La agresividad a la hora de la comida es un comportamiento muy generalizado entre los perros, incluso frente a sus dueños, quienes son recibidos con gruñidos en cuanto se aventuran a acercarse al cuenco de comida. "La agresividad con la comida es un tema frecuente, pero para el perro es un comportamiento completamente normal. En su hábitat natural no molestaría a nadie", explica la adiestradora alemana de canes Kris Hansen, del área metropolitana de Fráncfort. Al fin y al cabo, prosigue, la comida es un recurso importante para el animal, y los perros defienden lo que para ellos es importante. Algunos caninos comen con especial rapidez para poner la comida a salvo; otros colocan una pata sobre el hueso de forma bien demostrativa. Mientras que estas son conductas toleradas por los humanos, la situación cambia cuando el perro se torna agresivo, comienza a gruñir y en algunos casos incluso ataca o muerde. Esta reacción rara vez surge de la nada; en la mayoría de los perros se pueden advertir claras señales de alerta: su cuerpo se pone rígido, la mirada fija, las orejas se inclinan hacia delante, la cola apunta hacia arriba, el pelaje se eriza, los labios se echan hacia atrás. Además, gruñen. Esto nunca debería ser motivo de castigo. La experta señala que está científicamente demostrado que este comportamiento no tiene nada que ver con el cuestionamiento de una jerarquía, como se propaga tan a menudo. Además, el castigo podría tener un efecto contraproducente: en el peor de los casos, el perro decidirá dejar de gruñir y directamente morder: "Gruñir forma parte del lenguaje del perro y significa un claro 'no'. Y habría que tomárselo en serio". Los perros de guardia, como los rottweiler y los pastores alemanes, suelen ser muy defensores con la comida. También hay un mayor riesgo en los perros que ya han pasado hambre. Si se está criando un cachorro, hay algunas medidas que se pueden tomar para evitar que el animal llegue a ese punto. "Debe darse cuenta desde pequeño de que no tiene por qué temer que alguien le quite su comida", asevera la entrenadora de perros Tina Schnatz, también de la región alemana de Hesse, y recomienda sentarse junto al cuenco mientras el perro come e ir agregando poco a poco trozos de comida. Así, el cachorro aprende que un ser humano cerca del cuenco es lo mejor que le puede pasar. En el caso del perro adulto, cuyo comportamiento agresivo durante la comida ya está consolidado, el adiestramiento puede ser más complicado. "Una posibilidad es alimentar al animal solo con la mano", aconseja Hansen. Además, se puede practicar una seña de obediencia con la mano, inicialmente lejos del cuenco. Si el perro escucha y obedece la seña, recibe una golosina. Si el ejercicio funciona bien, se puede seguir practicando junto al cuenco de comida. La situación es diferente en el caso de una agresión muy pronunciada, es decir, cuando el perro ataca a su dueño y este apenas se atreve a acercarse cuando el animal está comiendo. Los expertos abogan por buscar el consejo de un adiestrador de perros que trabaje con refuerzo positivo. El objetivo es que el perro aprenda que no se le va a quitar nada. Debe evitarse el comportamiento dominante exagerado o incluso el castigo por parte del humano. Esto no elimina la causa del problema y puede ser peligroso para los dueños, especialmente si no pueden interpretar el lenguaje del perro con precisión. "Nunca hay que exponerse a una situación peligrosa, al fin y al cabo, hasta un chihuahua tiene dientes filosos", advierte Schnatz. En el caso de que sean varios perros los que conviven: "Al principio, lo mejor es darles de comer al menos en diferentes rincones o, mejor aún, habitaciones", recomienda Schnatz. Es importante que cada perro aprenda que nadie le va a quitar su cuenco. Con el tiempo, los cuencos de los animales menos complicados podrán ir acercándose paulatinamente. Para asegurarse de que ningún perro coma nada del otro, el dueño debe permanecer en la habitación durante las comidas. "De lo contrario, un perro se pondrá cada vez más gordo y el otro cada vez más delgado", puntualiza Hansen. Normalmente, los perros revisan el plato de sus congéneres después de haber vaciado el suyo. Si estos no lo toleran, todos los cuencos deberán guardarse inmediatamente después de la comida. dpa