Tres décadas después de que ingresara a México leche en polvo de Irlanda presuntamente contaminada por la nube radiactiva producto del accidente en la planta nuclear de Chernobyl, en la antigua Unión Soviética, en el país aún existen preguntas por responder, principalmente por las contradicciones entre la versión oficial y los protagonistas de esta historia.
Uno de estos protagonistas es Alejandro Calvillo Unna, quien en el año 1988 era director de Greenpeace México. Junto con el llamado Grupo de los Cien —que reúne a intelectuales mexicanos preocupados por el medio ambiente—, la organización se había sumado a las demandas para que se aclarara el caso de la leche en polvo contaminada que había entrado un año antes en tres barcos vía el Puerto de Veracruz.
Sin embargo, a 30 años de distancia, continúa con las mismas dudas que tenía entonces, pero añade un elemento: después de la explosión en Chernobyl, Irlanda exportó el producto contaminado a países de América del Sur, uno de ellos fue Brasil, que la rechazó. Por este motivo, el entonces embajador de México en ese país, Antonio González de León, envió una nota diplomática a la Cancillería mexicana para advertir que el país dejara de comprar el producto.
"A pesar de la nota diplomática —a la que afirma que tuvo acceso—, la leche ingresó a México comprada por Conasupo —la extinta Comisión Nacional de Subsistencias Populares, un organismo de gobierno para vender alimentos básicos a precios bajos—. Hay que recordar que hasta entonces ninguna empresa podía importar leche, solamente Conasupo. Las empresas privadas, incluso las que elaboraban sucedáneos (sustitutos) de leche materna, tenían que comprar a Conasupo. Algunas de estas empresas, ante la alerta internacional, analizaban la leche que le compraban a Conasupo", expresó Calvillo a Infobae.
Recordó que, como parte del trabajo que realizaba para Greenpeace, elaboró encuestas de manera anónima a representantes de empresas que compraban la leche al organismo y varias de las respuestas señalaban que habían encontrado material radioactivo.
En los anaqueles
Infobae publicó que los análisis practicados a esta leche por un físico habían dado positivo en contaminación radiactiva por cesio 137 y estroncio 137, que producen malformaciones y daños hepáticos y óseos.
En aquel entonces, la versión del gobierno fue que el producto se había regresado a Irlanda, a la empresa Irish Dairy Board. Sin embargo, el escritor Guillermo Zamora, quien investigó el caso, afirmó que de Veracruz se había llevado al Puerto de Tampico, en el estado de Tamaulipas, donde se desembarcó.
Zamora también afirmó que al menos una treintena de empresas, entre ellas varias trasnacionales, compraron el producto, que usaban para la fabricación de helados y chocolates, entre otros.
"Un directivo de una empresa me confirmó que las muestras habían dado resultados positivos; después tuve conversaciones con personas que analizaron muestras que se tomaron en productos que ya estaban en anaqueles y en mercados y que encontraron la radiactividad", reiteró Calvillo, quien ahora preside una organización llamada El Poder del Consumidor.
Y afirmó que a pesar de las advertencias recibidas tanto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como por el embajador en Brasil, la leche no sólo ingresó a México, sino que se compró a precio normal.
"Una gran parte de esa leche se comercializó", dijo.
"Los daños que el consumo de este producto pudieran generar nos expresan de manera inmediata que puede tener ciertos daños todavía después de decenios, pueden estar apareciendo ahora", alertó Calvillo.
Calvillo siguió también de cerca a una comisión legislativa que a mediados de los noventa investigó a la Conasupo, por distintos temas, entre ellos, manejos irregulares, pero no profundizó en el caso de la leche contaminada, que era una de las líneas de acción.
En el diario de los debates —la memoria de todas las sesiones del Congreso— del 26 de septiembre de 1996, se puede leer que la conclusión de los diputados que investigaron el tema fue:
Por lo que respecta a la importación de leche en polvo de Irlanda, supuestamente contaminada por radiactividad, la comisión concluye con el apoyo de la opinión científica de la máxima autoridad en la materia en el país, en este caso la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas, que dados los niveles de Becquereles –unidad que mide la actividad radioactiva- que contenía dicha leche, en ningún momento se puso en riesgo la salud de la población. Esta comisión no encontró evidencia de una supuesta sustracción de este producto de los almacenes aduanales de Veracruz. Del análisis de la documentación que obra en los anexos de este informe, se puede constatar que los funcionarios de la Conasupo, de la Secretaría de Salud y de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas actuaron conforme a la normatividad aplicable para evitar todo riesgo eventual para los consumidores del producto.
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