Rescatistas seguían el domingo en la búsqueda de supervivientes en un número cada vez menor de edificios destrozados en la quinta noche después del terremoto más mortal de México en 32 años, mientras el presidente Enrique Peña Nieto instaba a la población a volver su atención a las labores de reconstrucción.
Contra todo pronóstico, la búsqueda continuó en un edificio de oficinas en ruinas en el barrio Roma de la Ciudad de México y en un apartamento de cinco pisos en el histórico Tlalpan, después de que el terremoto magnitud 7.1 del martes derribó decenas de construcciones y dejó al menos 307 personas muertas.
El sismo, el peor desde el terremoto de 1985 que causó miles de muertos, habría dejado unos 30.000 hogares gravemente dañados en los estados adyacentes de Morelos y Puebla, y pérdidas económicas de entre 4,000 millones y 8,000 millones de dólares.
Las autoridades suspendieron los esfuerzos en la zona de clase media alta de Lindavista, tras retirar 10 cuerpos de los escombros; mientras que en un edificio de apartamentos de Tlalpan fueron detenidos brevemente el sábado debido a un terremoto de magnitud 6.2 que sacudió el sur de México y volvió a expandir el miedo en la capital.
"En Tlalpan todavía existe la posibilidad de encontrar personas vivas, es URGENTE", se leía en un meme difundido el sábado en las redes sociales.
La respuesta del Gobierno al desastre está bajo estrecho escrutinio, previo a las elecciones presidenciales del próximo año.
La frustración ha crecido entre los miles de personas que quedaron sin hogar, con críticas acerca de que la reacción del Gobierno palidece en comparación con el flujo de apoyo voluntario tanto en los trabajos de rescate como en las donaciones de alimentos.
Cuando el terremoto del martes golpeó a México, el país ya comenzaba a recuperarse de otro previo del 7 de septiembre, por el que fallecieron 98 personas.
Las réplicas del sábado esparcieron el temor entre la población traumatizada de México, en tanto que algunas cenizas que acompañaron breves explosiones del volcán Popocatepetl fue otro recordatorio de la volátil geografía del país.
El presidente mexicano trató de rechazar las críticas destacando la ayuda gubernamental a los sobrevivientes en una gira el sábado en Jiquipilas, en el empobrecido estado sureño de Chiapas, que fue golpeado por el sismo anterior.
"Tengan la seguridad de que el gobierno federal está aquí, el Estado y los gobiernos locales, apoyándolos, mano a mano, para reconstruir", afirmó.
Pero muchos mexicanos desconfían de los políticos que utilizan el terremoto para anotar puntos antes de las elecciones de 2018, que se ven como un referéndum sobre el desigual balance del Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde que regresó al poder en 2012.
El agricultor Francisco Honoraro, un campesino de 46 años de edad en la fértil delegación de Xochimilco en la Ciudad de México, vive en la calle mientras espera a que las autoridades evalúen el daño a su casa, actualmente sostenida por vigas de madera.
"Esto va a convertirse en un asunto político, de campaña y una fuente de ganancias: Si me apoyas y votas por mí, te ayudaremos", dijo.
Con información de Reuters
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