Mientras se preparan para lo que podrían ser severos recortes en la ayuda militar occidental el próximo año, las autoridades ucranianas se apresuran a aumentar su propia producción de armas, especialmente de sistemas de armamento que puedan atacar profundamente en territorio ruso para sustituir a los suministrados por los gobiernos occidentales.
En el corazón de la producción nacional de defensa ucraniana se encuentra el programa de aviones no tripulados de ataque de largo alcance, que se enfocan regularmente en objetivos a cientos de kilómetros de la frontera ruso-ucraniana y buscan perturbar el esfuerzo bélico de Moscú, dijeron funcionarios ucranianos.
Los drones tienen la ventaja de que se fabrican fácil y rápidamente, aunque los analistas advierten de que solo son una solución parcial a los numerosos retos que tiene Ucrania en el campo de batalla.
“A largo plazo, lo que Ucrania querría es tener dos puños”, dijo Konrad Muzyka, director de la consultora de defensa Rochan, con sede en Polonia. “Un puño va a ser la capacidad plenamente desarrollada de entregar paquetes de ataque mediante drones, y la segunda capacidad serían los misiles balísticos y de crucero de corto alcance o incluso de medio alcance”, explicó.
Hace tres semanas, Rusia conmocionó al mundo al lanzar un misil balístico intermedio con capacidad nuclear contra la ciudad ucraniana de Dnipro, después de que Ucrania disparara misiles de menor alcance suministrados por Estados Unidos contra objetivos dentro de Rusia. Se consideró una advertencia a Ucrania y a Occidente sobre la disposición de Moscú a utilizar su arsenal de misiles nucleares.
Horas más tarde, en un ataque que atrajo menos atención, aviones no tripulados ucranianos atacaron la base de Kapustin Yar, cerca del mar Caspio, desde donde se disparó el misil ruso, según funcionarios ucranianos. Las autoridades rusas confirmaron una maniobra con drones en la zona.
Aunque aún no está claro el alcance de los daños, la ofensiva demostró la capacidad ucraniana para contraatacar rápidamente a un objetivo situado a más de 650 kilómetros, mucho más lejos que el alcance de cualquier munición suministrada por Estados Unidos.
Los ataques con drones se han convertido en algo habitual. En los últimos meses, las autoridades ucranianas han anunciado cada pocos días un nuevo ataque contra instalaciones críticas para el esfuerzo bélico de Moscú: depósitos de municiones, aeródromos, centros logísticos, depósitos de petróleo y refinerías.
La magnitud de los daños infligidos por los drones y la medida en que Rusia se ha visto obligada a modificar su estrategia en el campo de batalla son difíciles de verificar; sin embargo, funcionarios ucranianos y occidentales afirman que las fuerzas rusas se han visto afectadas.
El viernes, mientras en Kiev se celebraba el Día de las Fuerzas Armadas, el presidente Volodimir Zelensky publicó en Telegram un vídeo del último avión no tripulado de ataque a larga distancia, Peklo -o Infierno-, cuya primera remesa había sido entregada a los militares del país, según dijo.
El dron, que incluye elementos de un misil, vuela a más de 640 km/h y a una distancia de cerca de 650 kilómetros, escribió en otro post el ministro ucraniano de Industrias Estratégicas, Herman Smetanin.
“Los fabricantes ucranianos crearon el misil-drone desde cero en un tiempo récord: un año (...) El producto ya tiene aplicaciones de combate exitosas”, celebró.
En un post de Facebook el jueves, el ministro de Defensa Rustem Umerov dijo que Ucrania entregaría el próximo año “más de 30.000 drones DeepStrike”, un arma de “próxima generación” que “puede operar de forma autónoma a largas distancias y atacar objetivos enemigos con alta precisión”.
“Estamos demostrando al mundo que Ucrania es capaz de innovar y ser tecnológicamente independiente”, continuó Umerov.
La mayoría de los analistas de defensa coinciden, sin embargo, en que los drones por sí solos no serán suficientes. “Todo el mundo tiene un dron de juguete. Necesitan misiles que exploten. Necesitan cosas que lancen una cabeza nuclear en lo más profundo de Rusia”, consideró un especialista occidental de la industria armamentística que viaja a Ucrania con regularidad y habló bajo condición de anonimato debido a lo delicado del asunto.
Las autoridades ucranianas están acelerando sus programas de misiles balísticos y de crucero y, en agosto, Zelensky declaró que el país había probado su primer misil balístico. El mes pasado, afirmó que Ucrania había fabricado 100 misiles este año, pero no especificó de qué tipo.
La semana pasada, Umerov declaró que Ucrania había iniciado la producción a gran escala de dos de sus propios sistemas de armas: el Palianytsia -un híbrido de largo alcance de un avión no tripulado y un misil que utiliza un motor a reacción- y el misil de crucero Neptuno.
Ambas armas se han utilizado en cantidades limitadas. En 2022, un Neptune destruyó el buque insignia de la flota rusa del Mar Negro, el Moskva, mientras que en agosto, Zelensky publicó en X un vídeo de lo que dijo era el primer uso en combate del Palianytsia.
La industria de defensa se expandirá aún más en los próximos meses y posiblemente años. Los funcionarios ucranianos afirman que el desarrollo de su propia industria armamentística es clave para la seguridad a largo plazo del país, o incluso para su existencia.
“Tenemos que estar armados, preparados para cualquier escenario, teniendo este vecino agresivo. Por eso entendemos que tenemos que tener un ejército fuerte con todo tipo de armas”, dijo Yehor Cherniev, presidente de la delegación ucraniana en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN.
Por el momento, sin embargo, los aliados occidentales de Ucrania están proporcionando la mayor parte de los misiles. Kiev confía en poder persuadir al presidente electo Donald Trump para que continúe el apoyo estadounidense a la batalla de Ucrania contra las fuerzas invasoras rusas, que se acerca ya a su tercer año.
Inclusive, una delegación de funcionarios ucranianos, encabezada por el jefe de la administración presidencial, Andriy Yermak, voló a Estados Unidos la semana pasada para reunirse con altos funcionarios del bando del republicano, dijeron funcionarios ucranianos.
“Tanto en términos de valor como de volumen, hay un gran número de municiones y sistemas críticos de los que -en este momento- Estados Unidos es la única fuente realmente creíble”, dijo Justin Bronk, experto en guerra aérea e investigador principal en el Royal United Services Institute de Londres.
Pero dada la promesa de Trump de poner fin a la guerra “en 24 horas” tras convertirse en presidente, existe la posibilidad de que corte la ayuda a Ucrania en un esfuerzo por obligar a Zelensky a sentarse a la mesa de negociaciones con el presidente ruso Vladimir Putin. El vicepresidente electo, J.D. Vance, y Elon Musk, confidente del empresario, también se han pronunciado en contra de que Estados Unidos siga ayudando a Ucrania.
Europa, que sufre su propia escasez de armamento, podría tener dificultades para compensar la diferencia. Países como Hungría y Eslovaquia también están presionando para poner fin rápidamente a la guerra, mientras que Calin Georgescu, afín a Moscú, es el favorito para ganar las elecciones presidenciales de Rumanía.
Todas estas son de más razones para desarrollar la industria armamentística nacional ucraniana sin un momento que perder, según los analistas. Ucrania necesita “disminuir la dependencia” de las armas occidentales “por debajo de lo que es ahora y hacerlo rápidamente”, afirmó un especialista en industria armamentística.
Los gobiernos occidentales se resistieron inicialmente a proporcionar dinero directamente a la industria armamentística ucraniana, que al principio de la guerra no producía casi nada. Pero este año, liderados por Dinamarca, los fondos empezaron a fluir.
La Unión Europea acordó recientemente aportar unos 440 millones de dólares a la producción de defensa ucraniana, procedentes de los beneficios inesperados de los activos rusos congelados en Occidente. Lituania, Noruega, Países Bajos y Suecia también han aportado fondos, con los que se pagan armas a las que el Gobierno ucraniano ha dado prioridad.
En octubre, Zelensky dijo que Estados Unidos daría a Ucrania unos 800 millones de dólares para desarrollar drones de largo alcance y que, más adelante, llegaría más dinero para financiar otros sistemas de armas.
Pero ese dinero solo cubre una pequeña parte de las necesidades de armamento de Ucrania. La ayuda militar occidental asciende a decenas de miles de millones. Mientras tanto, las autoridades ucranianas afirman que su industria armamentística podría producir entre 10.000 y 20.000 millones de dólares en armas al año, aunque de momento se han invertido unos 4.000 millones.
Ucrania ha producido cerca de 2 millones de aviones no tripulados este año -la mayoría de los cuales eran de visión en primera persona, o FPV- y podría producir otros 2 millones si hay financiación para ellos, dijo Cherniev.
Sin embargo, una flota de drones de ataque de largo alcance, por grande que sea, no puede resolver los problemas a los que se enfrenta Ucrania en el campo de batalla, donde las fuerzas rusas han capturado territorio en las últimas semanas, al ritmo más rápido desde el comienzo de la guerra.
“Si hablamos de problemas en la línea del frente, los aviones no tripulados no son la solución al problema, porque la solución al problema es la falta de mano de obra, la falta de formación, los problemas de mando y control”, entre otros, dijo Muzyka, analista de defensa.
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