Una intensa noche de enfrentamientos armados sacudió el mayor barrio popular de la capital venezolana tras las denuncias de fraude electoral. Vecinos reportan que la situación se tornó crítica cuando fuerzas policiales y vehículos blindados ingresaron al área para reprimir a los habitantes.
Asimismo, los colectivos chavistas, conocidos como las fuerzas de choque del régimen, fueron vistos amenazando a los vecinos, según informaron usuarios en las redes sociales.
Los enfrentamientos se desarrollaron a lo largo de la noche, con reportes de disparos constantes.
“La situación era insostenible, no podíamos salir de nuestras casas por miedo a ser alcanzados por una bala perdida”, comentó un residente.
El ingreso de los vehículos blindados al barrio intensificó la preocupación de la ciudadanía. “Los tanques pasaban por las calles como si estuviéramos en guerra”, señaló otro vecino. La tensión se incrementó aún más con la llegada de los colectivos chavistas, que, según varias testimonios, comenzaron a amenazar a los lugareños con represalias si continuaban las protestas contra el fraude electoral.
Los vecinos del barrio manifestaron su temor ante la amenaza constante de estos grupos, que actúan con impunidad y bajo la protección de la dictadura e incluso de las fuerzas de seguridad del Estado, como la policía y la Guardia Nacional.
“Aquí no tenemos protección, la policía está del lado de ellos. Nos sentimos indefensos”, expresó un habitante.
Las redes sociales se convirtieron en un escaparate de los sucesos, con múltiples imágenes y videos que mostraban la violencia desatada durante la intervención policial y la actuación de los colectivos.
Durante la noche, la situación se volvió particularmente caótica. Los residentes se refugiaron en sus casas mientras los enfrentamientos se intensificaban en las calles. “Se escuchaban disparos por todas partes, era como una zona de guerra”, afirmó un testigo directo. La comunidad mostró su alarma por la respuesta desproporcionada de la policía ante un problema que consideran legítimo, la denuncia de fraude en los recientes comicios.
Estas eventos coinciden con las denuncias sobre la situación política en Venezuela, donde se ha cuestionado la transparencia de los procesos electorales. Diversas organizaciones no gubernamentales han señalado la falta de condiciones democráticas en el país y el uso de la fuerza para silenciar a la oposición. Ante este panorama, se espera una mayor atención de la comunidad internacional sobre los acontecimientos en el mayor barrio popular de Caracas.
Cacerolazos han retumbado la noche de este martes las zonas populares de Caracas, capital de Venezuela, en rechazo al fraude electoral perpetrado por Nicolás Maduro y su operador político ante el CNE, Elvis Amoroso.
Desde las ventanas de casas y edificios, vecinos de Petare, 23 de enero, El Silencio, Ruiz Pineda y Los Magallanes de Catia -antiguos bastiones del chavismo- expresaron su descontento con los resultados de las elecciones del pasado domingo 28 de julio con el sonar de cacerolas y ollas, retomando una práctica común en las manifestaciones venezolanas para expresar el repudio al régimen.
El malestar ciudadano no se limitó únicamente a manifestaciones ruidosas, sino que dio lugar a otras protestas espontáneas en distintas regiones del país. En varios lugares, las estatuas del fallecido ex presidente Hugo Chávez fueron derribadas derribadas en un claro mensaje de hastío de la población.
El Centro Carter ha emitido un comunicado detallando las numerosas infracciones y deficiencias observadas durante las elecciones presidenciales en Venezuela de 2024, subrayando que “no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática”. Además, el Centro Carter enfatizó que no pudo verificar o corroborar la autenticidad de los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela.
Según el comunicado, la autoridad electoral no proporcionó resultados desglosados por mesa electoral, lo cual constituye una “grave violación de los principios electorales”. El proceso se desarrolló en un “ambiente de libertades restringidas” afectando negativamente a actores políticos, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación. De acuerdo a estos observadores, las autoridades del CNE mostraron una “parcialidad a favor del oficialismo” y en detrimento de las candidaturas opositoras.