El miércoles 22 de abril de 1992, Sonia Solórzano tenía 19 años. Vivía en la ciudad de Guadalajara, capital de Jalisco. A las 10:05, cuando se dirigía a su trabajo a bordo de un bus del transporte público, sucedió lo que nunca imaginó: explotó el drenaje y el autobús voló por los aires para luego volver a caer el piso y ser nuevamente sacudido por una segunda explosión.
Como consecuencia de las heridas que sufrió, estuvo varios meses en estado vegetativo. Lo último que recordó de ese momento fue que un hombre la había rescatado.
Aunque pudo salir del estado vegetativo, el impacto le provocó una discapacidad permanente en la pierna derecha, daños en la columna y en el brazo izquierdo. A veces tiene que moverse en silla de ruedas. "Pero gracias a Dios y a este hombre, estoy viva; a ellos les debo la vida", dijo a Infobae.
Cuando Sonia recuperó la conciencia, sus vecinos le mostraron un reportaje de una revista donde aparecía ella en el momento en que intentaban rescatarla del camión. Pero el hombre que la salvó estaba de espaldas y con un casco de la Cruz Roja, lo que hacía imposible su identificación.
"Lo único que había era la foto del héroe anónimo de espaldas, pero cuando me di cuenta de la magnitud del desastre —uno de los más grandes que se recuerden en México—, tuve esa necesidad de decirle gracias y desde el primer año lo empecé a buscar. Aunque estaba en silla de ruedas, preguntaba a gente que también había sido afectada, a la misma gente de la Cruz Roja, en los hospitales, pero nada. Antes no había la comunicación que hay ahora", expresó.
Nada es imposible
Este año, por cumplirse un cuarto de siglo de la tragedia que destruyó 13,7 kilómetros de calle por la acumulación de gasolina en el drenaje y dejó un número incierto de muertos, decidió escribir un post en el Facebook de Cruz Roja Guadalajara, en el que publicó la fotografía junto a la que escribió:
"Yo sé que a lo mejor es imposible, pero prefiero hacer el intento y no quedarme con la inquietud de no haberlo hecho. Cuando las explosiones, a mi me tocó ser rescatada del camión que quedó en la Colonia Atlas en la calle de Río Lagos el rescatista del cual recibí los primeros auxilios y estuvo con nosotros dentro del camión, ayudándonos era de la Cruz Roja, durante estos 25 años lo he tratado de localizar, sin éxito alguno. Hoy me atrevo a escribirle para ver si aun esta con Ustedes o hay alguna forma de dar con un familiar de él, ya que en verdad lo que busco es decirle GRACIAS. Ojalá puedan apoyarme, les envió la foto que nos tomaron dentro del camión, para ver si así lo ubican mejor. Gracias por su atención y una disculpa por el atrevimiento (sic)".
Otro rescatista de la Cruz Roja, Mickaël Thomassin, vio la publicación y conmovido por la historia, primero se dio a la tarea de mejorar la foto original, en la que casi no se podía distinguir nada. Después, "llamé a amigos de la Fiscalía —de Jalisco—, de Cruz Verde, de Protección Civil, de asociaciones locales y los veteranos me ayudaron muchísimo", relató a Infobae.
La foto llegó a Pablo Fernando Carrera, un rescatista de 66 años, quien se reconoció en la escena y dijo que era él.
Inmediatamente, Thomassin se puso en contacto con Sonia, ahora de 44 años, y en menos de dos horas, el 21 de abril, organizaron un encuentro en la Cruz Roja de Guadalajara. Ella se presentó con un ramo con tres rosas blancas, por las personas que Pablo había salvado de ese autobús, y una roja, que simbolizaba a otra más que falleció.
Sonia rompió en llanto cuando vio al hombre que le había salvado la vida y le preguntó: "¿Te acuerdas de mí?".
—A ti sí te rescatamos y eso es lo importante, nos costaste mucho trabajo para sacarte del camión, pero te sacamos —le respondió Pablo.
Pablo Fernando tiene 40 años trabajando de manera voluntaria como rescatista y ahora Sonia se siente tranquila: "(Finalmente) siento que pude sacar el dolor que me causó la tragedia. Me siento liberada y me da más gusto porque pude darle las gracias a una persona que ayuda a los demás sin recibir nada a cambio".
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