Ricardo Jaime se enriqueció ilícitamente mientras fue secretario de Transporte de Néstor y Cristina Kirchner. Es decir que en los primeros seis años de la gestión kirchnerista el encargado de la política de transporte usó su cargo público para hacer negocios. Millonarios.
Jaime no estaba solo. Sus negocios eran conocidos por sus superiores políticos y financiados por los empresarios del transporte que vieron crecer sus negocios al amparo de la complicidad de Jaime.
Según la Sala I de la Cámara Federal porteña, que revisó el procesamiento dictado por el juez Sebastián Casanello y pedido por el fiscal Carlos Rívolo, "la pesquisa llevada a cabo ha permitido acreditar prima facie que Ricardo Raúl Jaime incrementó su patrimonio de manera desproporcional a sus ingresos, valiéndose para ello de "prestanombres" –tanto personas físicas como jurídicas- a los fines de desvirtuar el conocimiento del real titular de esos bienes. En muchos de los casos, estas personas interpuestas, vía empleo de sociedades off shore, compraban y disponían de una serie de activos, los que incluso -en algunas ocasiones- eran revendidos a otras compañías pantallas, articulando de esta manera el reingreso de los fondos al real propietario. El incremento registrado, de acuerdo a una estimación provisoria, asciende en términos nominales a $12.500.000, evaluado a la luz del requerimiento de justificación de bienes... Asimismo, el enriquecimiento evidenciado en el expediente encuentra claro reflejo en el informe contable que demuestra de manera objetiva el engrosamiento de sus activos en forma directamente proporcional desde su ingreso en la Secretaría de Transporte de la Nación".
Los camaristas Jorge Luis Ballestero, Eduardo Freiler y Eduardo Farah también confirmaron el procesamiento de algunos de los testaferros que usó Jaime para incrementar su fortuna. Entre ellos están su ex mujer Silvia Reyss y las dos hijas de ella: Agostina y Lorena Jayo; Daniel Jaime, hermano del ex funcionario; y su principal hacedor de negocios oscuros Manuel Vázquez. Las hijas de Jaime quedaron fuera del procesamiento.
La Justicia sólo pudo demostrar que Jaime consiguió 12,5 millones de pesos que no puede justificar. Pero se sospecha que en sus seis años de servicios para mejorar el transporte en la Argentina obtuvo muchos más "incentivos a la productividad".
Usó un avión, un barco, compró autos, casas en countries, departamentos. Su familia comenzó a viajar a destinos lejanos y conocieron el mundo que, antes de llegar a la función pública, les era bien desconocido.
Jaime no se privó de nada. Puso de testaferros para esconder sus bienes a sus seres queridos y a su círculo de negocios.
Pero también a un indigente. Como ni él ni su mujer podían justificar la compra de un Honda Legend 0KM, pusieron como dueño del auto a un humilde garajista que le estacionaba el auto a Reyss. Así fue que Pedro Agustín Román Martínez, un trabajador que vive en una villa de Monte Chingolo, terminó procesado como testaferro del millonario ex secretario de Transporte del kichnerismo. El hombre confesó haber firmado los papeles del auto a cambio de 3000 pesos que fueron utilizados para compar un calefón y cambiar el techo de su casa en la villa. En el fallo los camaristas dictaron la falta de mérito para Martínez y con eso ha quedado a un paso de su desvinculación de la causa.
La utilización de un hombre pobre para hacerlo figurar como dueño de un auto de lujo es una de las caras más groseras de la corrupción. Ya se sabe que Jaime, que tiene varios casos de corrupción abiertos en la Justicia, se enriqueció a las sombras de la oscuridad de los negociados que se hicieron en la secretaría de Transporte. Tal vez por eso esté entre los acusados como responsables de lo ocurrido en la Tragedia de Once.