Emerson Gorman sabe lo que es enfrentar la destrucción de su cultura: cuando tenía cinco años, estaba entre los miles de niños navajos separados de sus familias y enviados a escuelas cristianas que intentaron borrar sus creencias.
Ahora, a sus 66 años, este curandero tradicional que vive en la mayor reserva de nativos de Estados Unidos considera que es su deber transmitir su sabiduría, en momentos en que los ancianos de la comunidad enfrentan una amenaza mortal por la pandemia de coronavirus.
"Es muy importante hablar sobre nuestra historia, nuestros rituales y ceremonias", dijo Gorman, un hombre alto y fuerte, que vive en una granja en el centro de la Nación Navajo, donde él y su familia se dedican a la cría de ganado y cultivo de maíz, frutas y hierbas.
El hombre considera vital la transmisión de la medicina que practica porque "sabemos que nos cuidan y estamos conectados a la energía natural, a los espíritus y al mundo natural", dice.
La prevalencia de condiciones relacionadas con la pobreza, como diabetes, obesidad y enfermedades cardíacas, junto con el hecho de que entre el 30% y 40% de la Nación Navajo -de unos 175.000 habitantes- no tiene acceso a agua corriente, hacen de este territorio una de las zonas más golpeadas por la pandemia de coronavirus en Estados Unidos.
Con más de 5.500 casos confirmados y 250 muertes, su tasa de mortalidad per capita aparece justo detrás de Nueva York y, al igual que en todo el mundo, los ancianos son los más afectados.
Sin embargo, aquí la situación es única porque son los ancianos los depositarios del conocimiento de la comunidad, transmitidos de forma oral a las nuevas generaciones.
"El hecho de que esta enfermedad esté afectando a los ancianos de forma desproporcionada es muy aterrador para los pueblos nativos. Es una enorme fuente de ansiedad", dijo Allison Barlow, directora del Centro Johns Hopkins para la Salud de los Indios Americanos (CAIH).
"Hubo una época en la que el gobierno federal suprimió la enseñanza de la lengua, la enseñanza de la cultura", dijo a la AFP, en referencia a los internados indios instalados desde 1860 y que funcionaron hasta los años 1970.
Gorman vivió ese ideal de enseñanza. En la escuela a la que asistió les prohibían hablar en su idioma y los obligaban a cortar sus largas trenzas, les decían que su religión era "mala" y trataban de convertirlos al catolicismo.
- Pérdida del lenguaje -
En Monument Valley, una de las regiones más emblemáticas de la Nación Navajo con colosales formaciones rocosas, Lanell Mernard-Parrish, tesorera del gobierno local Navajo, apila cajas en vehículos para ser distribuidas entre los mas necesitados, con especial atención a los ancianos.
Los vehículos con personas mayores de 60 años tienen una cinta adhesiva en la luneta. Los voluntarios gritan "¡Ancianos!" cuando los ven venir y les dan más provisiones, señal de cuánto se les venera.
A Mernard-Parrish se le quiebra la voz al recopilar la muerte más reciente en su familia: su suegra, que tenía 60 años.
"Desde el día en que dio positivo, solo se quedó otros seis días, y luego la perdimos", dijo Mernard-Parrish, de unos 40 años, quien lamenta que sus cinco hijos hayan perdido a un abuelo, un vinculo crucial con su pasado.
"Tuve la suerte de crecer cerca de mis cuatro abuelos", pese a que muchos de su generación perdieron a sus ancianos debido a la extensa minería de uranio que se realizaba en la Nación Navajo después de la Segunda Guerra Mundial.
Según los investigadores, el gobierno de Estados Unidos realizó un experimento humano masivo en mineros navajos al no informar de riesgos de la radiación, mientras estudiaba su impacto en ellos.
Ahora, el enemigo es la pandemia del coronavirus. "Estamos perdiendo nuestro idioma, y perder a un abuelo impacta mucho en eso", afirmó.
- Prolongar el legado Navajo -
De vuelta en su casa, Gorman confiesa que recibió una catarata de pedidos de bendiciones, a menudo por teléfono, para alejar la COVID-19.
El curandero y su familia siguen los consejos sanitarios de usar tapabocas y lavarse las manos con frecuencia. Pero también enfatizan el uso de hierbas, como la salvia, la yuca y el enebro que cultiva para tratar diversas dolencias.
En 2004, su esposa Beverly comenzó un campamento para que los hijos de la comunidad revivieran su cultura y preservaran la tradición.
Como abuela, en una sociedad matriarcal, transmite las enseñanzas de sus antepasados. Las lecciones incluyen el idioma Navajo (Dine bizaad), historia, hierbas, trampas para conejos, hacer puntas de flecha y encender fuego con el arco.
Naiyahnikai Gorman, de 21 años, el más joven de los ocho hijos de Emerson y Beverly, quiere prolongar su legado.
Asistente de investigación en el Centro de Salud de Amerindios (CAIH) de Johns Hopkins, espera estudiar medicina y luego comenzar un centro que ofrezca medicina occidental y navajo.
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