Mentiras, intrigas y el final de un juicio: la última batalla por la “esmeralda maldita” de Bahía

Una masa de esquisto negro y cristales verdes del tamaño de una mini heladera podría valer 1.000 millones de dólares. Brasil quiere recuperarla. Dos coleccionistas en Estados Unidos quiere retenerla

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Camiones circulan por el pozo abierto de la mina de diamantes Brauna, en Nordestina (Brasil). El estado nororiental de Bahía alberga varios yacimientos minerales y minas. (Foto: Dado Galdieri/Bloomberg vía Getty Images)
Camiones circulan por el pozo abierto de la mina de diamantes Brauna, en Nordestina (Brasil). El estado nororiental de Bahía alberga varios yacimientos minerales y minas. (Foto: Dado Galdieri/Bloomberg vía Getty Images)

Se han contado muchas historias extraordinarias sobre la Esmeralda de Bahía, gran parte de ellas falsas. Se ha afirmado que panteras u otras bestias feroces atacaron un carro tirado por mulas que transportaba la piedra por la selva brasileña. Se ha afirmado que los señores de la guerra brasileños (o tal vez la mafia brasileña) persiguen violentamente la que se cree que es la esmeralda más grande del mundo. Una historia incluso sostiene que la piedra gigante fue engullida por las aguas del huracán Katrina.

Esa historia es cierta. Así ha sido siempre esta gran esfinge de roca. Verdad y mentira. Demanda y reconvención. Cruda, deforme, misteriosa, frustrante: la esmeralda desafía las convenciones. Esta roca del tamaño de una mini heladera, salpicada de cristales verdes, no deslumbra; hechiza. Muchos la han codiciado. Algunos han muerto codiciándola. Algunos han ido a la cárcel por ella. A la gente, sobre todo a los periodistas, le gusta llamarla maldita. Desde que fue arrancada de una mina brasileña en 2001, el valor, la importancia y la propiedad de la Esmeralda de Bahía han sido objeto de disputa.

Algunos dicen que vale casi mil millones de dólares. Otros dicen que no vale casi nada. Algunos dicen que pesa 840 libras. Otros sostienen que 752. Pero ahora, en el Tribunal de Distrito de EE.UU. para el Distrito de Columbia, al menos un asunto está a punto de resolverse: a quién pertenece. Una batalla legal de una década ha enfrentado a Brasil con un pequeño consorcio de buscadores de fortuna que intentan frustrar una petición diplomática para devolver la roca a su tierra natal. Brasil sostiene que es víctima de un delito. La roca se extrajo ilegalmente y se sacó del país de contrabando. Los abogados del gobierno, en un eco de Indiana Jones, dicen que pertenece a un museo.

La esmeralda de Bahía es una masa en bruto de esquisto negro salpicado de cristales verdes. (Foto: Departamento del Sheriff de Los Ángeles)
La esmeralda de Bahía es una masa en bruto de esquisto negro salpicado de cristales verdes. (Foto: Departamento del Sheriff de Los Ángeles)

“No nos mueve ningún interés financiero”, dijo Boni de Moraes Soares, fiscal federal especializado en disputas internacionales. “Queremos enviar una señal de que iremos a por los bienes nacionales de Brasil, allí donde se encuentren y exigir responsabilidades a los traficantes internacionales, para que se lo piensen dos veces antes de cometer un delito tan descarado”, agregó.

En el otro bando se encuentran tres especuladores de piedras preciosas estadounidenses que afirman ser los legítimos propietarios de la piedra desde hace más de 15 años. Los vencedores, en otro litigio de propiedad, afirman que no tuvieron nada que ver con su importación, sino que la adquirieron legalmente en una transacción confirmada por un juez civil de Los Ángeles. Uno de ellos es Jerry Ferrara, un hombre de Florida que comercia con bienes inmuebles y piedras preciosas. Lleva 16 años intentando sacar provecho de la esmeralda. Se ha enfrentado al Departamento del Sheriff de Los Ángeles, a un grupo de buscadores de gemas de poca monta, a la ruina financiera y no ha estado cerca de hacer realidad sus ambiciones de fortuna. “Siempre le digo a la gente: ‘Soy el pobre más rico que jamás conoceréis’”, afirma. Pero ahora él y su consorcio, FM Holdings, se enfrentan a su adversario más temible: la República Federativa de Brasil.

El país de las esmeraldas gigantes

La sierra semiárida de Carnaíba, en el noreste de Brasil, alberga uno de los mayores yacimientos de esmeraldas del mundo. Pero las piedras que se encuentran allí son diferentes de las de Colombia o Zambia. Son más turbias y, por eso, se venden más baratas. Pero algunas también son mucho más grandes. La mina de Carnaíba ha producido cinco “esmeraldas gigantes”, según los medios de comunicación brasileños, cada una de las cuales pesa cientos de kilos. Un comerciante era Alderacy de Carvalho. “Mayor, duro, tenía el apodo de ‘El General’”, dijo de él su amigo Osmar Santos. Detrás de su casa, El General guardaba, lo que el programa de noticias Fantástico describió en 2012 como, una “rara colección de rocas”.

Ninguna era más rara que la Esmeralda de Bahía. Un bloque de esquisto negro y cristales verdes, que parece menos esmeralda que meteorito. El General le informó a Fantástico, que la compró por 1.700 dólares. “No conocemos una pieza tan rara y única, con los cristales de esmeralda tan bien formados”, informó un geólogo contratado por el Ministerio de Minas brasileño. “Debería ser enviada a un museo de minerales para que brasileños y turistas extranjeros conozcan las riquezas producidas en Brasil”.

En su lugar, según consta en los registros judiciales, el General lo vendió por 8.000 dólares a dos buscadores de piedras preciosas. Se lo llevaron a São Paulo y lo almacenaron en un desordenado taller de reparación de automóviles, donde el mecánico Antonio Luiz Fernandes de Abreu dijo que pasó años “literalmente en el camino.” En 2005, los buscadores la enviaron a Estados Unidos con la esperanza de encontrar un comprador.

No se parece a nada que haya visto antes

En Estados Unidos, una sucesión de especuladores aficionados -uno vivía en una caravana con su anciana madre; otro era fontanero en Pasadena, California- intentaron conseguir un gran comprador, pero fracasaron. El siguiente fue Ferrara, a quien se le concedió la escritura de la esmeralda con la promesa de que repartiría los beneficios de cualquier venta con el fontanero, Larry Biegler. En aquel momento, dice Ferrara, estaba arruinado y sin hogar, tambaleándose por la caída del mercado inmobiliario. La esmeralda “no se parecía a nada que hubiera visto antes”, escribió Ferrara en sus memorias inéditas. “Para mí, era el equivalente a estar en una habitación con el Arca de la Alianza”.

Pero las relaciones entre Ferrara y Biegler se volvieron enconadas. Ferrara se asoció con el empresario de Idaho, Kit Morrison, que puso 1,3 millones de dólares para participar en la venta. Biegler dijo a la policía que la roca era robada y afirmó que la mafia brasileña iba tras él. El sheriff de Los Ángeles encontró la roca y se la incautó. Ferrara y Biegler se disputaron su propiedad. Un juez de Los Ángeles se puso de parte de Ferrara y Morrison en 2015. Biegler no respondió a una solicitud de comentarios. Mientras los hombres se disputaban la piedra, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos informó a las autoridades brasileñas sobre ella.

El país, que ha perdido más de 900 reliquias culturales a manos de traficantes y ha visto sus propias riquezas naturales paseadas por naciones más ricas, es sensible al asunto. Ha abierto una investigación penal. Según consta en los registros judiciales, las autoridades descubrieron que la primera licencia para explotar el yacimiento donde se halló la esmeralda de Bahía no se expidió hasta años después de su descubrimiento. Que los especuladores que enviaron la roca a Estados Unidos la identificaron falsamente en los documentos de exportación como “betún y asfalto”. Que un experto en gemas de São Paulo les había dicho que valía 372 millones de dólares, pero ellos estimaron su valor en 100 dólares.

Un tribunal declaró a los especuladores Elson Alves Ribeiro y Rui Saraiva Filho culpables de contrabando y usurpación de bienes públicos y los condenó a sendas penas de prisión. “No somos una colonia”, escribió la juez Valdirene Ribeiro de Souza Falcão. “Somos un país soberano. Nuestras riquezas no pueden ser distribuidas a innumerables países a precios módicos.” Los esfuerzos por contactar con Ribeiro fueron infructuosos. Saraiva ha fallecido. Brasil ordenó la confiscación de la gema e invocó el Tratado de Asistencia Legal Mutua, un acuerdo diplomático que obliga a los signatarios a colaborar en asuntos penales. En 2015, Estados Unidos solicitó al tribunal federal de Washington su devolución a Brasil.

La esmeralda ha estado bajo custodia del sheriff durante casi 16 años. (Cortesía del Departamento del Sheriff de Los Ángeles)
La esmeralda ha estado bajo custodia del sheriff durante casi 16 años. (Cortesía del Departamento del Sheriff de Los Ángeles)

El capítulo final

A pesar del supuesto valor de la esmeralda, nadie ha hecho nunca mucho con ella. Morrison, copropietario de FM Holdings, espera que siempre sea así. Ha invertido 16 años y más de 2 millones de dólares en la búsqueda de la esmeralda. Pero cuando contestó al teléfono el miércoles, su voz delataba resignación.

Nueve años después de que Brasil solicitara ayuda a Estados Unidos para recuperar la piedra, por fin se ha tomado una decisión. El juez estadounidense Reggie B. Walton anunció esta semana que pronto emitiría su fallo. La gema está a punto de salir de la custodia del Departamento del Sheriff de Los Ángeles. Pero Morrison, que estableció sus credenciales de propietario en el tribunal de California, no cree que vaya a volver a casa con ella. “Gané y me consideraron buen comprador de buena fe de la esmeralda”, dijo. “Pero en la vida se puede ganar y no ganar”.

Lleva mucho tiempo bajo el hechizo de la piedra. “Si de verdad es un tesoro nacional, debe estar en Brasil”, dijo. “Ahí es donde me ubico ahora mismo. Tengo que mirar la realidad”. Ferrara no quiere oírlo. Todavía hay una oportunidad. La emeralda de Bahía aún puede ser suya. “¿Quiero seguir luchando?”, pregunta. “Sí, absolutamente. No puse 16 años de mi vida en esto para nada”.

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