Las medidas restrictivas para frenar la pandemia del coronavirus que rigen en muchos lugares significan una soledad intolerable para numerosas personas. Para otras, la situación genera un caos familiar que implica adaptarse a las clases virtuales de los hijos y al propio teletrabajo. "Son dos polos muy opuestos, pero entre ambos se encuentran más o menos todas las personas", señala el psicólogo Florian Stoeck, del equipo de Psicología de Emergencia de la Asociación Alemana de Psicólogos y Psicólogas. "Un gran problema es la soledad y la sensación de estar solo", comenta Stoeck. En su opinión, quien vive solo y no se puede ver con amigos, familia y colegas puede sentir una gran soledad. "Por otro lado, las familias con muchos hijos se sienten sobreexigidas, ya que tienen que compaginar muchas cosas", agrega. Para él, lo importante es tener en claro algo: esta situación pasará en algún momento. "Es por un tiempo limitado", explica el psicólogo. "Incluso aunque las restricciones se prolonguen, habrá un final", añade. Stoeck recomienda para esta etapa no ver solo las limitaciones, sino también las oportunidades. "Podemos darle un sentido a este tiempo", subraya el psicólogo. "Quizá sea el momento de hacer las cosas que siempre se posponen. A veces la situación también permite tener más tiempo para el núcleo familiar", apunta. El experto alienta a buscar conscientemente lo que a uno le hace bien: "¿Cómo puedo juntar fuerzas, qué me relaja, qué me hace feliz, qué me da energía?", esas son algunas de las preguntas que sugiere hacerse. Esto puede ser un baño de inmersión, leer o dar un paseo por la naturaleza. En muchos lugares, la gente aprovecha para caminar al aire libre. Stoeck cree que este puede ser un remedio infalible para salir de la tristeza. "Si se mantiene la distancia, es algo bueno", indica. En su opinión, hay mucho que descubrir en los alrededores. Por otra parte, cree que quienes están sobrecargados por el teletrabajo, las tareas domésticas y las tareas de sus hijos también pueden aprovechar para aprender a decir que no y dejar cosas sin hacer. "No hay que poder con todo", subraya Stoeck. "La pila de ropa para doblar puede esperar unos días", pone como ejemplo. El experto recomienda también mantener estructuras claras en el día a día: lo ideal es que haya momentos definidos para el trabajo y otros para pasar tiempo con la familia o llamar a amigos. Quien tiene la sensación de que ya no tiene ganas de nada debería buscar ayuda profesional, recomienda el especialista. "Si no se puede desconectar ni dormir, si no se abandona más la casa por miedo a contagiarse", hay que recurrir a un experto. "También si surgen pensamientos relacionados con hacerse daño para poner fin a la situación", advierte. dpa