No consigo sentir alegría en la vida. ¿Estoy deprimido? ¿Qué debo hacer al respecto?
Uno de mis pacientes me hizo esta pregunta recientemente. A pesar de no tener grandes factores de estrés, la vida había perdido su esplendor, compartió mi paciente.
Si puedes relacionarte con esto, no estás solo. Todos tenemos días malos o sucumbimos a un humor ocasionalmente agrio. Sin embargo, una incapacidad para sentir alegría no es la norma. Los profesionales de la salud mental llaman a esto “anhedonia,” que es la dificultad para experimentar emociones positivas como felicidad y placer.
Cuando mis pacientes se sienten de esta manera, su mundo parece gris. Todo parece sin brillo, incluso socializar o celebrar un logro. La motivación para buscar experiencias y interacciones placenteras también puede ser una cuesta empinada.
A veces, la falta de alegría es un signo de problemas graves de salud mental. Esto incluye el trastorno depresivo mayor o el trastorno bipolar. Un estudio encontró que el 50% de los pacientes diagnosticados con trastorno bipolar experimentaron anhedonia. Un estudio separado informó que hasta el 70% de las personas con depresión lucharon por encontrar placer.
El trauma infantil como el abuso emocional o el abandono también puede llevar a la falta de alegría. En la infancia, la crítica en lugar de los elogios, el maltrato y la vergüenza constante pueden hacernos sentir indignos y no merecedores de experimentar emociones positivas.
Como psicoterapeuta, he visto esto entre mis pacientes. Algunos de ellos creen que experimentar felicidad los hará perezosos, mientras que otros se niegan a aceptar un cumplido, incluso por un trabajo bien hecho.
Cualquiera que sea la causa, la falta de alegría puede afectar nuestra salud mental, satisfacción en las relaciones y bienestar. Afortunadamente, hay pasos que podemos tomar para generar alegría.
Cuidado con los bloqueadores de alegría
Emociones como la culpa, la ansiedad y la vergüenza pueden inhibir nuestra capacidad para acceder a emociones positivas fundamentales como la alegría. A menudo, bloquear la alegría es un reflejo inconsciente. Las emociones inhibidoras nos protegen de sentirnos abrumados y nos ayudan a mantener nuestras relaciones con los demás. Aprender a reconocerlas puede ayudarnos a acceder a nuestras emociones positivas fundamentales.
Como psicoterapeuta enfocada en emociones, ayudo a mis pacientes a nombrar, validar y trabajar sus emociones, que son señales biológicas necesarias para nuestra supervivencia. Por ejemplo, cuando mis pacientes se sienten ansiosos, los animo a reducir la velocidad, respirar y nombrar la emoción. Una vez que el cuerpo se siente calmado, nos ponemos curiosos sobre el significado de la emoción. Puedo preguntar, “¿De qué te está protegiendo esta emoción?” y “¿Si apartas esta emoción, qué hay debajo?”
Haz un cumplido a alguien
Las emociones son contagiosas, y así presenciar la felicidad de otra persona también puede hacernos sonreír.
Hacer un cumplido a un amigo, vecino o compañero de trabajo puede ayudar. Decir, “Es agradable verte hoy” va muy lejos.
Después de hacer un cumplido a alguien, presta atención a su reacción. Puede que sonrían o muestren aprecio por tus amables palabras. Nota cómo te hace sentir su respuesta.
Hay una buena probabilidad de que presenciar su alegría y felicidad te contagie, e incluso pueda mejorar tu salud mental. Un estudio encontró que sentir alegría por los demás redujo los síntomas de depresión entre los estudiantes universitarios.
Disfruta de pequeños momentos de placer
La mayoría de nosotros tenemos al menos una interacción alegre cada día. Sin embargo, es fácil que estas experiencias pasen desapercibidas.
Con práctica, podemos entrenar nuestro cerebro para buscar la alegría. Entre los científicos sociales, esto se llama “saboreo relacional.” Es nuestra capacidad para disfrutar y saborear eventos y emociones positivos.
Para practicar el saboreo relacional, imagina que eres un detective de la alegría. Identifica una interacción positiva que hayas experimentado recientemente. Tal vez fue un abrazo con tu gato, una conversación significativa, o una cena con un amigo.
Mientras piensas en este recuerdo, presta atención a cómo se siente tu cuerpo. Sensaciones como calma y calidez a menudo significan la emoción de la alegría. Cuando notes una sensación positiva, intenta saborearla. Mantente en el momento y nota cualquier otro sentimiento placentero como gratitud, asombro o felicidad que surja.
La investigación muestra que el saboreo relacional puede prolongar nuestra experiencia de emociones positivas, lo que beneficia nuestro bienestar a largo plazo.
Sonríe, incluso cuando no tengas ganas
Cuando nos sentimos deprimidos, sonreír puede ser lo último en nuestra mente. Sin embargo, comisurar los labios puede reducir el estrés y mejorar nuestro estado de ánimo.
Sonreír también puede tener un efecto positivo en el cerebro al liberar neurotransmisores y hormonas “de bienestar” como la dopamina y la serotonina, según la investigación. Niveles bajos de dopamina y serotonina se han relacionado con problemas de salud mental como la depresión.
Si sonreír te resulta una tarea, comienza poco a poco.
Mira una película o programa divertido y nota lo que sucede cuando te ríes o sonríes. Por ejemplo, ¿tu cuerpo se siente menos estresado? ¿Experimentas una oleada de alegría o te sientes feliz, aunque sea por un momento?
Reconocer y conectar con nuestra capacidad de sentir alegría puede ser empoderador. Nos recuerda que la felicidad está a nuestro alcance, incluso en tiempos difíciles y desafiantes.
Experimentar y sentir alegría es fundamental para nuestra salud mental. Pero si esta emoción está atenuada, no es tu culpa. Lo más probable es que haya una causa subyacente que necesita ser identificada y abordada. Hablar con un amigo o ser querido de confianza, un médico o un terapeuta puede ayudar. Con apoyo, te sentirás mejor.
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