Quien esté pensando en una barbacoa, en general tiene en mente lo clásico: una parrilla con carbón vegetal. No cuesta mucho, se puede llevar a cualquier paseo o excursión y las brasas ardientes crean también un ambiente acogedor. Pero antes de adquirir una uno debería averiguar si en la zona en que reside está permitida. Eso es diferente en cada región y tanto las comunidades como los reglamentos de los edificios mismos pueden excluir la parrilla a carbón. Eléctrica: para noches de barbacoa espontáneas Por el contrario, una parrilla eléctrica es fácil de manejar, larga poco humo y no implica un peligro por las chispas. Claro que hay que tener una toma de corriente cerca. Y en cuanto al sabor hay limitaciones: falta el típico aroma a barbacoa. Pero a cambio, la parrilla eléctrica es más rápida que la parrilla a carbón. Conclusión de los expertos: una parrilla eléctrica se puede usar espontáneamente y es apropiada para aquellos a los que les gusta preparar algo en un círculo pequeño. Gas: poco humo y mucho aroma Una parrilla a gas reúne la ventaja de las parrillas a carbón y eléctrica. No emite mucho humo, tiene más aroma a verdadera barbacoa y, en comparación, es segura. Es igual de rápida que una parrilla eléctrica, pero no depende de una toma de corriente. En Europa, al comprar una parrilla a gas, los consumidores deben prestar atención a que esta cuente con la certificación de seguridad CE, que debe figurar en el producto junto con el número de cuatro dígitos del centro de pruebas. En el caso de las de carbón y eléctricas, los consumidores pueden guiarse por la certificación voluntaria GS de seguridad comprobada. dpa