Cuando la pareja de recién casados se unió en la pista de baile, un anillo de fuegos artificiales de velas romanas estalló a su alrededor en el abarrotado salón de bodas mientras cientos de invitados observaban.
Sin embargo, los fuegos artificiales incendiaron el techo y, de repente, tal como muestran los videos grabados el martes por la noche, las llamas cayeron en cascada sobre la conmocionada pareja mientras los presentes, sentados juntos en largas mesas, se apresuraban a escapar.
El incendio en la provincia septentrional iraquí de Nínive causó la muerte de al menos 113 personas, según informó el miércoles el vicegobernador, Hassan al-Allaq, y los funcionarios de defensa civil cifraron en 200 el número de heridos. La tragedia trajo a la memoria una serie de catástrofes e incendios ocurridos en Irak, de los que se ha culpado a la corrupción y la negligencia oficial.
“Culpo a todo el sistema”, dijo Alex Najeeb Benjamin, que asistió a la boda en una iglesia pero no acudió a la recepción, aunque sí dejó a sus dos hermanas y su hermano. “Seguimos descuidando todas las medidas de seguridad por codicia y avaricia, y por eso se cobraron más de 100 vidas mientras celebraban”.
Una invitación de boda compartida en Internet identificaba a la novia como Haneen y al novio como Revan, miembros de la comunidad cristiana iraquí de la ciudad de Hamdaniyah, a unos 320 kilómetros al norte de la capital, Bagdad. El salón, como muchos edificios de Irak, estaba construido con paneles inflamables, informó la Agencia de Noticias Iraquí, y, más tarde se derrumbó bajo el calor de las llamas.
Al oír los gritos desde su casa, Benjamin salió corriendo y vio un infierno. “En pocos minutos, el fuego se lo comió todo”, dijo. “Una de mis hermanas consiguió salir, la otra resultó herida; las autoridades tardaron más de 30 minutos en llegar”.
Un invitado, Bahnam Mazin, que estaba sentado con su familia al fondo de la sala, dijo que al principio la música había enmascarado el estruendo de las llamas que se arrastraban. Cuando la gente se percató por fin del incendio, comenzó una estampida hacia la puerta, y muchos fueron aplastados mientras corrían. “Fue horrible... oír el ruido de la gente quemándose”, dijo Mazin. El tejado se derrumbó poco después de escapar, recordó.
Los novios lograron sobrevivir y estaban recibiendo tratamiento por quemaduras en un hospital de Irbil, la capital de la región iraquí del Kurdistán, según sus familiares.
En Mosul, a 80 kilómetros al oeste, Elise Moulin, coordinadora de proyectos de Médicos Sin Fronteras, describió escenas “caóticas” en los hospitales. La afluencia de pacientes “fue enorme”, dijo. “Hubo muchos heridos y una avalancha de gente intentando ayudar”.
Las autoridades declararon un periodo de luto de tres días, mientras en las pantallas de televisión de todo el país se reproducían escenas en loop del salón de bodas en llamas. El Ministerio del Interior iraquí informó de la detención de 14 personas en relación con la tragedia, entre ellas el propietario del local y tres invitados que supuestamente encendieron los fuegos artificiales.
Hamdaniyah adquirió cierta relevancia internacional cuando el Papa Francisco la visitó en 2019, cuatro años después de que los militantes del Estado Islámico fueran expulsados de sus puertas, en una visita destinada a mostrar apoyo a lo que queda de la comunidad cristiana de Irak. Su número se ha reducido siete veces en tres décadas ya que cientos de miles buscaron refugio en otros lugares, en parte, debido a la violenta persecución.
La oficina del Primer Ministro Mohammed Shia al-Sudani declaró el miércoles que había ordenado una investigación sobre las causas del incendio y pedido a las autoridades que elaboraran una lista exhaustiva de las víctimas para que sus familias pudieran recibir compensaciones económicas.
Pero las experiencias recientes sugieren que poco va a cambiar: su predecesor, Mustafa al-Kadhimi, hizo lo mismo después de que los incendios arrasaran dos salas de hospital en 2021, matando a decenas de personas, pero con pocos resultados evidentes. Dos años antes, en la provincia de Nínive, una investigación gubernamental sobre la muerte de 128 personas en el naufragio de un transbordador tampoco condujo a mejoras perceptibles.
Los partidos políticos iraquíes desvían habitualmente enormes sumas del presupuesto del país mediante contratos corruptos que, o bien prestan servicios de baja calidad o, inclusive, no los prestan en absoluto. En el sector de la construcción, esto significa que a menudo se utilizan materiales baratos y inflamables. Los funcionarios de defensa civil afirman que las medidas de seguridad en la mayoría de los edificios gubernamentales son mínimas o inexistentes.
El general de brigada Jawdat Abdulrahman, portavoz de las fuerzas de rescate del país, declaró que se había pedido a los propietarios del salón de bodas que retiraran el revestimiento inflamable del edificio pero no se había hecho. Añadió que en la construcción del salón se utilizaron muchos de los mismos materiales inflamables implicados en los desastrosos incendios anteriores. El Ministerio del Interior dictó cuatro órdenes de detención contra los propietarios.
“Cada uno de estos incidentes se salda con cientos de víctimas, pero [las autoridades] nunca aprenden de sus errores”, afirmó Hayder Al-Shakeri, investigador de la Iniciativa sobre Irak del Programa Chatham House para Oriente Medio y el Norte de África. “En el caso de los incendios, saben exactamente qué sistemas deben seguir, cómo deben conceder las licencias y cómo impedir que esos lugares funcionen si no están debidamente autorizados”.
El miércoles, el portavoz del Ministerio de Sanidad, Saif al-Badr, dijo que los heridos más graves de la boda habían sido trasladados a centros de salud regionales. Benjamin dijo que después de llevar a su hermana al hospital local, la derivaron a uno de Duhok, a 100 kilómetros, donde había una unidad de quemados.
Los videos del lugar de los hechos mostraban a los bomberos peinando los escombros mientras agentes armados montaban guardia en una calle repleta de vehículos de emergencia. Del techo del edificio incendiado colgaba metal carbonizado.
Por la mañana, a los que seguían buscando entre los restos se les dijo que se dirigieran a la morgue, agregó Benjamin. “Fui allí y había cientos de personas como yo buscando a sus seres queridos. La mayoría de los cuerpos estaban carbonizados, irreconocibles, y sólo se oían gritos y llantos”, continuó.
Encontró a su hermano, que probablemente murió en la estampida. “Se suponía que ayer iba a ser un día feliz, lleno de alegría y celebración, pero en menos de 24 horas enterré a mi único hermano”.
Loveluck informó desde Londres, Somasundaram desde Washington y Pannett desde Wellington, Nueva Zelanda. Paul Schemm desde Londres ha contribuido a este reportaje.
© 2023, The Washington Post