Mientras Sandeep Sadhu está ocupado con el trabajo, un robot de compañía juega a buscar a su mini goldendoodle, Simba. El robot, llamado ORo, alimenta, supervisa, entrena y entretiene a su mascota, a la vez que estudia su comportamiento y lo conoce mejor con cada interacción.
“Es un gran compañero para Simba”, afirmó Sadhu, que dirige una empresa de construcción en Shrewsbury (Massachusetts).
Los cuidadores de perros como ORo podrían convertirse pronto en un elemento básico entre los dueños de mascotas modernos, ya que la inteligencia artificial avanza a un ritmo notable, revolucionando varias industrias, incluida la de los animales de compañía.
Ya son populares las cámaras para mascotas con IA que dispensan golosinas, los collares inteligentes con capacidad de detección de enfermedades y los traductores que supuestamente pueden convertir el maullido de un gato en lenguaje humano.
Los estadounidenses gastaron 147.000 millones de dólares en sus amigos peludos en 2023, un aumento significativo desde alrededor de 90.000 millones de dólares en 2018, según la Asociación Americana de Productos para Mascotas. Para 2030, se prevé que el sector mundial de las mascotas alcance casi los 500.000 millones de dólares.
El aprendizaje automático -un subconjunto de la IA que permite a las máquinas absorber información y mejorar la precisión- está a la vanguardia de las últimas innovaciones tecnológicas para mascotas. Aunque muchos de los nuevos productos para mascotas prometen mejorar la salud, la seguridad y la calidad de vida, la inteligencia artificial está plagada de posibles peligros.
Más allá de los problemas éticos y de privacidad, los expertos advierten de que las tecnologías avanzadas podrían romper el preciado vínculo entre humanos y animales.
“Será interesante ver si la IA complementa la tenencia de mascotas o la sustituye”, dijo Lionel Robert, profesor de robótica de la Universidad de Michigan. “El potencial es enorme. Pero hay un riesgo igualmente enorme”, añadió.
Pasarse a los accesorios inteligentes
Cuando Melanie Rigden vio un post en las redes sociales sobre PetPace -un collar inteligente con GPS que registra las calorías quemadas, la calidad del sueño, el nivel de estrés (VFC), la temperatura, la respiración, el pulso y otros datos biométricos- compró uno para su labradoodle mini-australiano, Ruby.
“Una de las cosas que más me preocupan es su salud y bienestar, y hacer todo lo posible por ser proactiva a medida que se hace mayor”, explicó Rigden, de 35 años y residente en la bahía de San Francisco. “La trato como a una hija”.
Asaf Dagan, científico jefe de PetPace, puso en marcha la empresa en 2012 mientras trabajaba como veterinario. Vio innumerables casos de dueños que traían a sus mascotas, solo para descubrir que estaban plagadas de problemas de salud que ya no tenían tratamiento.
“Siempre me resultaba frustrante dar las malas noticias a los dueños”, contó Dagan. “Veterinarios y dueños de mascotas comparten este punto de dolor, y es que las mascotas no nos dicen cómo se sienten. En todo caso, el instinto animal es ocultar los síntomas”, agregó.
Dado que el collar inteligente mide varias métricas que probablemente serían irregulares si un gato o un perro estuvieran enfermos, “podemos detectar los primeros momentos en que estas cifras empiezan a ser anormales”, sostuvo Dagan, señalando que el dispositivo tiene una tasa de precisión superior al 90 por ciento. Utiliza el aprendizaje automático para personalizar el collar a cada mascota.
“Creamos lo que llamamos un ‘perfil biométrico’ de la mascota, y si se desvía de él, es una indicación de que lo que vemos hoy es un cambio temprano de estar sano a estar enfermo”, dijo. El dispositivo y la aplicación que lo acompaña no están diseñados para sustituir al veterinario ni para compartir datos con proveedores externos. Más bien, el collar está pensado para detectar a tiempo los signos de enfermedad y evitar así costosas visitas a urgencias y citas innecesarias en persona.
Lo mismo ocurre con TTcare, una aplicación de atención sanitaria para mascotas. Los dueños pueden subir fotos de los ojos, la piel, los dientes y las articulaciones de su perro o gato y, en un minuto, recibirán un análisis de inteligencia artificial sobre el posible estado de su mascota. La aplicación, creada en colaboración con facultades de veterinaria de Estados Unidos y Corea del Sur, afirma tener un índice de precisión del 93%.
Una vez que los padres hacen una foto, “esa imagen se analiza para saber qué tipo de signos clínicos se detectan como referencia frente a los 2,5 millones de imágenes que tenemos en nuestra base de datos”, explicó Eric Pai, director comercial de AI for Pet, creadora de TTcare. “Los padres de las mascotas pueden disponer ahora del resumen, y también pueden compartirlo con su veterinario”.
Los dueños de mascotas están cada vez más atentos a su seguimiento, no sólo de su salud, sino de su vida cotidiana. Hay una aplicación para smartphone que analiza las cacas caninas y alerta a los padres de posibles problemas digestivos, por ejemplo. Las cámaras de vigilancia robóticas han ganado popularidad, sobre todo desde que se impuso la obligación de volver a la oficina.
Petcube se ha convertido en una popular empresa de cámaras de seguridad para mascotas, que vende cámaras de inteligencia artificial con audio bidireccional, sonido y alertas de movimiento, así como modelos más sofisticados con un dispensador de golosinas y un juguete láser. Los próximos modelos se programarán para alertar a los dueños de peligros como incendios o cristales rotos.
“Queremos ayudar a los dueños a entender mejor a sus mascotas”, dijo Alex Neskin, cofundador y director de tecnología de Petcube, que acaba de presentar una función llamada diario, que ofrece a los dueños de mascotas una descripción detallada de todo lo que hizo su animal -desde saltar sobre una mesa hasta morder los zapatos- mientras estaban fuera.
“Creo que la IA puede detectar cosas que los humanos no pueden”, afirmó Neskin.
Aprendizaje automático y traducción instantánea
Mientras que los comederos y collares inteligentes se han convertido en algo relativamente habitual, está surgiendo una tecnología para mascotas más inusual: los traductores.
MeowTalk, una aplicación de traducción para gatos basada en inteligencia artificial, se ha descargado más de 22 millones de veces en todo el mundo desde su lanzamiento en 2020. El programa de IA se entrena a partir de un amplio conjunto de datos de vocalizaciones de gatos, etiquetadas por veterinarios. La app analiza e interpreta los maullidos de los gatos, equiparando los sonidos al lenguaje humano.
“Queremos dar voz a su gato y reforzar el vínculo entre gatos y humanos”, afirmó Olivia Cole, directora de marketing de MeowTalk.
Cole utilizó la aplicación con su propio gato, Felix. Tradujo el maullido de su gato para que significara “me duele algo”. Poco después, al gato le diagnosticaron cáncer y ahora está en remisión.
“Es alucinante”, expresó Cole. “Hay varias intenciones que son universales entre los gatos -tengo hambre, te quiero, estoy enfadado-, pero cada gato tiene un lenguaje distinto. Animamos a los usuarios a entrenar nuestra aplicación para que entienda específicamente a su gato”.
Con Slobodchikoff, conductista animal y biólogo conservacionista, se muestra escéptico ante programas como MeowTalk, que se basan en la percepción de los humanos para designar lo que significan los maullidos.
“¿Hasta qué punto son precisos los humanos?”, preguntó Slobodchikoff. “Ése es el problema que veo con los sistemas entrenados por humanos”. Tras pasar 30 años descifrando el lenguaje de los perros de las praderas, Slobodchikoff -autor de un libro de próxima aparición titulado Cómo hablar con tu perro- trabaja ahora como científico jefe en un traductor para perros llamado Zoolingua.
A diferencia de MeowTalk, según Slobodchikoff, el software de Zoolingua no depende de los humanos para entrenarse. Al parecer, son los animales los que hacen el trabajo. “Lo que queremos hacer es tomar las señales que producen los perros y utilizarlas para entrenar el algoritmo”, explicó Slobodchikoff.
Según Slobodchikoff, muchos perros son incomprendidos, lo que puede causar problemas de comportamiento que llevan a la gente a entregar sus mascotas a refugios superpoblados. Slobodchikoff cree que Zoolingua, que debería ponerse en marcha en los próximos dos años, puede evitarlo.
“Lo que intentamos es ayudar a la gente a desarrollar una relación más personal, cariñosa y comprensiva con su perro”, afirmó. “En última instancia, llegaríamos a respetar más a los animales”, añadió.
Robots cuidadores de perros
La gente parece dudar aún más de los robots guardianes y paseadores de perros que de los traductores.
“Si una persona siente la necesidad de que un robot cuide de su mascota, quizá esa persona no debería tener mascota”, sostuvo Gregory Berns, neurocientífico y profesor de psicología de la Universidad de Emory, que estudió el cerebro de los perros mediante una resonancia magnética. “La historia evolutiva de los perros está tan entrelazada con la de los humanos. Les hace un flaco favor ponerlos con un robot”, sostuvo.
Sin embargo, cientos de personas ya han encargado por adelantado un ORo para que cuide de sus cachorros.
“Lo que hace ORo es capturar todos los datos y ocuparse de su alimentación, su compromiso físico, mental y emocional, y todo ello encapsulado en una sola unidad”, explicó Divye Bhutani, fundador y director ejecutivo de Ogmen Robotics, la empresa matriz de ORo.
ORo puede recorrer una casa con facilidad (aunque de momento no puede subir escaleras) mientras atiende las necesidades diarias de un perro. Si ORo detecta que un perro parece triste o ansioso por su lenguaje corporal, por ejemplo, el robot pondrá música relajante, iniciará juegos o lanzará golosinas.
Los dueños también pueden conectarse a distancia con sus mascotas por videochat. Según Bhutani, los datos recogidos por el robot se almacenan en el propio dispositivo y sólo pueden compartirse con el consentimiento del usuario.
Quienes han probado el robot dicen que simplifica la tenencia de mascotas y garantiza que su perro esté siempre bien acompañado. «Hay algo en la personalidad del robot que resulta amable y no molesta», afirma Raj Kaul, que probó ORo con Brady, su caniche de 8 años. «El elemento de compañía es vital para mí».
Los expertos en animales no están tan seguros.
Philip Tedeschi - codirector del Instituto para la Sensibilidad y Protección Animal y profesor de la Escuela de Postgrado de Trabajo Social de la Universidad de Denver - desconfía de las tecnologías avanzadas para animales de compañía, en concreto los traductores y los compañeros robóticos. Aunque cree que la IA podría tener importantes beneficios para la protección de la fauna y la mejora de la salud de las mascotas, si se lleva demasiado lejos, podría disminuir la conexión simbiótica entre los dueños de mascotas y los animales.
“Podríamos capturar datos que podrían ser muy funcionales o útiles, pero creo que la desventaja es que podría hacernos menos propensos a satisfacer las necesidades sociales y emocionales del otro”, afirma Tedeschi, señalando que los humanos y las mascotas tienen vínculos mutuamente beneficiosos. “Puedo garantizarle que su perro preferiría jugar con usted antes que con un robot. ... Desde mi punto de vista, la tecnología elimina parte de la magia de estas relaciones”.
Aún así, señaló, la IA tiene un poderoso potencial para mejorar la vida de los animales, si el bienestar de nuestras mascotas es la prioridad.
“Mi desconfianza no se dirige tanto a la tecnología como a las personas, y a si los seres humanos tienen la capacidad de utilizarla de forma ética y moral”, dijo Tedeschi. “A medida que obtenemos las herramientas para aprender más sobre los animales, tenemos que estar seguros de que se utilizan por las razones correctas”, concluyó.
(*) The Washington Post
(*) Sydney Page es periodista y escribe para la sección Inspired Life de The Washington Post, una colección de historias sobre la humanidad. Ha colaborado con The Post desde 2018.