El 1 de diciembre del año 2000 fue un día histórico para México: por primera vez un candidato de un partido de oposición asumiría la Presidencia de la República. Pero el derechista Vicente Fox no llegó solo, junto con él también nacía una nueva figura que sería la encargada de ordenar la siempre conflictiva relación en la frontera con Estados Unidos.
El nombramiento del "Zar de la Frontera", cuyo nombre formal era Comisionado de la Frontera Norte de la Presidencia de la República, recayó sobre Ernesto Ruffo Appel, también militante del Partido Acción Nacional (PAN) y el primer gobernador de oposición en la historia (Baja California).
La esperanza de que dos personajes históricos pudieran resolver un problema también histórico era grande. Ambos países no solo comparten una vecindad de 3.185 kilómetros (1.951 millas), sino también los problemas que implica: migración ilegales y trasiego de droga.
Con la llegada del republicano Donald Trump a la Presidencia de EEUU y la cada vez más cercana construcción de un muro entre los dos países, el tema de la relación bilateral se vuelve a convertir en un foco de discusión, pero la realidad es que "nunca ha existido un plan estratégico" para el desarrollo y control de la frontera, cuenta a Infobae Ernesto Ruffo, 17 años después.
La figura del Zar de la Frontera solo estuvo vigente casi tres años, en parte porque los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en EEUU, pero principalmente por el desinterés que existe de parte de los dos países para que la vecindad deje de ser un problema.
Durante su campaña, la bandera de Trump fue defender la construcción de un muro argumentando que, a través de México, entraban delincuentes y los llamados "Bad Hombres". Pero el ahora senador afirma que el principal problema no es Trump sino que desde 2001 Estados Unidos está más interesado en combatir al terrorismo y en sus problemas internos, y México se ha conformado con ser reactivo a la coyuntura y a las circunstancias.
"El ataque a las Torres Gemelas (en Nueva York) provocó aislamiento y confusión. En aquél tiempo Colin Powell que era el Secretario de Estado me dijo: 'la continuidad de los asuntos que hasta este momento habíamos llevado en la frontera con México van a entrar en un impasse porque tenemos que resolver primero nuestra nueva estrategia ante el terrorismo'. En ese momento juzgaban igual de peligrosa a la frontera mexicana que la de Canadá", expresa Ruffo.
Hasta ahora, afirma, en materia de terrorismo a la frontera con México se le sigue considerando "peligrosa", a pesar de que nunca han existido pruebas de que algún ataque terrorista perpetrado en suelo norteamericano haya sido planeado en territorio azteca o que los responsables hayan ingresado por la frontera en común.
La llegada de Trump era previsible
Antes de los atentados terroristas, Ruffo asegura que se obtuvieron algunos pequeños logros, como el que del lado norteamericano se planteara también la posibilidad de tener un Zar Fronterizo y planes para aprovechar la frontera e integrar de manera coordinada a los seis estados mexicanos con los cuatro del otro lado para establecer una verdadera política binacional.
Pero ante la falta de interés por parte de los dos gobiernos, "se cayó la Conferencia de Gobernadores Fronterizos, integrada por los estados que comparten vecindad, en lo que también influyó la actitud del gobierno de Arizona con el sheriff Arpaio y su actitud hacia los migrantes. Era uno de los esfuerzos más interesantes que se habían dado a lo largo de la frontera. Hace más de 10 años que no se reúnen".
Desde entonces, aseguró, los dos países debieron haberse dado cuenta de que estaba creciendo un movimiento detonado por una minoría blanca que se sentía agraviado por la globalización que, a su juicio, estaba disminuyendo sus posibilidades de acceso a empleos, pero ante la falta de coordinación y una relación bilateral sólida, el resultado fue la llegada de Trump a la Presidencia.
Desinterés de un lado, oportunismo del otro
Después de que los atentados del llamado 11S modificaron la relación bilateral y la dejaron en pausa, Ruffo Appel asegura que el Zar de la Frontera existía solo de nombre porque ante el desinterés de las dos partes, ya no había nada que hacer.
"No me rendí hasta que pasó el tiempo. No estaba haciendo nada, solo me estaban pagando", aseguró.
Tras su renuncia, señala que una serie de políticos empezaron a ver en el puesto una oportunidad de tener un ingreso y un puesto en el gobierno, pero sin un interés real por establecer un proyecto para ordenar finalmente la relación bilateral.
"Hubo varias personas que se ofrecieron, pero yo pedí disolver la Comisión porque vi que lo que venía eran políticos que querían tener una ocupación o posición en el gobierno y no realmente colaborar en los problemas bilaterales", asegura.
Afirma que si bien es cierto que aunque Trump ponga barreras será imposible terminar con los fuertes lazos económicos y comerciales, los problemas que detectó hace 17 años, siguen vigentes.
Los dos principales son el "sufrimiento y tensión" ante la falta de oportunidades en México.
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