Durante este inicio de febrero y después de su extradición a Estados Unidos, el fundador del Cártel de Sinaloa, Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, recibió dos golpes que no dejan lugar a dudas de que ya no es el líder de la organización criminal.
Primero, una presunta carta de sus hijos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar acusa que ambos fueron emboscados en su tierra, Sinaloa (noroeste), por un aliado y compadre de su padre, Dámaso López "El Lic", a quien culpan de haberlos secuestrado en una discoteca en Jalisco (occidente), en agosto del año pasado.
Según la carta, habrían resultado heridos los hijos del capo así como Juan José Esparragoza "El Azul", otro de los fundadores del cártel, quien los habría acompañado a una reunión con Dámaso.
El segundo golpe lo recibió este jueves, cuando fue asesinada la tía de Iván y Alfredo Idalia Romelia Salazar, investigada por autoridades mexicanas por presunto blanqueo de dinero para el cártel y quien además prestaba su nombre al primero para la compra de autos y casas.
Aunque mucho se ha comentado que el Cártel de Sinaloa está diseñado para que siga operando sin "El Chapo", ahora su futuro se presenta incierto porque ya no sólo son grupos rivales los que empezarán a disputar el negocio, sino también las divisiones al interior.
"Es una guerra civil en Sinaloa", dijo a Infobae Carlos Rodríguez Ulloa, investigador del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede).
La organización criminal opera en 50 países, en los cuales tiene un estimado de 150.000 hombre y anualmente genera ganancias similares a las de Facebook o Netflix, según un comparativo del diario norteamericano The New York Times.
"Si la estrategia de esta mal llamada 'guerra' —contra las drogas— era fragmentar los cárteles para incrementar el número de 'frentes de batalla', los rumores sobre la posible fragmentación por la que puede estar pasando el llamado Cártel de Sinaloa podría ser señal de avance, pero no sin consecuencias", advirtió a Infobae Froylán Enciso, analista senior para México de The Crisis Group.
Fragmentación con olor a sangre
Desde la extradición de Guzmán Loera, el 19 de enero, en su estado natal, Sinaloa, se registró un repunte de la violencia. Entre el domingo y el martes de esta semana, se registraron al menos 13 muertes en por lo menos cinco balaceras en 72 horas, según cifras de la Fiscalía local. El número de homicidios registrados en enero, de acuerdo con un conteo realizado por el diario local Noroeste, fue 116, un promedio de 3,7 por día, la cifra más alta para el primer mes del año desde 2013.
Analistas ven dos frentes abiertos que potencian la violencia en la entidad ubicada dentro del llamado "Triángulo Dorado", una zona del noroeste compartida por Sinaloa, Chihuahua y Durango, que concentra la mayor parte de cultivo de marihuana y amapola en el país.
El primer frente es la lucha interna del cártel, donde los hijos del capo no estarían de acuerdo con una transición pacífica del liderazgo que tenía su padre sino de una pugna armada para conservar el territorio.
El segundo es el intento de otros grupos criminales por apropiarse de parte del negocio ante la falta de una figura al interior del Cártel de Sinaloa que pueda llevar el mando como lo hacía Guzmán Loera.
Esta fragmentación de las organizaciones criminales implicó el aumentó del número de muertos en este tipo de eventos violentos
Ambos se traducen en una nueva fragmentación de la delincuencia organizada en México y una nueva ola de violencia.
"La fragmentación de estas organizaciones, de hecho, está detrás de buena parte de la violencia que México ha sufrido en los últimos años. Algo similar ocurrió ya en Colombia hace unos años", comentó el analista de The Crisis Group.
Sobre los efectos de la violencia por esta fragmentación, citó un estudio del mexicano Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) que muestra que cuando inició la estrategia de despliegue militar de fuerza policiales y militares federales para combatir al narco, hace una década, los reportes del gobierno federal permitían ubicar operaciones de 20 organizaciones criminales.
Entonces (2007) estas organizaciones se enfrentaron entre ellas o con el Gobierno en 79 ocasiones. Tres años después de iniciada la guerra contra las drogas y el crimen (2010), ya operaban 200 organizaciones criminales que participaron en más de 1.000 combates.
"Esta fragmentación de las organizaciones criminales implicó el aumento en un 2.093% del número de muertos en este tipo de eventos violentos y un grave incremento de los índices de letalidad", detalló.
En 2007, agregó, la tasa de víctimas letales por evento era 0,8. Es decir, en promedio, había un civil muerto por cada 10 enfrentamientos. Al fin de los primeros cinco años de la guerra contra las drogas, la tasa era de 1,9: en promedio, hubo dos personas muertas en cada uno de los enfrentamientos.
"Independientemente de la autenticidad de la carta, lo que es cierto es que Dámaso se las trae jurada (sentenciada) a los hijos de 'El Chapo', parecía que con el secuestro —de agosto— se iba a calmar todo, pero se ve que no", señaló el analista de Casede.
Y si no es "El Chapo" ni el Cártel de Sinaloa, ¿quién? Carlos Ulloa afirma que difícilmente se ve a los "chapitos" como los nuevos líderes de la organización, pues al interior se los ve como "unos juniors" y con una presencia ya muy debilitada.
Mientras que el investigador de The Crisis Group destaca que se necesita analizar la historia de los capos en Sinaloa, quienes se han organizado de distintas maneras.
"En algunas ocasiones, han usado formas de organización vertical, con un gran jefe que lo decide todo y opera a través de lugartenientes que se encargan de corromper a autoridades de diversos gobiernos del mundo. Esto es lo que la gente se imagina como la única forma de organización del mal llamado Cártel de Sinaloa o del Pacífico. Sin embargo, desde Sinaloa han surgido liderazgos de muchas otras organizaciones criminales que usan formas creativas de organización mediante células, subcontrataciones, pactos de competencia pacífica entre líderes diversos, entre muchas otras estrategias propias de una actividad económica a la que la llamada guerra contra las drogas ha obligado a un benchmarking continuo", explicó.
Desde Sinaloa opera una diversidad de capos de los que se habla mucho, como el "Mayo", los hermanos Beltrán Leyva, que el jueves perdieron a uno de sus jefes durante un enfrentamiento con marinos; otros de la llamada vieja guardia, como Rafael Caro Quintero, actualmente prófugo, "El Azul", y otros "de los que ya se olvidaron los medios de comunicación, como la familia Cázarez —aliada de 'El Chapo'—".
La conclusión es que la fragmentación del Cártel de Sinaloa no abona a la desaparición del narcotráfico en México. Ahora, los grupos criminales tienen incluso la oportunidad de abrir nuevas líneas de negocio.
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