Los empleados de la Generación Z están redescubriendo las habilidades interpersonales en la era de la IA

Richard Torrenzano, director ejecutivo de The Torrenzano Group, ayuda a las organizaciones a controlar cómo se las percibe. Durante casi una década, fue miembro de los Comités de Dirección (política) y Ejecutivo (operaciones) de la Bolsa de Nueva York.

A medida que la tecnología avanza a velocidad de vértigo, surge un fenómeno sorprendente: la infravaloración de las interacciones en persona y las habilidades interpersonales, sobre todo entre los jóvenes trabajadores inmersos en la tecnología, seducidos por las opciones de trabajo a distancia. Esta mentalidad se ve exacerbada por varios años de contacto limitado con la familia, los amigos y los compañeros de trabajo debido a la pandemia.

En esta nueva era, dominada por la inteligencia artificial (IA) y la comunicación digital excesiva, reinan las interacciones virtuales. Este cambio suscita importantes preocupaciones, como el peligro de la dependencia excesiva o la adicción a la tecnología, la disminución del compromiso cara a cara, la disminución de la actividad física y las posibles repercusiones en la salud mental.

Además, la tecnología contribuye a la preocupación por la privacidad, la sobrecarga de información y el desplazamiento laboral. El ritmo ridículo de los avances tecnológicos supera nuestra capacidad de adaptación, lo que plantea dilemas sociales y éticos que exigen una reflexión y una regulación sensatas.

En respuesta a estos retos en el lugar de trabajo, un modelo de trabajo híbrido equilibra los avances tecnológicos con las cruciales interacciones cara a cara. Combinar el trabajo a distancia con la presencia en el lugar de trabajo aumenta la productividad y permite a las empresas aprovechar la tecnología sin perder el toque humano que fortalece las relaciones y mejora la colaboración.

Las señales no verbales, como el lenguaje corporal, los gestos sutiles y los matices vocales, son aspectos cruciales de la interacción y la comunicación humanas que no pueden captarse plenamente a través de textos e imágenes.

Además, las plataformas virtuales, aunque aumentan la accesibilidad y la comodidad, a menudo pasan por alto matices sutiles de las comunicaciones interpersonales. A pesar de estas limitaciones, Internet sigue siendo crucial para la difusión de información.

Sin embargo, la interacción humana -en conferencias presenciales, eventos de networking, reuniones o durante una comida- fomenta las conexiones y genera una confianza que ningún algoritmo puede reproducir.

Piense en cualquier consejo que le haya dado un amigo íntimo, un pariente o un mentor y que le haya cambiado la vida. Sin duda, se lo dieron en persona.

La empatía, la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, es lo que nos distingue como seres compasivos. Nos permite ofrecer apoyo y fomentar relaciones basadas en la confianza y la comprensión.

Tal vez sea necesario que el péndulo vuelva a oscilar en cierta medida. El contacto físico es un elemento clave en la creación de equipos. Observen el béisbol, el fútbol o cualquier deporte de equipo: Los jugadores se apoyan mutuamente y refuerzan sus vínculos chocando los cinco, estrechándose las manos, chocando los puños, dándose palmadas en la cabeza o en la espalda e incluso abrazándose.

En las profesiones en las que la interacción humana es primordial, como la atención sanitaria y el asesoramiento, no se puede exagerar la importancia de las habilidades interpersonales.

El tacto y el comportamiento compasivos de un médico o una enfermera pueden ofrecer consuelo, mientras que la escucha empática de un consejero, a diferencia del personaje de la Dra. Linda Freeman interpretado por Jane Lynch en la comedia de televisión Two and a Half Men, puede consolar a quienes se enfrentan a luchas internas.

En el liderazgo empresarial, las habilidades interpersonales son esenciales para la comunicación eficaz, el trabajo en equipo y la colaboración. Los líderes que destacan en estas habilidades pueden inspirar y motivar, fomentando una cultura de confianza y respeto mutuo.

Como ha señalado acertadamente Satya Nadella, CEO de Microsoft: “La empatía te hace mejor innovador”. Incluso antes de la pandemia, una investigación realizada en 2018 descubrió que las empresas dirigidas por líderes empáticos superaban a sus competidores, lo que subraya que la empatía no es solo una habilidad blanda, sino también una ventaja estratégica en el entorno despiadado actual.

La investigación destacó que el liderazgo empático se correlaciona con una mayor satisfacción de los empleados, mayor innovación y rendimiento financiero. A su vez, esto conduce a una menor rotación y una mayor productividad.

A medida que nos adentramos en la era de la IA, es esencial reconocer la importancia permanente del contacto humano y las habilidades interpersonales. Aunque la tecnología ha revolucionado sin duda la forma en que vivimos y trabajamos, no puede sustituir la calidez de una sonrisa genuina o el poder de una conexión empática.

Más allá del reino de los algoritmos y la automatización, se encuentra la esencia de lo que significa ser humano: conectar, empatizar, liderar y comunicarse con los demás. Los retos que plantean la IA y la expansión digital son testimonio de la importancia perdurable de la conexión humana. Su valor atemporal reverbera en nuestras vidas, configurando el bienestar individual y el tejido mismo de la sociedad.

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