Unos 3,000 civiles armados entraron esta semana a los municipios Arios de Rosales, Salvador Escalante, Nuevo Urecho y Taretan, en el estado de Michoacán. Desde los tejados y carreteras esperaban a los sicarios que desde hace varios meses los tienen cercados por ser pueblos productores de aguacate.
Se levantaron en armas porque, según dicen, están hartos de los crímenes de los cárteles de Los Viagras y Jalisco Nueva Generación que mantienen una lucha encarnizada. En medio de esta guerra están los jornaleros, un eslabón débil cuya maldición aparece fuera de tiempo: en verano, en invierno, cuando le da la gana.
Este grupo de hombres autodefensas reapareció este lunes en videos, en los que explican sus razones: los trabajadores viven en unos principales puntos de producción del aguacate, que ha traído al estado mexicano violencia, enfrentamientos, y levantones, entre ellos el del activista Raúl Medrano Álvarez, quien desapareció por supuestas órdenes de Miguel Ángel Gallegos Godoy, alias el Migueladas, un ex autodefensa acusado de dirigir el grupo de los Caballeros Templarios.
La guerra por el aguacate
La violencia que golpea al estado de Michoacán (al centro oeste de México) amenaza con afectar uno de los principales productos de exportación: el aguacate.
Esta fruta, cuyo “boom” ha generado negocios sustanciosos con Estados Unidos, —se estima que en el Super Bowl de 2020 se consumieron alrededor de 74.000 toneladas— ha traído tensión y crueldad a la región de Tierra Caliente, donde los grupos criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Cárteles Unidos se disputan las zonas.
Los intercambios millonarios y las muertes a balazos han inducido a los productores de aguacate, en los municipios de Los Reyes, Peribán, Tancítaro y Ario de Rosales, a levantarse en armas contra los criminales.
El CJNG es uno de los grupos delictivos que opera en aquellas regiones, y actualmente mantiene un sangriento combate por el control de las tierras con células delictivas locales y autodefensas. Las extorsiones, secuestros y amenazas se han vuelto comunes en ese infierno, donde prospera la fruta convertida en toneladas de guacamole que los estadounidenses disfrutan durante el Super Bowl.
En entrevista con La Silla Rota, un jornalero del sector aseguró que están amenazados por el cártel de las cuatro letras, que irrumpe con extorsiones y asaltos exigiendo una parte de la mercancía. “Queremos que nuestro producto llegue sano y salvo porque nos roban camiones con aguacate y ahí pierde el productor y perdemos todos”, señaló al medio.
La alerta llegó después de varios incidentes que han afectado a la población michoacana. El pasado mes de noviembre, un grupo de delincuentes de Cárteles Unidos llegó a la zona alta de Tepalcatepec. Videos captados por los mismos sicarios mostraron imágenes estremecedoras. Vehículos blindados, cuerpos tendidos, el interminable tabletear de las armas largas y una estruendosa explosión que anunciaría la muerte de varias personas.
El asalto duró varias semanas. Varios días de horror para los pobladores. Hubo muertos y lesionados. Según los medios locales, la mayoría son del bando de Jalisco.
El grupo de Juan José Farías, alias el “Abuelo”, Cárteles Unidos, aplicó su propio protocolo de seguridad: nadie pudo entrar ni salir. La última semana de diciembre, niños, mujeres y hombres encabezaron una columna de autodefensas en Michoacán.
La violencia en la entidad no es nueva, de hecho, fue de los primeros lugares en exportar marihuana gracias a su fértil tierra. Sin embargo, en 2006 la situación se salió de control y el gobernador del estado lanzó un llamado de auxilio al entonces presidente de México, Felipe Calderón (2006-2012) ante la brutal violencia impuesta por Los Zetas, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios. La respuesta del mandatario fue desplegar al Ejército y desde entonces no han vuelto a los cuarteles.
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