El papa Francisco llega el sábado a Atenas para una visita que desea aliviar las históricas difíciles relaciones con la Iglesia ortodoxa.
El pontífice argentino, que estuvo en la isla griega de Lesbos en 2016, aterriza en la capital griega casi dos décadas después de la visita de Juan Pablo II en mayo de 2001, marcada por el tono despectivo y anticatólico de la prensa, como recuerda con la AFP el responsable de los jesuitas en Grecia, Pierre Salembier.
El diálogo con los ortodoxos, que se separaron de la Iglesia católica en 1054 durante el gran cisma entre Oriente y Occidente, es una de las prioridades del pontificado de Francisco.
En Grecia, donde la religión ortodoxa es la del Estado, los católicos constituyen una minoría de apenas el 1% o casi el 2%, contando las migraciones recientes.
"El clima hoy en día es mejor, comparado al que reinaba cuando vino Juan Pablo II", sostiene Salembier, al mencionar los cientos de monjes que en 2001 protestaron e izaron banderas negras en los monasterios.
Pese a que el pontífice polaco pidió "perdón" público por los pecados de los católicos contra los ortodoxos, en referencia a la IV Cruzada y al saqueo de Constantinopla en 1204, las protestas no faltaron.
Para muchos observadores, entre ellos el arzobispo católico Théodore Kodidis, la personalidad de Francisco cuenta mucho, sobre todo "su humildad, su apertura, su interés por las cuestiones sociales", elementos que los griegos aprecian.
La visita al campo de migrantes de Lesbos en abril de 2016, acompañado por el patriarca de Constantinopla Bartolomé y el arzobispo ortodoxo de Grecia Hieronym II, causó una buena impresión.
"La amistad" entre el papa Francisco y el patriarca Bartolomé también ha contribuido "a consolidar las relaciones con el mundo ortodoxo", aseguró a la AFP Hyacinthe Destivelle, directora del Instituto de Estudios Ecuménicos, Angelicum de Roma.
Francisco, que ha visitado muchos países ortodoxos, como Georgia, Armenia, Rumania, Bulgaria y Macedonia del Norte, viajará también a Chipre, a donde llegará el jueves, dos días antes de Atenas.
Las iglesias ortodoxas son todas autónomas, a diferencia de las católicas que dependen del papa, lo que limita la influencia del patriarca de Constantinopla.
Algunos "fanáticos anticatólicos", entre ellos el metropolitano Séraphim de El Pireo, llegaron a calificar la visita del papa Francisco a Grecia de "inmoral".
En los últimos veinte años, "la comunidad greco-ortodoxa se ha vuelto un poco más fundamentalista", reconoció por su parte el teólogo Petros Panagiotopoulos, profesor de la Universidad Artistote de Tesalónica.
"Realizarán manifestaciones. Serán pocos pero harán ruido", advierte monseñor Kodidis, convencido de que "la jerarquía ortodoxa de Grecia recibirá al papa argentino con amabilidad y atención", dice.
"A pesar de las voces disidentes (...) la iglesia ortodoxa griega, su clero y los laicos, han madurado el deseo de que se estrechen los lazos entre las iglesias ortodoxas y el catolicismo", resumió el teólogo Nikos Zacharopoulos.
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