionales.

Esas conclusiones "deberían informar las regulaciones y políticas que tienen impacto directo sobre las pautas de sueño y vigilia, incluidos los periodos y horarios máximos de trabajo, por ejemplo para médicos cirujanos o conductores de camiones", sostiene.

Asimismo, concluye, el conocimiento del impacto que tiene la privación del sueño debería tomarse en cuenta en el establecimiento de los horarios escolares, las operaciones militares y de combate, y las inversiones en educación y salud que den prioridades al buen dormir. EFE

jab/msc

Guardar