¿Las harinas son las culpables de todos nuestros males?

La respuesta la da el neurólogo David Perlmutter en su bestseller "Cerebro de pan". Afirma que "las harinas y los carbohidratos están destruyendo silenciosamente el cerebro de las personas". Cómo llegar con más lucidez mental a la vejez

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Que las harinas, el arroz, el azúcar y los hidratos de carbono en general son enemigos de la silueta no es novedad. Lo revolucionario es conocer que, además, hacen daño a nuestro cerebro.

Con esa línea de pensamiento volcada en su libro Cerebro de pan, el renombrado neurólogo David Perlmutter conquistó rápidamente el primer puesto de todas las listas de los más vendidos en los Estados Unidos. Es que su postulado sugiere que "la disfunción cerebral comienza con el pan de cada día". Dato innovador si los hay.

Quien no inicie su día con una tostada o unas galletitas, que tire la primera piedra. Lo cierto es que mientras especialistas en nutrición dicen que lo que asegura Perlmutter no está científicamente demostrado, el especialista no se cansa de citar estudios e investigaciones que avalan su propuesta.

Su motor no es lograr un físico privilegiado. Lejos de eso, el miembro fundador del Consejo Estadounidense de Medicina Holística e Integral se propone llegar a la vejez con la mayor lucidez mental posible. Y al parecer, alejándose de las harinas es como se lograría.

Pero su advertencia va más allá: Perlmutter no demoniza sólo a las harinas refinadas, el arroz o el azúcar, sino que incluye a los carbohidratos y azúcares en su conjunto –léase que las frutas también deberían consumirse de manera limitada–.

Así las cosas, no sólo los carbohidratos "malos" dañan la salud de nuestro cerebro: también los saludables, como los granos enteros, pueden causar demencia, epilepsia, ansiedad, dolores de cabeza crónicos, depresión y mucho más. Al punto de que el neurólogo asegura que la causa de todos estos males no está en el ADN de quien los padece sino en la comida que consume.

El gluten, el veneno moderno

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Esta proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno es la responsable de que panes, tortas y facturas tengan la consistencia homogénea con la que se los conoce. Pues para Perlmutter, además, es causante del deterioro cerebral de la sociedad moderna.

Así es que además de señalar al gluten como una especie de veneno, el neurólogo sostiene que habría que comer más parecido a como lo hacía el ser humano antiguo. Esto es, grasas predominantemente, proteínas en segundo lugar y una mínima ración de carbohidratos.

En la actualidad se consume, aproximadamente, 60% de carbohidratos, 20 de grasas y 20 de proteínas. Y ahí radican, para el especialista, todos los males que padecemos, ya que –para él– los hidratos de carbono no deberían superar el 6% de la totalidad de lo que consume una persona.

¿La revolución de la dieta?

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Contra toda prescripción médica que podamos haber escuchado, el miembro del Colegio Estadounidense de Nutrición recomienda cambiar el pan tostado del desayuno por huevos y mantequilla. E incentiva a consumir más grasas saturadas y menos medicamentos para reducir el colesterol.

A tal punto llega su convencimiento en lo que postula, que Perlmutter sostiene que las estatinas (el fármaco utilizado para reducir el nivel de colesterol malo en sangre) "son un invento de los laboratorios y perjudican la salud cerebral".

El "extremismo" de sus ideas lo lleva a asegurar que "los hidratos de carbono y el aumento de azúcar en sangre están vinculados con cada enfermedad degenerativa conocida por el ser humano". Para él, "los únicos problemas de salud eximidos serían los que surgen de un trauma o tienen una impronta genética", según dijo a la revista Noticias.

En esa línea de pensamiento, el polémico neurólogo elaboró su lista con "los sí" y "los no" de su dieta saludable.

Así, sus permitidos son todas las proteínas en forma de carnes, las grasas saludables y vegetales de superficie (los de raíz, como papa y batata, son los malos de esta película).

En contrapartida, sus prohibidos son las harinas en todas sus versiones (incluyendo los cereales integrales) y las frutas en exceso.

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