Jeff Bertus condujo durante 14 horas desde su pequeño pueblo en Dakota del Sur para llegar al rodeo del viernes por la noche en San Angelo, Texas, movido por la esperanza del joven vaquero de vivir ocho segundos de acción, como máximo.
Este estadounidense de 29 años, con cara de niño, es un jinete de toros, una de las estrellas que el público de los rodeos espera toda la noche y que a menudo son la razón por la que la gente compra entradas.
Su trabajo consiste en intentar mantenerse a lomos de un toro descontrolado durante ocho segundos. Una vez lanzados al suelo, tienen que evitar ser corneados o aplastados por los poderosos animales.
Sólo los más audaces (y afortunados) ganan una recompensa de entre 2.000 y 7.000 dólares como mejor jinete de la noche.
Pero a pesar de lo mucho que está en juego, el rodeo de San Angelo es un verdadero alivio para los jinetes: después de un año en el que la pandemia de coronavirus cerró gran parte del circuito de rodeos, el evento es una señal de que las cosas empiezan a volver a la normalidad.
Bertus está emocionado de por fin volver a la silla de montar, donde se siente cómodo desde la infancia.
"Llevo haciéndolo bastante tiempo, supongo", dice sonriendo, mientras usa resina para recubrir la cuerda que irá alrededor del estómago del toro, y a la que se aferrará durante el rodeo.
"Cuando era pequeño empecé con los becerros y poco a poco fui subiendo más y más".
En invierno, los jinetes suelen participar en algunas competiciones durante el fin de semana. Pero durante el verano, la temporada alta, hay unos cinco rodeos cada semana.
- Mascarillas recomendadas pero poco usadas -
Comienza entonces una época ajetreada, pero también costosa para ellos: "Puedes ganar mucho dinero montando toros en los rodeos, pero también gastas mucho dinero en combustible, billetes de avión, hoteles... todo eso", dice Ty Wainwright, un joven de 22 años de Luisiana. "Yendo de un lado para otro en la carretera".
En San Angelo, las noches están repletas de homenajes patrióticos y competiciones al estilo del Salvaje Oeste: el himno nacional, carreras de vaqueras, desfiles con la bandera de Texas, concursos de lazo...
El rodeo, que tiene lugar en el corazón de la zona ganadera, atrae a 5.000 espectadores por noche durante tres fines de semana.
Se recomienda el uso de mascarillas, pero rara vez se cumple. Quince días después de la inauguración del rodeo, a principios de abril, las autoridades sanitarias afirmaron que las tasas de infección se han mantenido bajas en el condado, con sólo tres nuevos casos entre 120.000 residentes.
La pandemia no ha perturbado en absoluto este evento, a diferencia de tantos otros: el rodeo de 2020 se programó unas semanas antes de que estallara la crisis en Estados Unidos, y el de 2021 se fijó un mes después de la reapertura del estado anunciada por el gobernador Greg Abbott a principios de marzo.
- "A pleno rendimiento" -
Otros rodeos no tuvieron tanta suerte. El más grande de Texas, en Houston, se canceló a principios de febrero por segundo año consecutivo.
"Hubo un par de meses en los que no hubo rodeos", dice Jake Orman, un vaquero profesional de 29 años y especialista en rodeo de terneros por equipos. Hubo algunos durante el verano, pero "teníamos que conducir como diez horas a cada rodeo, y no pagaban muy bien", dice. "Pero al menos había rodeos".
El jinete de toros Wyatt Gregg, que entrena un equipo de rodeo de la universidad de Texas con su esposa, dice que se quedó en casa haciendo "trabajo de vaquero, principalmente".
"Estuve atascado en la casa, así que (tuve) mucho trabajo de vallado y reconstrucción, y trabajo con el ganado y los caballos la mayor parte del tiempo", dice este hombre de 31 años.
"Pero ahora se ha puesto en marcha, de nuevo a pleno rendimiento, se acerca la ronda de verano y (he) decidido estar en ella todo el verano", dice Gregg.
El rodeo empieza bien para él porque, a diferencia de Bertus y Wainwright, consigue mantenerse en su toro durante ocho segundos. Aunque está bien clasificado, acaba siendo superado por un estudiante de secundaria, Jace Trosclair.
Gracias a la escuela virtual, Trosclair pudo trabajar y ahorrar lo suficiente para dejar su pueblo de Chauvin, en Luisiana, y embarcarse en la gran gira de rodeo americana. Era la primera vez que competía en un evento tan importante.
str/led/to/dw/gma/yow