Los problemas de audición, un síntoma que debe atenderse a tiempo

Las personas suelen reaccionar demasiado tarde ante la pérdida de audición. "Esto se debe a que la pérdida de audición suele transcurrir casi sin que lo notemos, a lo largo de muchos años", dice la profesora alemana Christiane Völter, quien dirige el Centro de Competencias Auditivas en la Universidad Ruhr de Bochum.

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Infobae

Las personas suelen reaccionar demasiado tarde ante la pérdida de audición. "Esto se debe a que la pérdida de audición suele transcurrir casi sin que lo notemos, a lo largo de muchos años", dice la profesora alemana Christiane Völter, quien dirige el Centro de Competencias Auditivas en la Universidad Ruhr de Bochum.

Según explica, a muchos afectados les cuesta reconocer el problema. Añade que, a menudo, son los familiares quienes llevan a los pacientes a la consulta, ya que ellos son los primeros en notar que la persona escucha la televisión a un volumen muy alto o no entiende lo que le dicen.

La pérdida de audición no es un problema de la vejez

La pérdida de la audición suele comenzar entre los 45 y los 50 años, según indica la profesora Birgit Mazurek, directora del Centro de Tinnitus del hospital público Charité de Berlín. Acontecimientos como un trauma acústico, causas genéticas o pérdidas repentinas y repetidas de la audición pueden adelantar aún más su aparición.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el grupo etáreo de personas entre 60 y 69 años, uno de cada cinco sufre una alteración auditiva. En el caso de las personas entre 70 y 79 años, son el 42 por ciento, mientras que en el de las de más de 80 son casi tres cuartos (71,5) los afectados.

Por ello, los especialistas recomiendan a las personas de mayor edad ir a tiempo al otorrinolaringólogo y hacerse un test auditivo. Si el resultado no es bueno, puede que se recomiende al paciente el uso de un audífono para compensar esta disminución.

La pérdida auditiva puede tener consecuencias

Si no se aborda el problema auditivo durante mucho tiempo, esto puede tener consecuencias desagradables, que van mucho más allá de los problemas de comunicación. Escuchar mal puede causar problemas físicos, como un mayor riesgo de caídas, y también trastornos psicológicos y mentales.

Según el modelo del psicólogo sueco Jerker Rönnberg, cuando uno sufre una deficiencia auditiva, las señales acústicas entrantes ya no coinciden con lo que el cerebro ha almacenado en la memoria a largo plazo.

Völter señala que esto es muy agotador, "porque la persona con la audición afectada debe echar mano de sus capacidades cognitivas para lograr formar una oración que tenga sentido con los fragmentos que escuchó". Y explica que esto hace que se desperdicien recursos cognitivos que luego ya no están disponibles por completo para otras tareas.

Quien escucha mal suele retraerse

De acuerdo con Mazurek, las personas que escuchan mal corren mayor riesgo de llegar a ser dependientes de cuidados especiales y asistencia, entre otras cosas por el mayor riesgo de caídas. Además, suelen retraerse, lo que les genera un daño adicional.

"Cuando se comparte menos con otras personas y se participa en menos conversaciones, se obtiene menos 'input' estimulador", afirma Völter. "Esto puede tener un impacto en la capacidad cognitiva", señala.

Mazurek añade que este aislamiento, combinado con una mayor falta de movimiento, aumenta además el riesgo de depresión. En su opinión, esta problemática se reduce a cuatro palabras: "Audición, movilidad, cognición, depresión". Varios estudios también apuntan a una relación entre la pérdida de la audición y un mayor riesgo de enfermar de depresión o demencia.

Sin embargo, Völter recomienda cierta prudencia en esto. En su opinión, los estudios epidemiológicos indican que hay una relación entre estas cosas. Pero añade que por ahora no está claro "de qué forma se influencian mutuamente las alteraciones en la audición y los cambios cognitivos".

El audífono ayuda, pero no lo es todo

Debido a todos estos riesgos para la salud, los especialistas recomiendan acudir al otorrinolaringólogo para que indique cuanto antes el uso de un audífono. De esta forma, "los pacientes podrán mantener una mayor capacidad cognitiva", afirma Mazurek, aunque cree que no conviene confiarse únicamente de esto.

En su opinión, el cerebro necesita de varios estímulos. Por eso considera que las personas de mayor edad deben moverse y procurarse estímulos cognitivos y no quedarse plantificadas delante del televisor. "No basta con decir: 'tengo audífono, así que está todo bien'", añade.

Indica que no conviene comenzar con su uso demasiado tarde, para practicar con tiempo cómo colocarlo y llevarlo. Mazurek explica que esto es más fácil cuando no se es tan mayor todavía, cuando las capacidades motoras aún son buenas.

Considera asimismo que para las personas de mayor edad, que quizá sufren de tremores, es mejor usar un audífono retroauricular, más fácil de colocar que los audífonos de oído interno. Añade que los primeros también son más fáciles de manipular para el personal de cuidados.

Los audífonos se usan poco

A pesar de los buenos resultados que se obtienen con los audífonos, no se los usa con frecuencia. De acuerdo con la publicación médica germana "Deutsches Ärzteblatt", en el grupo de personas de 60 a 69 años, no los usa ni siquiera el seis por ciento de las personas con problemas de audición. En el caso de las personas de 80 años o más, los usa casi un tercio.

Esto puede deberse a que estos aparatos se siguen asociando con la vejez. Además, las personas que escuchan mal "necesitan tiempo para acostumbrarse a esta nueva sensación auditiva", comenta Völter. Sin embargo, afirma que vale la pena tomarse el tiempo hasta acostumbrarse. 

dpa

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