El expresidente Donald Trump, respondiendo en algunos de los términos más directos hasta ahora a las crecientes acusaciones de que es un fascista, declaró aquí el lunes: “Soy lo contrario a un nazi”.
La extraordinaria declaración, realizada ocho días antes de la jornada electoral, sigue a un creciente coro de advertencias sobre cómo podría gobernar el expresidente si es elegido para un segundo mandato. La vicepresidenta Kamala Harris dijo la semana pasada que está de acuerdo con las evaluaciones de que Trump es un fascista después de que su ex jefe de gabinete dijera al New York Times que Trump gobernaría como un dictador y que, mientras estaba en el cargo, dijo que Adolf Hitler “hizo algunas cosas buenas.” Trump ha negado haber hecho los comentarios.
El candidato presidencial republicano se ha referido en repetidas ocasiones a sus oponentes políticos como el “enemigo desde dentro”, incluso durante un mitin que organizó el domingo en el Madison Square Garden, donde sus teloneros hicieron comentarios racistas y sonó el himno confederado “Dixie”. Algunos demócratas, entre ellos el gobernador de Minnesota Tim Walz, candidato a la vicepresidencia, establecieron paralelismos entre ese acto y un mitin nazi celebrado en 1939 en el mismo lugar.
Los ataques parecen haber tocado la fibra sensible de Trump, que dijo el lunes aquí que sus oponentes se han referido a él como cualquier cosa, desde estúpido hasta un genio loco que pretende dominar el mundo. Los oradores que han intervenido en sus últimos actos se han referido a estas afirmaciones con frecuencia y con indignación, utilizando las etiquetas para galvanizar a sus multitudes y provocar indignación de la misma manera que los partidarios de Trump se unieron contra el comentario de Hillary Clinton de “cesta de deplorables” en 2016.
Trump también afirmó falsamente que Harris y su campaña han considerado nazis a “todos los que no votan por ella”, antes de calificar a la vicepresidenta de “fascista”, una estrategia que Trump utiliza habitualmente para cargar sobre sí las críticas de sus rivales políticos.
En los últimos días de la campaña presidencial, los demócratas han destacado las declaraciones de antiguos asesores de Trump que lo han declarado no apto para el cargo. En un reciente libro de Bob Woodward, de The Washington Post, el general retirado Mark A. Milley dijo que Trump es un “fascista hasta la médula”. El ex jefe de gabinete de Trump, John F. Kelly, renovó recientemente las comparaciones entre Trump y dictadores extranjeros cuando dijo al Atlantic que Trump expresaba admiración por “los generales de Hitler”.
Trump y su campaña han rechazado vehementemente que se le compare con Hitler.
El mitin de Trump en Atlanta siguió a un acto religioso celebrado ese mismo día, en el que dijo que cree que la intervención divina desempeñó un papel durante un intento de asesinato en un acto de campaña en julio. Su discurso en el mitin del lunes por la noche se desvió hacia otros temas, desde la inmigración hasta el tamaño de las multitudes.
En un momento dado, Trump bromeó sobre la diputada Marjorie Taylor Greene (republicana por Georgia), a la que "ya no se reconocería" en una hipotética explosión de un coche de hidrógeno.
“Si algo sale mal y Marjorie Taylor Greene con ese hermoso pelo rubio está conduciendo por la autopista en un coche de hidrógeno y el problema con un coche de hidrógeno, si algo sale mal, es como si la bomba atómica explotara, ya no eres reconocible”, dijo Trump. “Dirán que creíamos que era Marjorie Taylor Greene la que iba por el medio de la autopista, pero ya no es reconocible. Encontramos algo de ella”.
En las últimas semanas, Trump ha hecho afirmaciones falsas sobre coches de hidrógeno que explotan y desfiguran a la gente. Un reciente Fact Checker del Washington Post calificó la afirmación de “disparate”.
Trump, durante su discurso, también afirmó que Harris “probablemente odia a los estadounidenses” y afirmó que ella “robó la nominación” al presidente Joe Biden. (Harris sustituyó a Biden en la candidatura demócrata después de que éste abandonara y la apoyara). Dijo que la ex primera dama Michelle Obama había sido “desagradable” con él durante un discurso reciente, lo que provocó abucheos del público de Trump.
“Fue un gran error que ella cometió”, añadió Trump. Repitió la falsa afirmación de que más de 13.000 inmigrantes condenados por homicidio habían sido dejados entrar en Estados Unidos bajo el mandato de Biden y luego liberados.
El mitin también tuvo ecos de la campaña de Trump en 2016. Cuando Trump declaró “Kamala, estás despedida”, la multitud empezó a corear: “Enciérrenla”, gritos que se hicieron sobre la ex secretaria de Estado Hillary Clinton en sus mítines de 2016.
“Podría haberla encerrado”, dijo Trump hablando de Clinton. “Pero no quise encerrarla”.
A continuación, procedió a acusar al Gobierno de Biden, como suele hacer sin pruebas, de instrumentalizar el sistema judicial para ir a por él.
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