"Vuelve a casa, podría detenerte por esto". Con una porra y un arma en la mano, los agentes sudafricanos multiplican los controles nocturnos para hacer respetar las nuevas restricciones por el covid-19.
Sudáfrica acentuó desde el lunes las medidas para frenar el virus, por ejemplo, con la prohibición de la venta de alcohol, la obligatoriedad del uso de la mascarilla en la calle, el cierre de bares y restaurantes a partir de las 20H00 y con un toque de queda entre las 21H00 y las 06H00.
Tras haberse confrontado a una segunda ola que provocó más de 27.500 muertos, se convirtió en el primer país africano que superó el millón de casos, en una población de 59 millones.
A partir de las 21H00, varias decenas de vehículos policiales patrullan por las calles especialmente silenciosas y tranquilas de los barrios pobres de esta megalópolis de cinco millones de habitantes.
Las autoridades ya habían advertido que aplicarían tolerancia cero desde el primer día en que entró en vigor el toque de queda nocturno.
Mientras circulan por el centro, un chico y una chica cruzan fugazmente delante de los vehículos de los agentes. Estos salen del coche, pero ya es demasiado tarde: los jóvenes se escaparon.
Un poco más lejos de ahí, una decena de coches forman un cordón policial.
"A partir de las 21H00, no debe haber ni un alma", asegura un agente, que señala con el dedo su reloj mientras se dirige al conductor de un minibús durante un control.
"Ponte tu mascarilla", le exige al conductor mientras inspecciona su vehículo. "Lo miramos todo ya que podría haber alcohol", explica a la AFP.
- Penas de cárcel por no llevar mascarilla -
La prohibición de la venta de alcohol tiene como objetivo reducir los accidentes de tránsito y la violencia doméstica y así intentar reducir el número de pacientes que llegan a los hospitales.
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, reprochó el lunes a sus compatriotas que se "relajaron" ante el virus, sobre todo con la organización de numerosas fiestas a finales de año. Y ahora "pagamos el precio por ello", lamentó.
Un agente cachea y hace una batería de preguntas en zulú a un conductor negro, antes de detenerlo por no haber respetado el toque de queda.
"Esos de ahí pasarán la noche en comisaría", afirma el policía, mientras señala un furgón. "Algunos serán liberados mañana, otros serán juzgados".
No llevar mascarilla en el espacio público incluso puede ser castigado con penas de prisión en Sudáfrica, donde detectaron una nueva cepa más contagiosa, que originó la mayoría de los nuevos casos.
En ese mismo instante, un hombre sin domicilio, cargado con botellas de plástico, se pasea cerca del cordón policial.
"¿Sabes qué hora es? ¿Estás al corriente de las nuevas restricciones? ¿Qué pasaría si te pusiera una multa? Ni siquiera podrías pagarla", le dice una agente.
Entonces, el 'sintecho' saca lentamente de su pantalón un mascarilla hecha con cáñamo mugriento, recoge su saco lleno de objetos y se aleja de los policías, que continúan con sus estrictos controles.
cld/ger/eb/me